La argentina que produce nuez de nogal

La producción de nuez de nogal se inserta en un contexto internacional similar, en alguna medida, a la de arroz: los principales países productores son, a su vez, grandes consumidores

La argentina que produce nuez de nogal
martes 17 de noviembre de 2020
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ebido a esta característica productiva, mercado internacional es relativamente pequeño, sin precios de referencia, y con irregularidades pronunciadas en la oferta y la demanda.

En este escenario, la producción argentina de nuez de nogal es marginal en cuanto al volumen producido (el 0,6% del total mundial) y es prácticamente insignificante en relación al comercio internacional. No obstante, esto, al interior de nuestro país, la nogalicultura es una actividad relevante a nivel local en algunas provincias, pese a su relativo atraso en cuanto a sus niveles productivos, respecto de los países líderes.

La producción se remonta a los inicios de la llegada española, implantándose nogales traídos de Europa, fundamentalmente en lo que hoy es el Noroeste. Esos nogales se fueron adaptando a las condiciones agroecológicas locales y fueron definiendo lo que hoy se conoce como nogal criollo. Planta resistente a las condiciones ambientales locales, pero de baja productividad y elevada irregularidad en los ciclos productivos y en la calidad del fruto obtenido.

En la Argentina conviven dos sistemas de producción nogalera; por un lado, la tradicional, de pequeña escala, baja productividad, inserción comercial débil, y rentabilidad reducida, y por el otro, la producción moderna, con elevada inversión por unidad de superficie, mayor productividad, comercialmente orientada a la exportación y con mayor rentabilidad.

 

Las cifras

Si bien la estadística productiva nogalera en Argentina es, como en muchas otras producciones, débil y fragmentaria, distintas fuentes oficiales estiman que la superficie implantada con nogales roza las 15.000 ha., de las que se obtienen un poco más de 14.000 tn.

Catamarca, Mendoza y La Rioja explican, entre las tres, el 83% de la superficie nogalera total y el 84% de la producción, con diferencias internas, en tanto que Catamarca (con la mayor superficie y producción) posee un rendimiento por unidad de superficie menor a las otras dos provincias, y también por debajo del promedio nacional (1 tn/ha). Con el mayor rinde nacional, pero con menos del 8% del total de la superficie se ubica San Juan y la quinta provincia en importancia es Río Negro, con un rinde promedio de la mitad del nacional, el 3,6% de la superficie y el 2% de la producción.

Entre las cinco provincias mencionadas se concentra el 94% de la superficie nogalera y el 97% de la producción. Y al interior de ese conjunto de provincias se estructuran los dos sistemas productivos antes mencionados.

En general, se estima que el 50% de las plantaciones nogaleras argentinas siguen siendo de la variedad criolla, mientras que un 30% han realizado una renovación de las plantaciones a partir de injertos de variedades californianas sobre pie criollo. Finalmente, se considera que el 20% del total de las plantaciones nogaleras fueron realizadas directamente con variedades californianas, de mayor productividad, pero que exigen un mayor costo intelectual y monetario para el correcto manejo de la plantación y la obtención de los rendimientos que potencialmente arrojan tales variedades.

Esas plantaciones nuevas (realizadas a partir de la década de 1990, fundamentalmente) se corresponden con el sistema productivo empresarial moderno. En él, la escala de trabajo es más grande, con mayor densidad de plantación y mayor productividad (en San Juan, por ejemplo, estas plantaciones rinden un 30% más que el promedio nacional).

A diferencia del sistema tradicional, el empresarial realiza cuantiosas inversiones (variedades, sistematización del suelo para riego, sistemas de ferti-irrigación presurizada, control químico y mecánico de malezas, etc.), operando con mano de obra asalariada, mientras las unidades tradicionales trabajan fundamentalmente con mano de obra familiar y, en ocasiones, asalariados temporarios. Los rendimientos de estas plantaciones empresariales triplican al promedio nacional, permitiendo entrever el potencial productivo que encierra la actividad al encarársela con planteamientos modernos.

 

El acicate

En el desarrollo de esta nogalicultura empresarial influyó la política de diferimientos impositivos que se implementó en el país a partir de la década de 1970. Así, a través de la Ley 22.021, Catamarca y La Rioja comenzaron a recibir inversiones que requerían un cierto tiempo de maduración, para lo cual el diferimiento ofrecía una ventaja financiera notable. Por la Ley 22.973 ese beneficio también se amplió a San Juan. Dado una plantación de nogales demora en ponerse en régimen productivo alrededor de cinco años y recién alcanza su máxima productividad a partir del décimo tercer año, diferir impuestos a lo largo de quince años fue una ventaja importante para impulsar estas inversiones.

Al mismo tiempo, pero ya en los primeros años del siglo XXI, en Mendoza comenzó un proceso de expansión nogalera, siempre de tinte empresarial, iniciado con la reconversión viñatera hacia la nogalicultura (donde las condiciones agroecológicas así lo permitieran).

La producción nogalera se comercializa bajo dos formas principales, la nuez con cáscara y la nuez sin cáscara, a su vez, de acuerdo al sistema de producción de donde provengan las nueces, se identifican distintas modalidades de comercialización, una atomizada, irregular y mayormente informal, y otra concentrada, estandarizada y formal.

 

Variedades

La producción originada en las explotaciones tradicionales se suele comercializar en las fincas al barrer (luego de la cosecha y con un simple secado natural del fruto), siendo adquirida por acopiadores locales que la terminan de acondicionar y colocan en los mercados cercanos, o bien la venden, a su vez, a acopiadores de mayor escala de operaciones que la acondicionan y remiten a los grandes centros de consumo. Asimismo, los productores tradicionales que obtienen pequeñas cantidades de nueces, suelen venderlo en su mismo establecimiento, sin mayor agregado de valor.

