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Por Agroempresario.com
La reciente eliminación transitoria de las retenciones a las exportaciones agropecuarias volvió a poner sobre la mesa el debate más profundo del campo argentino: ¿qué podría lograr el país si se eliminara la presión fiscal sobre el sector productivo más dinámico? En apenas tres días, con derechos de exportación en cero, se alcanzó el cupo de US$7.000 millones, lo que expuso de forma contundente el potencial dormido de la agroindustria.
Ese fue el eje central del panel “El futuro del campo: potencial, riesgos y oportunidades en el escenario global y local”, que abrió una nueva jornada del Agrotech & Campo Summit organizado por Forbes Argentina en el Hotel Four Seasons de Buenos Aires. Participaron Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina; Ricardo Buryaile, exministro de Agroindustria; Gustavo Idigoras, presidente de Ciara-CEC; y Juan Lariguet, presidente de Corteva Agriscience Cono Sur. El panel fue moderado por Alex Milberg, director de Forbes Argentina.
La eliminación temporal de las retenciones generó un shock positivo e inesperado en el mercado. “Evidentemente estamos en una sutil línea peligrosa. Los derechos de exportación tienen que ser cero. No le busquemos mucha vuelta”, sentenció Nicolás Pino, aunque destacó que la reacción del sector ante el estímulo fue inmediata. “El campo siempre responde”, remarcó, valorando la velocidad con la que el agro respondió a la medida del gobierno.
Para Ricardo Buryaile, exministro de Agroindustria, la medida fue mal comunicada y peor implementada. “Llevó a idas y vueltas innecesarias. Se tocó un tema muy sensible, que son los derechos de exportación. Nadie imaginaba lo que iba a pasar, aunque se presagiaba un lunes difícil. El Gobierno pensó en su necesidad de dólares, no en los productores”, criticó.
Desde Corteva Agriscience, Juan Lariguet aportó contexto: “Argentina puede crecer más de 40% en volumen de producción sin necesidad de más tierra. Podemos pasar de 140 a 200 millones de toneladas. Pero lo que falta es capital de trabajo, que está atrapado en las retenciones”. Para el ejecutivo, sin previsibilidad ni reglas claras, es imposible planificar a largo plazo.
Gustavo Idigoras, presidente de Ciara-CEC, coincidió en que lo ocurrido fue una muestra del enorme potencial que tiene el agro argentino sin trabas fiscales. “Se demostró que somos un mercado altamente competitivo. Hay productores con capacidad de vender al mejor precio y exportadores que pueden comprar durante todo el año”, explicó.
Además, destacó el impacto internacional que tuvo la medida: “Durante 48 horas, Argentina ofreció los precios más competitivos del mundo. China compró 20 barcos de poroto de soja en ese lapso. Eso generó preocupación en Estados Unidos. ¿Por qué? Porque ese producto es su principal fuente de ingreso con China”, advirtió.
El contexto internacional, convulsionado por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, presenta una ventana de oportunidad para países como Argentina. “Estamos alejados de los grandes conflictos globales. Tenemos tierra, capacidad productiva y voluntad. Solo necesitamos condiciones estables”, afirmó Pino.
El presidente de la Sociedad Rural Argentina fue claro: “El rumbo está marcado, vamos camino a retenciones cero. No en los tiempos que quisiéramos, pero estamos en esa dirección”. Sin embargo, también advirtió que el nuevo escenario obliga al productor a ser más eficiente. “Tuvimos 20 años de políticas berretas que nos llevaron a priorizar balances financieros por sobre la productividad. Ahora tenemos que mejorar en lo productivo”, dijo.
Por su parte, Lariguet puso el foco en la falta de innovación: “Llevamos más de dos décadas de atraso en mejoramiento genético de soja, nuestro principal cultivo. Necesitamos transformar nuestras ventajas comparativas en ventajas competitivas reales”, sostuvo.
Argentina tiene el conocimiento, el clima, el suelo y la experiencia para adoptar tecnología de punta. Pero las restricciones financieras, principalmente por la carga tributaria, impiden esa adopción. “El productor termina haciendo una agricultura conservadora. No por falta de ganas, sino porque no puede arriesgar sin capital de trabajo”, lamentó Lariguet.
Gustavo Idigoras fue enfático: “No somos un jugador de la tercera división. Somos un jugador de la primera división. Solo imaginemos lo que podríamos lograr con retenciones cero permanentes. Nadie nos pararía”.
Para el dirigente, la lección es clara y también debería serlo para la política. “Déjennos vivir una vez en la vida sin retenciones. Esa debe ser la meta. No podemos seguir castigando al único sector que genera dólares genuinos y empleo federal en Argentina”, afirmó.
La jornada cerró con un mensaje claro y compartido por todos los panelistas: la agroindustria argentina tiene todo para convertirse en una potencia global, pero necesita previsibilidad, reglas claras, innovación y menos carga tributaria para liberar ese potencial.
En un país urgido de crecimiento, generación de divisas y empleo, el agro se presenta como el motor capaz de ofrecer resultados rápidos y sostenibles. Las retenciones cero demostraron en solo 72 horas lo que puede suceder cuando se libera al campo de sus trabas.
Ahora, el desafío es político. ¿Estará el Gobierno dispuesto a sostener el rumbo y dar el salto que la agroindustria reclama desde hace décadas? El potencial está. El momento es ahora.
