Los berries de la zona ganan mercado con identidad propia

oledad llega temprano a la chacra con un pañuelo en la cabeza, preparada para cosechar. El rocío apenas mojó las hojas de las frambuesas y bajo el aire fresco de la mañana busca su cajón y camina hacia las plantaciones. Con dos dedos delicados corta el fruto fino y lo clasifica por tamaño y color en tres bandejas plásticas. De fondo, un tero reclama a los gritos su desayuno.

Ese panorama se vive a diario en chacras de berries de la región, que por estos días, están en plena cosecha. Desde hace varios años, en la zona de Plottier, China Muerta y Senillosa la producción de frutillas, frambuesas y moras se convirtió en una salida para los productores en bancarrota. Actualmente hay más de 18 establecimientos pequeños que producen para satisfacer un creciente mercado interno.

En pocos años han creado una infraestructura que va desde capacitar operarios e instalar equipos de frío a planes de ventas.

El canto del churrinche, compite con el del tero. De un lado de la medianera verde las mujeres cosechan, del otro algunos vecinos en sus patios limpian las piscinas lujosas.

“Es un trabajo sacrificado, pero prefiero cosechar moras y frambuesas, antes que frutillas que tengo que estar agachada. En Plottier no hay trabajo para elegir, así que hago la temporada y me compro lo que necesito”, dice Fany mientras junta frutos diminutos con manos teñidas de rojo.

Plottier es una de las que más fama cobró en el rubro de los berries. Allí, dos establecimientos producen a gran escala con estructuras, cámaras de frío y contenedores. Hay otros tres o cuatro con una producción pequeña, que hacen cosecha familiar y elaboran mermeladas. Desde noviembre a esta semana, fueron días de cosecha a pleno. Luego de se ralea y para febrero comienza la segunda etapa de cosecha.

La Chacra la Piedad, es uno de los más grandes allí. Lucía Mass y Gisela Hoffmann son sus propietarias y a lo largo de 15 años lograron resistir a los loteos que amenazaban meterse en la chacra. En el 2002 pusieron un par de camellones de frambuesa y ahora cultivan dos o tres hectáreas de frutillas, moras y frambuesas.

“Teníamos pera y manzana, producimos y no nos pagaron nunca, así que desmontamos. Probamos con estos frutos y lo primero que sacamos fueron 600 kilos de frambuesas. En ese momento nadie se especializaba en moras, frambuesas y frutilla, por eso desde el Centro PyME-ADENEU se armó un equipo que nos asesoraba y nos daba los plantines”, recuerda Gisela.

No fue fácil, la falta de mano de obra, las inclemencias del tiempo, la lucha contra los yuyos se bate a diario. Al yuyo hay que sacarlo porque compite con las plantas. Se necesita mucha mano de obra y es un trabajo casi artesanal. Debieron invertir en cámaras de frío, equipos y más tarde también armaron una cabaña para atención al público.

El destino de los frutos es la venta en fresco y las que no califican por calibre, van a industria. En una sola oportunidad exportaron a Estados Unidos como orgánico, pero a ellas no les funcionó y se dedicaron al mercados interno que es grande y crece.

“La gente puede comprar desde medio kilo en adelante. Llegan por el boca en boca y las redes sociales son fundamentales. Es un producto bueno, noble y lo ven en las fotos y revientan de consultas”, dice Lucía.

“Esta modalidades de chacras, cerca de las grandes ciudades, es nueva, vos querés comprar fresco venís y te lo llevás para hacer el mejor dulce”, agregó.

Si bien han producido para exportar, por el momento priorizan el mercado interno. Las estrategias les han dado resultado y la demanda es creciente.

Una propuesta para degustar tres productos

Los precios de los berries, como se ofrecen en cuanto a embalaje, son variados. Una bandeja de un kilo de frambuesas, frutillas y moras se puede conseguir a 120 pesos. Un kilo de frambuesa se vende a 140 pesos y el de frutillas a 35 pesos. Una opción es le medio kilo de frambuesas a 70 pesos.

Una alternativa de compra son las cajas congeladas, que pesan dos kilos y que contienen medio kilo de frutillas, frambuesas, moras y arándanos. Y, por supuesto, también las mermeladas.

Congelamiento

Lo de azúcares concentrados no es un cuento. A su vez, la alta concentración de azúcares o grados Brix no es un cuento, dicen el Chacra la Piedad y explican que ese factor le da un sabor único a los frutos. Es que la amplitud térmica y el cambio de temperaturas entre día y la noche, propio de la zona, hace que las plantas dejen de transpirar. Así, no pierden reservas, que son azúcares y la fruta tiene más sabor que una cosechada en la cordillera, que puede tener más tamaño, pero es más aguada.

El departamento Confluencia es la principal zona productora de frutilla en la Patagonia. Según información del Centro Pyme Adeneu hay 30 hectáreas cultivadas, que se comercializan mayormente en la zona de Confluencia y el Alto Valle de Río Negro y Neuquén. Desde la región también se exporta fruta fresca y un porcentaje que ronda el 30% de frutillas congeladas, dijo

Aníbal Caminiti, coordinador del Programa de Frutas Finas. “La gente compra desde medio kilo. Ve las fotos en las redes y se entusiasma. Los llevar para consumir en fresco o para hacer dulce”. Lucía Mass, productora de distintas variedades de frutos finos. Gisella Hoffmann, productora de frutos rojos en la zona de Plottier. La frambuesa es hueca, en un kilo entran como 300 unidades, por lo que hay que ser muy cuidadoso al manipularla. Por eso una de las cuestiones que encaramos fue capacitar a la gente para la tarea”.

Rio Negro