Nuevo escenario para producir alimentos

stamos transcurriendo el año cero de la era coronavirus. Por ahora, es un eterno domingo hogareño para la mayor parte de la población global. Tiempo de múltiples contactos por medios electrónicos, lecturas o relecturas de textos o libros a mano; los que tienen conectividad pueden estudiar, desde los jardineros a los universitarios; otros, con entretenimientos vía web. Cocinando más y diverso, compartiendo más tiempo con quienes vivimos”, expresó el director del programa de Bioeconomía de la Fauba, Fernando Vilella.

Según Vilella, es oportuno ponerse a “pensar y reflexionar sobre el futuro tanto inmediato como a largo plazo”. En ese sentido, destacó: “Encontramos que mucho de lo que circula en todos los medios es una tendencia lineal simple donde solo se aceleran los procesos en función de sus tesis preexistentes, pura confirmación de sus ideas previas. Lamentablemente, creo que eso es demasiado débil y muchas veces sin sustentos que puedan acreditar las mismas”.

De acuerdo con el profesor, según la posición previa del autor, se pueden mostrar futuros utópicos o distópicos en relación con todo, desde las libertades públicas, la democracia, el sistema económico nacional y global, la primacía de Estados Unidos o China, el rol de Rusia, los gobiernos globales, nacionales o regionales, o temas como el cambio climático y sus fuentes, los sistemas de salud o la seguridad alimentaria en base a lo local o lo global.

“Estoy seguro de que cada afirmación debe sustentarse en datos para tener al menos cierta credibilidad. En la producción de alimentos hay factores inescindibles como la disponibilidad de climas adecuados, a lo que se suma la disponibilidad de mano de obra cada vez más calificada, tecnologías apropiadas y empresarios capacitados”, explicó el especialista, a la vez que subrayó: “Con los formatos actuales de producción no podemos escapar de las mismas”.

Se cree que los países deben volver a autoproducir todos sus alimentos y que desparecerán las cadenas globales de suministro. Según Vilella, esto ocurrirá con más probabilidad en la industria de medicamentos o los insumos para la salud. “La tecnología e insumos necesarios están disponibles y es una decisión de mayores o menores costos”, aseguró.

“Para los alimentos y sus requerimientos, puede plantearse, sin generar una crisis política mayúscula, que China dispondrá totalmente de la autoproducción de sus alimentos para sus clases medias crecientes y centenares de millones que aún quieren entrar en ellas, teniendo un chino una disponibilidad de suelo cultivable 7 veces menor que un argentino o 8 veces menos agua dulce per cápita y que, además, en los últimos 10 años por urbanización o contaminación han salido de su circuito productivo unas 10 millones de hectáreas, casi el total de la superficie cultivada en la Argentina de maíz más trigo”, detalló.

Según los cálculos que hacen medios internacionales, el crecimiento de la productividad total de los factores de la agricultura del este de Asia (China, Japón, Corea del Sur y Corea del Norte) es del orden del 3% anual y su demanda crece al 3,6%, mientras que en el sur y sudoeste de Asia (India y la ASEAN) la producción crece al 2,5% pero su demanda crece más.

En este contexto, Villela opinó: “Entre ambas regiones, con las actuales proyecciones poblacionales, se llega a que 800 millones de personas dependerán exclusivamente de importaciones o de cambios alimentarios y productivos disruptivos aún desconocidos. Eso sin considerar las crecientes exigencias en calidad y requerimientos de certificaciones y trazabilidad cada vez más exigentes, donde Blockchain tiene un espacio. ¿Podrá ser? Habrá que evaluarlo”.

Otro aprendizaje de este último año, al que hace mención el profesor de la Fauba, es el que generó la fiebre porcina africana que arrasó entre el 40% y 50% de la población de cerdos de China, es decir, un 25% del total mundial, duplicando el precio minorista e incrementando enormemente las importaciones chinas. “Puede arriesgar el régimen que se repita otra crisis alimentaria porque otro virus arrase con los pollos o los peces, de los que producen más de 50 millones de toneladas anuales, en comparación con nuestra producción de carne vacuna hace 50 años que es de solo 3 millones de tn”, argumentó.

Por otro lado, si bien afirmó que es muy difícil pronosticar el futuro en este momento, consideró que sí se pueden plantear ciertos escenarios futuros. “Es lo que intentaremos en el Séptimo Simposio Internacional Del Sur al Mundo en 2030, analizado desde la pandemia 2020. Allí, como siempre, expertos, académicos, empresarios y funcionarios públicos estaremos pensando y compartiremos ideas sobre este futuro incierto”, expresó.

“Mi visión es que la revolución para la Argentina sea fabricar las muchas e imprescindibles divisas a partir del dataismo: la información proveniente del agregado tecnológico a las exportaciones de alimentos permitirá, a partir de las crecientes exigencias sanitarias, penetrar los mejores mercados. Hace muchos años sostengo que quizás es el momento adecuado de organizar la OPEP de los alimentos desde América del Sur”, enmarcó.

Finalmente, indicó que en este año cero de la era coronavirus se verá si la especie humana es capaz de construir las bases para algo mejor en este contexto de crisis. “Los lobos autoritarios están sueltos, pero si somos lo suficientemente antifrágiles, en términos de Taleb, quizás saldremos mejores. Sin dudas, estamos en la misma tormenta sin límites territoriales; depende de las dirigencias y de todos nosotros estar a la altura en estas dramáticas circunstancias”, concluyó.