El éxito del manejo nutricional en gramíneas

ara alcanzar buenos rendimientos en gramíneas, la fertilización con nitrógeno (N) y fósforo (P) es clave. Se trata de un aspecto central, teniendo en cuenta que esta tecnología es responsable de hasta el 30% del rendimiento final.

Si nos referimos a los cultivos de gramíneas, el trigo y el maíz, con 6,6 y 6,2 millones de hectáreas sembradas en la última campaña, respectivamente, son los más importantes de Argentina. Según un estudio realizado por Fertilizar, del total de nutrientes exportados con los granos, entre el 40% y el 54% son repuestos con fertilizantes. “Se sigue en una tendencia positiva, ya que en el último año el mercado creció un 8%, siendo el motor el trigo y el maíz”, indica el informe.

Otro nutriente utilizado es el azufre, sobre todo en aquellos ambientes de muchos años de agricultura y bajo nivel de materia orgánica, sumándose estos últimos años el zinc.

Se trata de un nutriente en el que debe trabajarse para incrementar su uso, debido a que su contenido viene disminuyendo de forma importante en los suelos de la región pampeana. En este sentido, un relevamiento de 2011 impulsado por Fertilizar junto a laboratorios de la región pampeana muestra que “el 47% de lotes analizados presenta valores menores a 1,03 mg/kg (ppm) de suelo extraído con DTPA, siendo éste considerado un valor crítico; por debajo de esa línea, se incrementa significativamente la probabilidad de respuesta a la aplicación del nutriente”.

Este trabajo se repitió en 2018, ocasión en la que estuvo coordinado por Hernán Sainz Rozas, de la unidad integrada INTA-FCA Balcarce, en el que se llegó a la conclusión de que “el 67% de los lotes analizados presentan valores menores a 1,03 mg/kg”.

Los resultados alertan a los especialistas dada la importancia de la función fisiológica del zinc (cofactor enzimático) al aumentar la eficiencia de uso del nitrógeno, el nutriente más requerido por estos cultivos.

Otra de las funciones destacadas es la de favorecer la síntesis de hormonas de crecimiento. Es decir, va a generar un incremento del crecimiento radicular, permitiendo explorar un mayor volumen de suelo, aumentando la captura de agua y de nutrientes. En definitiva, la eficiencia global del sistema suelo-planta.