Juliana López May, una empresaria de la cocina

a carrera profesional de Juliana López May empezó junto al chef Francis Mallmann, con quien trabajó durante diez años en diferentes proyectos en Inglaterra, Francia, Brasil, Canadá, Chile y Uruguay. Al regresar a la Argentina se convirtió en una las cocineras estrella del canal El Gourmet, desde donde, hace más de una década atrás, empezó a predicar los conceptos de una alimentación saludable.

Si hay algo que Juliana ha dejado en claro es su preferencia por los alimentos orgánicos. “Es lo que consumo, realmente es algo que disfruto. Considero que cómo nos cuidamos y qué consumimos en todo sentido, lo que escuchamos, comemos o vemos, tiene un reflejo en cómo nos sentimos y vivimos la vida. La comida tiene un lado de compartir porque es un placer, pero también se trata de ser conscientes de lo corporal, de nuestra salud”, expresó.

Pero su camino va más allá de la cocina. “Desde los 23 años soy mi propia jefa. Tuve socios en dos oportunidades, pero siempre estuve a la cabeza, generando ideas y trabajo. Lo vivo como algo muy natural. Siento que cada mes que arranca son 30 días en blanco. Hoy tengo un poco más de proyección, estoy un poquito más armada y la experiencia acumulada también influye. Primero me animé a ser freelance; después, emprendedora; hoy, podría decir que soy empresaria. Creo que el salto más grande lo di a partir de que Ramiro, mi marido, empezó a trabajar conmigo. Él es economista y se ocupa de la parte contable, de la administración, de los abogados; eso para mí fue un gran crecimiento”, contó.

Sin embargo, no todo fue color de rosas. “Las cosas se complicaron en varios momentos, pero todo pasa a ser un aprendizaje. Hubo asociaciones que no funcionaron, o productos que pensamos que serían súper exitosos y no lo fueron. El día a día del país también afecta, como a todos. Creo que todo ayuda para crecer, ver dónde querés poner el foco y qué te divierte”, señaló López May, a la vez que agregó: “A veces son proyectos muy ambiciosos y hay otros que son más fáciles de concretar. Siempre buscamos partners; creemos que es mejor poner nuestra marca, trabajo y know how y, en lo que no somos buenos, encontrar quién sí, para crecer en equipo.

Juliana ha recorrido distintas partes del mundo. “Cada viaje es único, pero lo más lindo es ver cómo las relaciones humanas se van entrelazando. Cuando viajo busco reencontrarme y trato de no estar tan alerta o disponible para mi familia, mis amigas o mi trabajo. Es un momento re personal; me encuentro disfrutando cosas nuevas, conociendo lugares y productos distintos, con muchas recetas, ideas y relaciones nuevas. Llega un momento en que tenés que encauzar la cocina de una manera distinta, darle una vueltita. En los viajes me abro a que las cosas sucedan”, afirmó.

Todo este amor por la comida viene de familia. El momento de la cocina era muy esperado en la casa de Juliana. “Mi mamá ponía unas mesas divinas. Siempre tenía unos alfajorcitos o unas galletitas escondidas para sorprender. Había rituales que no cambiaban, como el pollo al horno con tres guarniciones de los sábados. Me crié rodeada de cocina, en una casa con el horno prendido y espíritu de recibir. No es casualidad que, de cuatro hermanos, dos seamos cocineros profesionales y los otros dos reciban gente a lo loco en su casa. Es más, los que somos cocineros cocinamos menos que ellos”, subrayó.