Se trata en general de producciones de irregular calidad, proveniente de variedades criollas. Estas nueces presentan heterogeneidad de tamaño y suelen estar afectadas negativamente en su color, sabor y forma y tamaño de la mariposa interior, por lo cual se la suele comercializar como nuez sin cáscara, cuyo destino principal es el procesamiento industrial.

Las unidades productivas empresariales, por su parte, ofertan al mercado nueces de variedades californianas (Chandler, Howard y Tulare, principalmente), con atributos de calidad mejor posicionados y que se destinan a la comercialización con cáscara. Estas empresas operan en el mercado formal, vendiendo a intermediarios o bien en forma directa (luego de realizar internamente las tareas de clasificación, análisis y empaque) a las empresas de distribución de frutos secos o bien a las cadenas de supermercados, del mismo modo que también operan en el mercado exterior, en la reducida participación que tiene Argentina en el mismo.

Del total de la producción nacional, el 85% se destina al mercado interno y el 15% a la exportación. El consumo per cápita argentino es de alrededor de 220 gr/hab/año, por lo cual la producción local lo abastece adecuadamente (salvo importaciones puntuales para abastecimiento de alguna demanda industrial), restando un saldo que vuelca al mercado internacional. El destino principal de las exportaciones argentinas de nueces es Italia, que concentra el 84% de los envíos, siguiendo en importancia Turquía (con el 9%) y Brasil (con el 5%).

 

Mercado global

El mercado mundial de la nuez de nogal está hegemonizado por Estados Unidos que es el segundo productor, pero primer exportador, mientras que China es el primer productor pero destina la mayor parte de su producción al mercado interno. Otros jugadores fuertes en el mercado mundial de nuez de nogal son Francia, México y Chile. Este último caso es interesante de observar: con áreas productivas en latitud similar a las argentinas, ofertando en contraestación -igual que Argentina-, y con un proceso de recambio varietal iniciado a fines de la década de 1980, casi contemporáneo con el experimentado parcialmente en Argentina, logró incrementar sus rendimiento al doble que Argentina, superar en un 50% a la producción nacional (representando el 1% del total mundial) y ubicarse -en promedio en los últimos años- entre los primeros cuatro exportadores mundiales de nuez de nogal, con alrededor del 10% del total.

Además, las nueces chilenas reciben los más altos sobreprecios, respecto del precio medio mundial, debido a la calidad de las mismas, expresando ahí el resultado del proceso de reconversión, tecnificación y manejo que viene realizando la nogalicultura chilena. Chile exporta el 96% de su producción (y tiene un consumo interno levemente superior al argentino), mientras que Argentina, como se señaló, solo exporta el 15%.

Las exportaciones chilenas son competidoras directas de las argentinas, puesto que se orientan hacia la Unión Europea, principalmente Italia, que es el lugar donde confluye el grueso de las exportaciones argentinas. Sin embargo, mientras -según se indicó más arriba- Argentina coloca en Italia el 84% de sus exportaciones, Chile solo lo hace en un 30%, puesto que su estrategia es la de diversificar mercados, eludiendo así riesgos derivados de dicha concentración.

La trayectoria divergente entre la nogalicultura chilena y la argentina puede adjudicarse a diversas causales: la estabilidad macroeconómica, la persistencia de un marco normativo estimulante a las inversiones y a la producción, una presión impositiva no paralizante, etc. Sin restar importancia a esas causas, ni mucho menos, es importante remarcar que una gran diferencia entre ambos países es el nivel de organización del tejido productivo nogalero.

En Argentina, la fragilidad organizativa es uno de los aspectos más relevantes que afectan productividad y rentabilidad. El irregular y fragmentario acceso al financiamiento productivo, los mecanismos de comercialización poco eficientes (y en muchos casos por fuera del marco normativo vigente), y el constante cambio en las reglas del juego configuran un perfil productivo débil, orientado mayormente al abasto interno, con bajas inversiones en mejoras productivas que redunden en menores costos y mayor calidad del producto final, que permitan colocar competitivamente la producción en el mercado internacional. Al mismo tiempo, las reducidas (más allá de crecientes a lo largo del presente siglo) exportaciones que realiza el país, se sustentan en acciones individuales de algunas empresas puntuales.

 

Modelo chileno

En contrapartida, en Chile el sector nogalero se ha estructurado pivoteando sobre dos ejes: la estabilidad macroeconómica y la organización intrasectorial que comprende desde los agentes de la etapa primaria (los productores nogaleros) hasta los agentes de la exportación, pasando por la industria de acondicionamiento de nueces. A partir de 2002 se organiza la Asociación de Productores y Exportadores de Nueces de Chile, Chilenut, la cual representa los intereses de todos los asociados.

Se organiza a modelo y semejanza de The California Walnut Commission, fundada en 1987 sobre la base de la preexistente California Walnut Board, nacida en 1948, con la finalidad de representar a los productores primarios e industriales y exportadores de nueces de ese estado de Estados Unidos que, recordemos, es el primer exportador mundial de nueces.

El mercado mundial de la nuez es un mercado creciente en su demanda a lo largo de las dos últimas décadas, permitiendo que los productores más eficientes y competitivos puedan encontrar un nicho en el cual posicionarse, tal como hizo Chile.

Argentina expone una perfomance nogalera muy por debajo de su potencial, aun cuando incremente la superficie implantada con las variedades de nueces californianas.

Construir un sector nogalero fuerte y competitivo requiere de iniciativas individuales y de organización colectiva, en un contexto de estabilidad macroeconómica y de estímulo público no invasivo a la inversión privada. El ejemplo chileno marca el camino a seguir.

 

La Prensa

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