S.O.S bodegas

l vino argentino está en crisis y atraviesa una gran paradoja: vende más pero gana menos. Este singular fenómeno está marcado por el traslado de consumo hacia productos de precios más bajos y por un impulso de las exportaciones a granel, de menor valor agregado. La lucha de un sector que carga con cinco años consecutivos de pérdidas y caída de su facturación.

La industria vitivinícola argentina transita una etapa de fuertes contradicciones. Así lo refleja el último informe realizado por Bodegas de Argentina, la cámara de la industria del vino de la República Argentina. El objetivo de la entidad fue analizar las causas del retroceso de la actividad y su desempeño durante el segundo trimestre 2020, con el acompañamiento de un particular fenómeno paralelo: la recuperación de volúmenes vendidos tanto en el mercado interno como en el exterior. En este sentido, los expertos señalan que “la clave de esta singular situación pasa por el deterioro de los precios, que no ha logrado vencer la inercia de varios años de estancamiento”.

El documento, elaborado por el Centro de Estudios Económicos, intenta registrar el origen de la crisis de una industria que no logra levantar cabeza. En esta línea, el diagnóstico señala que “la industria argentina de vinos lleva cinco años de una profunda caída de facturación. En el último año –cerrado en junio–, la facturación total fue un 18% más baja que en 2015, con niveles parecidos a los de hace más de una década atrás (2007 y 2008)”.

El reporte enumera las principales causas que desembocaron en la actual situación: el agresivo contexto macroeconómico en el que se ha desempeñado el sector con un nivel de inflación promedio anual del 37,5%; el deterioro de los salarios reales; la caída del consumo per cápita, con un traslado hacia productos más baratos; y el impulso de las exportaciones a granel, de menor valor agregado, producto de la devaluación.

Las sucesivas devaluaciones de los últimos años no ayudaron a mejorar la rentabilidad del sector pese al incremento que mostraron las exportaciones por un tipo de cambio más alto. “El impulso a las ventas externas favoreció los envíos de menor valor agregado, es decir, los vinos a granel, por tratarse de un commodity cuyo precio resulta muy atractivo en los mercados mundiales, pero como contrapartida puede remunerar a precios muy bajos la materia prima”, precisa el informe.

Los expertos toman como referencia el caso del Malbec, la cepa más famosa de los vinos argentinos en el mundo y cuyo valor obtenido por la producción de una hectárea se ubica, en promedio, en US$2.400, cuando el costo de producción es de casi el doble de ese valor.

El documento presentado también incluye un análisis sobre la escasez de crédito y los elevados niveles impositivos que enfrentan las bodegas en comparación con sus competidores internacionales.

La pandemia

Respecto al impacto de la pandemia de coronavirus, el informe destaca los efectos negativos que el comercio de vinos a nivel internacional sufrió durante los primeros seis meses de 2020, registrando una caída del 6,6% para los mercados más importantes de los vinos argentinos en el último año.

En este contexto, los principales inconvenientes que enfrenta el sector vitivinícola se vinculan con las dificultades logísticas para los envíos, y también con los cierres obligados que afectaron a restaurantes y vinotecas de todo el mundo, donde se ofrecen los vinos argentinos de mayor valor.

Por otro lado, desde Bodegas de Argentina subrayan la oferta de botellas de menor valor en las góndolas de los supermercados durante este período de cuarentena.

Por último, la entidad señala a la demanda de vinos para consumir en el hogar como otro motivo de preocupación para el sector. “Hubo un momento en que la demanda para consumir en el hogar ayudó a compensar parcialmente la interrupción de ventas en restaurantes. Pero allí también jugó el efecto precio, por lo que la rentabilidad de las bodegas igual quedó afectada”, precisan. Según el informe, el consumo de vino per cápita en el país fue de 20,8 litros durante el último año, casi un 10% menos que en 2015.