El área sembrada con cultivos transgénicos a nivel mundial fue de 189,8 millones de hectáreas en 2017, lo que significó un incremento de 4,7 millones de hectáreas en comparación a lo cultivado en 2016, es decir, un 3%. En nuestro país, la superficie sembrada fue de 23,6 millones de hectáreas, lo que constituye el 12,4% del área total.
Según estudios del Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotenología y PG Economics, el incremento responde al aumento de ganancias derivadas de los precios altos de las materias primas, a una mayor demanda de los mercados y a la amplia oferta de semillas con nuevas tecnologías.
Estados Unidos es el país que más incide en la siembra de cultivos genéticamente modificados, con 75 millones de hectáreas; seguido por Brasil, con 50,2 millones; y la Argentina, con 23,6 millones de hectáreas. Además, entre los países aportantes se encuentran Canadá, China, la India, Pakistán, Paraguay y Sudáfrica. La Unión Europea es la gran ausente, ya que solo aportan España y Portugal.
Paul Teng, presidente del consejo directivo del Servicio Internacional de Adquisición de Aplicaciones de Agrobiotecnología, sostuvo que “los transgénicos ofrecen enormes ventajas para el ambiente, la salud de las personas y de los animales, y contribuyen a mejorar las condiciones socioeconómicas de los agricultores y del público en general”.
En ese sentido, el ejecutivo mencionó algunos ejemplos, como el desarrollo de manzanas y papas que no se oscurecen ni echan a perder, el ananá dulce enriquecido con antocianinas, y la soja con contenido modificado de aceite.
Con respecto a la soja transgénica, el estudio indicó que representó el 50% de la superficie sembrada con cultivos genéticamente modificados en todo el mundo; tanto EE.UU como Brasil y la Argentina adoptaron la soja transgénica en un nivel mayor al 90% de su producción.
Según Teng, “la falta de seguridad alimentaria a nivel global es un problema muy importante al que se enfrentan los países en desarrollo. Durante más de 20 años hemos visto cómo la adopción de cultivos transgénicos en los países en desarrollo ha contribuido a obtener rendimientos más elevados, productos más seguros y mayores ingresos”. Y agregó: estos factores pueden ayudar a disminuir la pobreza, el hambre y la desnutrición”.