Desarrollo Económico & Social / Negocios & Estrategias

Siete maneras de administrar las emociones negativas en el trabajo

Un líder positivo deja de lado el ego y recurre a la innovación emocional para guiar e inspirar a sus empleados ante situaciones que generan desequilibrio

Siete maneras de administrar las emociones negativas en el trabajo

Si bien hace unas décadas era impensado hablar de la gestión de emociones a nivel laboral, porque mostrar y expresar sentimientos condenaba al fracaso de cualquier trabajador, hoy es fundamental tener este aspecto en cuenta a la hora de generar un clima interno positivo que facilite el flujo de la dinámica de tareas. Es importante remarcar que en la actualidad no sirve el prototipo antiguo de jefe manipulador y egoísta, ya que ahora se destacan los líderes que son capaces de inspirar y guiar a sus empleados para conseguir los mejores resultados. La sensibilidad bien entendida, el tacto, la cercanía y la buena comunicación son esenciales para manejar las emociones en cualquier empresa.

Desde inicios del siglo XXI, mostrar una inteligencia emocional apropiada en el trabajo y en la vida es considerado un recurso valioso e indispensable para el desenvolvimiento profesional. A esto se lo llama Innovación Emocional, que depende de los ambientes, la comunicación y de no caer en picos emocionales ante problemas para conseguir la complementariedad con el resto. La ira, la queja, la frustración y el enojo, además de ser contaminantes, generan un desgaste que requiere mucho tiempo de recuperación.

Daniel Goleman, padre del concepto de Inteligencia Emocional, afirma que el liderazgo no está relacionado con el control de los demás, sino con el arte de persuadirlos para colaborar en la construcción de un objetivo común. De modo que es sustancial poder reconocer los sentimientos más profundos y saber lo que hay que hacer para estar más satisfechos en el trabajo.

De esta manera, se delimitaron siete tipos de gestiones para afrontar instancias negativas en una empresa:

1- Gestión de quejas: el desafío es convertir las quejas en oportunidades de crecimiento y aprendizaje. Una cosa es desarrollar un “pensamiento crítico”, que aporte con ideas a la solución de problemas, y otra es ser hiriente. Es necesario medir el impacto que tendrán nuestras palabras, gestos o acciones en el grupo de empleados. Lo más aconsejable es dejar pasar el momento de ira y enfocar las acciones desde un punto de vista constructivo.

2- Gestión de críticas: en cualquier lugar al que vayamos vamos a encontrarnos con personas que critican y expresan sus frustraciones de manera inapropiada. Ante cada crítica, se deberá afrontarla de manera suave y firme, manifestando un pedido concreto de que se aporten al menos tres soluciones alternativas. De esta manera, paulatinamente bajará el nivel de críticas.

3- Gestión de rivalidades: el ego, la soberbia y la arrogancia son expresiones desagradables que se manifiestan en muchas personas. Ante una situación donde alguien desde su ego acuse desmedidamente a otro, el líder debería convocar en privado a las personas que lo expresan y sanar la relación, en base a puntos de contacto seguidos atentamente.

4- Gestión de la comunicación interna: los problemas emocionales muchas veces surgen de rumores o chismes que se divulgan en la empresa por lo bajo y crean un clima de malestar conjunto. Para que esto no suceda, es necesario articular una buena comunicación interna entre todos los empleados, donde se tengan en cuenta los acuerdos y temas que deban comunicarse. Hay que aplicar los canales y medios apropiados para llegar a todos los niveles, con un mensaje transversal único.

5- Gestión del cambio: muchas personas tienen algún grado de inseguridad o miedo ante lo nuevo, de modo que si se avecinan cambios de cualquier tipo, deberían estar consensuados y comunicados anticipadamente. Anticipar y afirmar periódicamente la visión de la compañía es fundamental para que no haya malos entendidos.

6- Gestión cara a cara: cualquier situación interna debe ser dirimida cara a cara. Para esto, se necesitan reuniones efectivas que frenen a tiempo los rumores a partir de mensajes claros, donde el líder asuma sus responsabilidades.

7- Gestión de responsabilidades: cada persona debe ser responsable de lo que le toca. El desánimo y la falta de compromiso son dos caras de la misma moneda. Trabajar con coaching grupal, hacer reuniones que promuevan el diálogo –donde se puedan sortear las diferencias–, felicitar en público y llamar la atención en privado, son maneras para convertir cargas emocionales negativas en positivas.

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