Los bonos verdes, emitidos por organizaciones internacionales como el Banco Mundial, gobiernos, corporaciones y universidades, están destinados a financiar proyectos de energías renovables, como la eólica y la solar. El objetivo es luchar contra el cambio climático, buscando disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, compañías como Apple y Starbucks también han efectuado emisiones de bonos verdes. Samantha Palm, gerenciadora de cartera del Parnassus Fixed Income Fund –un fondo que realiza inversiones de acuerdo a principios ambientales y sociales, y que posee bonos verdes entre sus activos–, expresó que “Apple hizo un gran trabajo en cuánto a definir en qué proyectos va a trabajar y cómo usará los ingresos para reducir costos y emisiones de energía”.
Asimismo, Palm señaló que lo que se necesita es “una auditoría independiente para demostrar que lo recaudado fue usado tal como se preveía, y un informe sobre la ganancia financiera y ambiental”.
De acuerdo a la Iniciativa de Bonos del Clima, el año pasado se emitieron alrededor de US$150.000 millones en bonos verdes. No obstante, al compararlo con los US$1,5 billones de emisión de deuda anual corporativa en EE.UU, el mercado local sigue siendo chico.
Según William Sokol, director ejecutivo de productos de fondos que cotizan en bolsa para VanEck, explicó que este tipo de bonos existen desde hace más de diez años, sólo que no se los llamaba de esa manera. “Eso cambió en 2014 con la creación de los Principios de los Bonos Verdes por la Asociación Internacional de Mercados de Capitales de Zurich”.
Southern Power produce la mayor parte de su electricidad utilizando gas natural. Por ese motivo, sus bonos están prohibidos en algunos fondos que tienen principios ambientales, como es el caso de Parnassus Fixed Income Fund.
Vishal I, Jhanduja, manager del fondo Calvert, creado en 2013, sostuvo que adquiere tanto bonos reconocidos como verdes como algunos que no están calificados de esa manera aunque poseen criterios ambientales.
Stephen M. Liberatore, gerenciador del fondo TIAA-CREEF Social Choice Bond, manifestó que la idea es identificar los bonos ambientales y reconocer los proyectos que realicen un buen desempeño, más allá de que estén o no considerados como verdes.
Aquellos que proponen invertir en bonos verdes advierten que se suelen enfocar más en el cambio climático que en la adquisición directa de acciones. El director de investigaciones de sustentabilidad para Morningstar, Jon F. Hale, expresó que “cuando uno piensa en el impacto, dólar por dólar, probablemente se tenga mayor influencia” con un fondo de bonos verdes que con un fondo con criterios ambientales.