Por Agroempresario.com
El atraso cambiario en Argentina ya no es un tema de discusión, sino una realidad innegable que abre el debate sobre los costos y beneficios de un tipo de cambio bajo. La gran pregunta que ocupa a los analistas y empresarios de distintos sectores es cuánto durará esta situación. Sin una respuesta definitiva, el contexto macroeconómico actual presenta una complejidad distinta a la de otros períodos en los que el tipo de cambio real estuvo en niveles similares. En este escenario, la diferencia clave podría ser el superávit fiscal, lo que deja abierta la incógnita sobre cómo se resolverá el panorama económico.
Según el índice de tipo de cambio real multilateral, publicado por el Banco Central, el valor del dólar real se encuentra actualmente ligeramente por debajo de lo registrado hace un año, y apenas por encima de los niveles previos a la devaluación de 2015. Estos niveles fueron seguidos de una corrección cambiaria importante, algo que, por el momento, parece lejano. En lugar de ello, muchos anticipan que la economía argentina podría haber ingresado en un ciclo de "peso fuerte", lo que en términos simples significa un "dólar barato". Sin embargo, esta situación no está exenta de riesgos, especialmente en el contexto actual.
El principal riesgo de un dólar barato es el mismo de siempre: una posible corrida cambiaria, exacerbada por un evento disruptivo, como un shock económico o un conflicto político. A pesar de los esfuerzos por mejorar la posición del Banco Central, que incluso con un nivel récord de compras de divisas este año sigue sin contar con suficientes reservas, la situación sigue siendo precaria. De allí que una salida del cepo cambiario se vea como una posibilidad solo cuando el Banco Central logre reunir más reservas o consiga financiamiento externo, algo que actualmente está en negociación con el Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, no hay garantías de que los fondos que se reciban sean suficientes para tranquilizar al mercado sin la adición de otras fuentes de financiamiento.
Según analistas de la consultora 1816, como Adrián Rozanski y Mariano Skladnik, un posible empeoramiento del contexto internacional o una crisis política interna podrían generar una gran caída del peso. En este sentido, señalaron que el stock de pesos, medido por la cotización del contado con liquidación, se duplicó este año, lo que indica el potencial impacto de un shock económico.
Incluso si esta crisis no ocurre, el dólar barato no es un escenario sin consecuencias para varios sectores de la economía. Un ejemplo claro es el turismo, que experimenta una mayor competitividad frente a los precios internacionales debido al tipo de cambio actual, lo que podría afectar a la industria turística local. Otros sectores industriales también enfrentarán dificultades, especialmente en lo que respecta a la apertura de importaciones.
Desde el sector agropecuario, uno de los más competitivos, también se perciben riesgos. Aunque el atraso cambiario se compensa parcialmente por la reducción de la brecha cambiaria, la desaparición del incentivo del dólar "blend" pone en duda la rentabilidad de las exportaciones. Esto es particularmente preocupante en un contexto de precios bajos de la soja, que se encuentran muy por debajo de los niveles registrados en años anteriores, lo que podría generar tensiones adicionales con respecto al nivel de las retenciones.
El economista Fausto Spotorno prevé que si el dólar "blend" pierde competitividad debido a la caída del CCL y la inflación en pesos, sumado a una posible fortaleza del dólar a nivel mundial y un aumento de los stocks de soja, el tema de las retenciones se hará aún más difícil de manejar. Este escenario es solo una muestra de los desafíos que el dólar barato presenta para la economía argentina, cuyas consecuencias son inciertas pero potencialmente perjudiciales para varios sectores clave.