ay importantes novedades para los productores de aromáticas: la Universidad de Córdoba y el INTA desarrollaron en conjunto tres variedades de orégano. Este avance contribuye a agregarle valor al cultivo y lo convierte en una herramienta de diferenciación para mejorar la rentabilidad de sus negocios. Hasta ahora, el orégano se comercializaba según el lugar de origen (cordobés, mendocino, etc) o por sus características (compacto, criollos, etc). La posibilidad de contar con variedades inscriptas permite identificar a esta aromática por determinadas virtudes asegurando su calidad y uniformidad.
Para identificar un cultivar que no había sido caracterizado en el país se considera en primer lugar el hábito de crecimiento de la planta –erecto o rastrero–, luego el momento de floración, tipo de inflorescencia, color de flores, tallo y hojas. También su resistencia a las amenazas ambientales, el rendimiento por hectárea y sus características como materia seca, en el caso del orégano.
En líneas generales, esta especie es herbácea, perenne, y decidua. Es de la familia de las Labiataes, y produce flores que varían desde color blanco a púrpura. Las hojas son verdes a verde grisáceo y pueden ser vellosas o lisas. Presenta tallo recto, que alcanza entre 30 y 80 centímetros, ramificado en la parte más alta. Posee un rizoma rastrero y se puede multiplicar por medio de semillas, estacas o división de matas. La producción nacional de orégano se da en el oeste y noroeste argentino, zonas de clima templado, templado-cálido, seco donde existen suelos sueltos y bien drenados. El 70% de la producción se realiza en la provincia de Mendoza, y la siguen San Juan y Córdoba, en lotes no mayores a 5 hectáreas. El orégano tiene dos destinos: alimenticio, ya que se usan las hojas para condimento y el aceite como conservante; y medicinal, porque su aceite se usa también para combatir inflamación gastrointestinal
“Este trabajo de mejoramiento genético nos permitió identificar tres variedades”, señaló el ing. agr. Pablo Bauzá del INTA La Consulta, “Don Bastías, que es la primera variedad argentina, y tiene un rendimiento medio, de 3.500 kg.; Alpa Sumaj con mayor vida útil y un rendimiento de 4.000 kg por hectárea; y Aguanda que tiene casi el doble de aceites esenciales. Esta última tiene poco rendimiento en kilos de materia seca, alrededor de 1.500 kg y bastante frágil a nivel de enfermedades, pero tiene 3,5% de aceite esencial, lo que lo hace mucho más interesante”.
Don Bastías se destaca por su crecimiento uniforme. Es una planta compacta, de floración tardía y alto rendimiento de biomasa fresca y seca y buena tolerancia a condiciones ambientales adversas: características que lo posicionan en el mercado como un producto homogéneo y con calidad diferencial.
Alpa Sumaj, por otra parte, es más resistente a nematodes, fusarium, a enfermedades del suelo y al estrés hídrico. Esta variedad monoclonal de orégano tiene porte erecto y floración media. En esta variedad se destaca la presencia de coloración antociánica, violácea o amarronada en tallos, hojas y brácteas; sin embargo, sometida a las prácticas de cosecha y poscosecha adecuadas, es posible lograr un producto visualmente agradable al consumidor.
La Aguanda tiene porte erecto y floración temprana. Presenta mayor sensibilidad ante condiciones ambientales adversas tales como la presencia de organismos patógenos y el estrés hídrico, pero se destaca por tener un rendimiento en aceite esencial promedio del 3,12%, muy superior a las otras variedades.
“Con estas variedades estamos buscando mejorar la uniformidad de la producción y que haya oréganos más tipificados. A pedido de los productores y de las cámaras de especieros, que son los que se juntan para exportar, uno puede ofrecer determinada variedad con ciertas características y mayor uniformidad”, subrayó Bauzá.
En el INTA también elaboraron un documento con recomendaciones para el manejo de esta aromática ya que tiene varias amenazas que atentan directamente contra su rendimiento y calidad.
La Alternaria alternata es un patógeno que produce el Tizón foliar, que reviste importancia porque progresa rápidamente, produciendo el deterioro del producto; los síntomas se manifiestan desde el ápice hacia la base de la planta en forma de manchas foliares; las lesiones comienzan en el extremo de las hojas superiores, luego oscurecen toda la lámina y el pecíolo. Generalmente se produce necrosis, las hojas quedan secas y adheridas al tallo. Las condiciones predisponentes para que se produzca esta enfermedad son: días sucesivos de lluvia, alta humedad relativa y temperatura elevada. Con respecto a Fusarium, los síntomas son plantas con clorosis y necrosis foliar (muerte de hojas), seguida de marchitamiento, decoloración de los vasos del xilema y presencia de raíces intactas. Otras plantas además de mostrar en su follaje una sintomatología similar a la descripta, presentan podredumbre de la corona y de las raíces. Se produce en plantaciones de 1-2 años. Generalmente, las plantas enfermas se distribuyen en grupos o focos a lo largo de la hilera.
Revista Chacra