Manuel Ron: "Un proyecto de estos no puede hacerse y desarrollarse a espaldas de la sociedad"

Hace varios años que entendimos que el negocio de la bioenergía ha venido creciendo en el mundo”, comenzó Manuel Ron, presidente de Bio4, en el Congreso Audiovisual organizado por Multimedios Agroempresario. Explicó que, con el crecimiento de la producción de agroenergía, los precios de los granos comenzaban a subir: “Participando o no en ese negocio, los productores agropecuarios nos veíamos beneficiados porque el precio de los granos se mantenía alto, subía”. 

Frente a ese contexto, y siguiendo el modelo de Estados Unidos, nació Bio4: “Lo que hacían los farmers era asociarse, juntarse entre 50, 100 productores agropecuarios del cinturón maicero y ahí poder lograr la escala necesaria para integrarse y transformar estos granos de maíz”, señaló Ron. Con una problemática muy similar a la de los productores argentinos, en 2005 los americanos se enfrentaban a una situación en la que el costo del flete se llevaba más del 30% del valor del maíz. En Argentina, con el mismo problema, “había que darle valor agregado al maíz para poder seguir haciéndolo”, comentó el presidente de Bio4 e indicó que fue allí cuando “decidimos incursionar en el negocio del bioetanol allá por el año 2005. Empezamos a estudiar viendo lo que hacían en Estados Unidos”. Actualmente, el país del norte lidera en la producción de etanol a partir del maíz y Brasil es líder en la producción con caña de azúcar. En el caso de Bio4, debido al clima templado, decidieron avanzar utilizando a maíz como insumo. Con la mejora en la tecnología, los planes de fertilización, la siembra directa y el manejo, aumenta la productividad y la cantidad de granos producida por hectárea. Por ende, “veíamos a la bioenergía como el lugar ideal para colocar los excedentes agrícolas”, resaltó Ron y como ejemplo, sostuvo que “hoy consume más maíz que la industria porcina en comparación”. Según el presidente de Bio4, en Estados Unidos los últimos diez años, la demanda de granos para la alimentación humana, la nutrición animal y la molienda se mantuvo constante; en cambio, para los biocombustibles, hubo un incremento fuerte.

Ron explicó que para la producción de biomasa, no es necesario hacer una “central eléctrica que es una mega inversión en un lugar concentrado”, sino que “se produce en forma distribuida; para hacer energía eléctrica a partir de biomasa se pueden hacer pequeñas plantas en el interior donde terminan las líneas eléctricas”.

La primera planta que construyeron fue Bio4, que es un “proyecto asociativo, donde somos 28 socios productores agropecuarios que rompimos con la barrera del individualismo”, señaló Ron. El grupo de productores decidió “armar una industria para transformar el maíz en la zona de Río Cuarto”. Además de cambiar la matriz productiva de la región, esta integración les permitió “tener acceso a sistemas de información y consultoría a un nivel de profesionalismo que no podíamos acceder en nuestras empresas”, afirmó el presidente de Bio4. Aseguró, además, que les permitió tener una vinculación más directa con la sociedad: “Esto acerca mucho el campo a la ciudad. A partir de radicar una industria en la periferia, el vínculo con las fuerzas vivas, con las fuerzas políticas, con las fuerzas sociales de la ciudad se fue fortaleciendo y eso nos involucra muchísimo más y estamos participando como ciudadanos de Río Cuarto, participando mucho más de la vida cotidiana de la ciudad, interactuando y ayudando en muchos temas sociales”. “Un proyecto de estos no puede hacerse y desarrollarse a espaldas de la sociedad”, remarcó.

En ese sentido, sostuvo que con la inversión que se hizo en Bio4, se generaron puestos de trabajo directo e indirecto, desarrollando a los proveedores, como pueden ser los talleres y transportistas; “es un derrame en cascada que va generando un polo de desarrollo y de conocimiento”.

En lo que refiere al proceso productivo, Ron explicó que “por cada tonelada de grano de maíz que entra, se producen 400 litros de etanol, 300 kilos de burlanda y 300 kilos de CO2”. La burlanda es el subproducto generado a partir de las grasas y las proteínas y es una fuente proteica que da muy buen resultado en la alimentación animal. “Alrededor de las plantas de etanol se generan clusters ganaderos por la competitividad que ese alimento trae”, destacó Ron. Con este panorama, pudiendo ubicar un subproducto y seguir agregando valor, desde Bio4 proyectan un plan granadero grande porque “estamos convencidos de que Argentina se va a transformar en el supermercado del mundo y queremos tener un proyecto ganadero para exportación donde utilicemos la proteína vegetal de la planta, la transformamos en proteína animal y podamos así exportar cortes de carne”, describió Ron. La burlanda, como explicó el presidente de la planta, se puede producir tanto de forma seca (exportable; dura varios meses) o húmeda (60% de agua; dura 10 días según la temperatura). “Creemos que para poder vender productos terminados, hay que desarrollar la agroindustria, las industrias procesadoras”, expresó.

Otro de los proyectos que surgieron también con el grupo de socios es Bioeléctrica, presidido por Germán Di Bella. “Somos una gran cantidad de productores agropecuarios que nos hemos asociado para armar una red de plantas de biogás, que es la digestión anaeróbica de productos orgánicos”, detalló Ron y describió el sistema como “un gran rumen digestor” donde se van incorporando las silas y la bosta y las bacterias anaeróbicas van transformando todos los compuestos orgánicos en biogás. “Ese biogás se mete en un motor que tiene un generador en la punta y genera 1,2 megavatios hora de electricidad; es una cantidad que alcanza para abastecer un pueblo de 3.000 habitantes”, agregó.

“Estas inversiones son las que generan laburo, las que pueden realmente transformar esta realidad del campo, del granero del mundo al supermercado del mundo, porque es la primera parte de la industrialización que tenemos que hacer en la Argentina”, finalizó Ron.