nvestigadores de la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) y de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ), junto con universidades de Finlandia, Italia, Chile y Alemania, integran Biocode, un proyecto de biorrefinería internacional que tiene como objetivo extraer productos industriales de alto valor económico a partir de residuos de cosecha de maíz, colza y trigo. La iniciativa utiliza técnicas de separación y producción que minimizan el impacto ambiental.
La biorrefinería se basa en transformar de manera sustentable materiales vegetales para obtener otros productos biológicos de mayor valor. Como proyecto colaborativo, Biocode se nutre de los diversos aportes de investigadores en la materia. La idea del proyecto es que cada grupo de trabajo aprenda de la especialidad de los otros, motivo por el cual la información sobre los procedimientos utilizados es abierta.
La Argentina produce cultivos y caracteriza los residuos de cosecha en función de los azúcares que contienen las paredes de sus células, como celulosa, hemicelulosa y lignina. En el marco de Biocode, la FAUBA y la UNLZ realizan ensayos en maíz, colza y trigo para estudiar cómo diferentes manejos agronómicos, métodos de cosecha, temperaturas y precipitaciones, entre otros factores, determinan el rendimiento y la calidad de los residuos de cosecha. Esta primera etapa es fundamental para los resultados del resto del proyecto, ya que determina la cantidad de los compuestos de alto valor que se pueden extraer de la biomasa.
En una segunda etapa, se envía la biomasa a los otros países donde se separan los productos de alto valor económico con métodos de extracción sustentables. “El material vegetal se envía al grupo de investigación que tenga la tecnología necesaria para aprovecharlo. En Chile se extraen aceites y ceras. Luego, el material viaja a Italia, donde se separa la hemicelulosa y se convierte en ácido láctico, que funciona como insumo para elaborar plásticos biodegradables. Finalmente, la fracción restante va a Alemania y a Finlandia. En Alemania, a partir de la lignina se obtiene biocarbón, que se puede usar para mejorar suelos, y en Finlandia, a partir de la celulosa, se genera celulosa microfibrilada, que tiene distintas aplicaciones industriales como aditivo en plásticos, pinturas, cemento y cosméticos”, detalla Déborah Rondanini, docente de la cátedra de Producción Vegetal de la FAUBA.
Biocode se enmarca en el programa ERANet Lac, que financia proyectos de investigación e innovación basados en trabajos colaborativos y a largo plazo entre países de la Unión Europea, de América Latina y del Caribe. “Nos parece muy valioso contar esta experiencia interdisciplinaria en la que desde universidades de nuestro país aportamos conocimientos a un proyecto de primer nivel internacional. También es una manera interesante de conseguir fondos para investigar, en estos días de escasez de recursos para la ciencia”, cuenta Rondanini.
Un punto central de la iniciativa es optimizar las técnicas en aspectos económicos y ambientales. “En Chile se usa dióxido de carbono supercrítico como solvente (dióxido de carbono sometido a alta presión y temperatura). Este gas es muy abundante en la atmósfera y al manipularlo no se liberan elementos tóxicos”, explicó César López, director de la Especialización en Mejoramiento Genético Vegetal de la Escuela para Graduados de la FAUBA (EPG-FAUBA) y docente de la UNLZ. Las técnicas de bajo impacto ambiental son una parte fundamental de Biocode, donde se emplean productos químicos biodegradables, reutilizables y de bajo costo.