Eduardo Améndola: "Siempre están los primeros que adoptan una tecnología y después están los seguidores"

"El supervisor que está viendo la computadora, ve más de lo que vería si estuviera arriba del tractor", aseguró el gerente de Marketing de Case para Argentina y Latinoamérica

Eduardo Améndola:
viernes 02 de marzo de 2018

En la Mega Exposición de Ideas organizada por Multimedios Agroempresario en el Hotel Sheraton de Buenos Aires, el gerente de Marketing para Argentina y Latinoamérica de la empresa Case, Eduardo Améndola, presentó el primer tractor autónomo que existe actualmente en el mercado. “Permite realizar las mismas actividades, las mismas tareas que un tractor convencional pero sin la presencia física de un operador”, describió.

El desarrollo tecnológico responde a los principales lineamientos de la compañía: “Nuestros objetivos, las tendencias y desafíos son garantizar la producción de alimentos, un interés mayor por tener una agricultura sustentable”, remarcó.

El primer tractor a vapor fue fabricado por Case en 1869; “fue probablemente un producto tan revolucionario como el que estamos presentando ahora porque permitió cambiar un modelo de producción. Antes de ese tractor, el agricultor que cultivaba debía ir caminando atrás de un animal y sus manos iban en un arado y en las riendas del animal. Al fabricar ese tractor, lo sentó en la comodidad de un tractor y sus manos al volante”, reseñó el gerente de Marketing de la empresa.

Ante un panorama donde la población a nivel global aumentará de 7 mil millones a 9 mil millones en 2050, el desarrollo de las máquinas se vuelve un desafío para lograr aumentar la producción de alimentos con la misma cantidad de tierras.

El tractor autónomo aparece como evolución de la agricultura de precisión: “Esa historia comienza en la década del ‘90 cuando cae el muro de Berlín y empieza a haber en el espacio una cantidad ociosa de satélites que antes eran de uso exclusivo militar y de espionaje que pasan a tener un uso civil”, relató el gerente de Marketing y explicó que, aprovechando esos satélites, se fueron desarrollando tecnologías pertinentes a la maquinaria agrícola; primero, los banderilleros (barra de luz que indicaba al tractorista la próxima pasada); luego, se inventaron los sensores de rendimiento, con lo cual se empezó a entender la variabilidad dentro del lote; a partir de la vinculación que se logró entre los banderilleros, los cilindros de dirección de los tractores y los pulverizadores, se creó el piloto automático; asimismo, se inventaron los giros en cabeceras, que permiten que el tractor gire solo cuando llega al final del lote.

“También comenzó la era de la conectividad y las máquinas empezaron a recibir y a transmitir datos y eso fue un gran cambio porque se crea una nube donde se empieza a generar información”, señaló Améndola.

Para comprender el avance y los beneficios de la agricultura de precisión, el gerente de Marketing de Case ilustró una situación sin utilizar la tecnología y, luego, la misma escena utilizándola: “El tractor pasó en un sentido, sembró y después pasó en otro sentido y volvió a sembrar; probablemente no solo sembró sino que también aplicó fertilizante. Lo que estamos logrando es un efecto contrario porque probablemente esa sobredosificación de fertilizante puede ser contraproducente, puede crear fito-toxicidad y seguramente también vamos a tener una competencia entre especies porque vamos a tener plantas muy próximas”, describió en una situación de siembra tradicional. En cambio, si se utilizara agricultura de precisión, “el tractor mismo que pasa por arriba del cultivo, la sembradora identifica dónde ya fue sembrado y va a sembrar solamente en el área que tiene que ser sembrado, economizando recursos y empezando a producir más”.

Para que la máquina trabaje sola, según Améndola, se necesitan herramientas de gerenciamiento, monitores, pilotos, cabeceras, dosis variables y telemetría. Si, además, se cuenta con sensores ambientales y sensores que puedan medir la compactación de la tierra, se crea “una nube más compleja que denominamos ecosistema agrícola”. Y, si a este ecosistema agrícola se lo vincula con procesadores de alta eficiencia, se alcanza la inteligencia artificial, por lo cual “la máquina puede empezar a planificar y realizar las tareas de forma autónoma”.

En el caso puntual del tractor diseñado por Case, el gerente de Marketing de la compañía explicó que, a todos los componentes de agricultura de precisión, tuvieron que agregarle sensores que reemplacen los sentidos del operador. Éstos comienzan con un radar laser que “dispara cientos de miles de puntos en 180 grados y eso permite trazar un plano 3D de todo lo que está adelante del tractor, consigue hasta detectar las curvas de nivel”, describió Améndola. En primera instancia, explicó, obtiene un plano de detección de obstáculos; luego, con sensores que determinan la humedad y la temperatura, el tractor puede determinar si el obstáculo en cuestión es animado o inanimado. Todo esto, vinculado con cámaras de alta resolución, es transmitido por un monitoreo remoto que llega a la computadora, Tablet o celular del operador que lo controla a la distancia. “El supervisor que está viendo la computadora, ve más de lo que vería si estuviera arriba del tractor”, destacó Améndola. 

Para comprender la evolución de la autonomía en la maquinaria agrícola, el gerente de Marketing de Case explicó que se clasifica en cinco niveles:

Nivel 1 – Guiado. “La máquina realiza acciones automatizadas pero necesita la presencia física de un operador”; ejemplos son el piloto automático y un giro de cabecera.

Nivel 2 – Coordinación. “Una máquina empieza a transmitir coordenadas y datos de velocidad a una segunda máquina”. Un ejemplo podría ser el siguiente: cuando una cosechadora nota que la tolva se está llenando, llama a un tractor para que la auxilie y comienzan a trabajar a la par coordinadamente. En este caso, se necesita la presencia física de un operador en ambas máquinas.

Nivel 3 – Líder y Seguidores. La cosechadora guía al tractor. En este caso, solamente se requiere la presencia física del operador en la cosechadora.

Nivel 4 – Autonomía supervisada. “La máquina puede planificar y realizar todas las tareas de forma autónoma” pero, igualmente, necesita un responsable que pueda resolver determinados problemas que puedan surgirle a la máquina. Por ejemplo, la presencia de un árbol que no estaba previamente mapeado en la ruta; como el obstáculo no se puede mover, la máquina necesita del supervisor que le indique qué hacer.

Nivel 5 – Autonomía total. “Tiene una capa de inteligencia artificial más que el nivel 4 y el tractor o la máquina puede resolver situaciones que no tenía previstas con software que se retroalimenta de experiencias pasadas”.

El tractor autónomo de Case se encuentra entre los dos últimos niveles. De todas formas, es un producto que aún no está a la venta debido a que “no existe todavía en el mundo una legislación que regule vehículos terrestres no tripulados”, declaró Améndola. Sin embargo, el tractor está trabajando en California, ya que las licencias especiales que se requieren para hacer las pruebas de este tipo de productos, se otorgaron en ese estado.

“La adopción de esta tecnología suponemos que va a ser gradual; siempre están los primeros que adoptan una tecnología y después están los seguidores. Seguramente de la misma forma que en el siglo XIX cambiamos un paradigma de producción, probablemente estemos abriendo la puerta a una nueva forma de producir alimentos”, finalizó Améndola.

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