a producción avícola ha crecido significativamente, y se intensificó. Siendo en la actualidad la carne de pollo una de las opciones de proteína animal más elegida.
Esa demanda sólo puede ser abastecida en tiempo y forma siendo eficientes e intensificando cada eslabón de la cadena productiva. Claro está, que la ingeniería genética nos brinda un “potencial” productivo, cada vez mejor, cuantitativa y cualitativamente. Intervalos generacionales cortos y progresos relativamente rápidos lo modifican en plazos breves.
Desde los planteles de abuelos, hasta el eslabón final de nuestra cadena de producción la expresión de ese “potencial” se ve alterada por innumerables variables que intervienen en el proceso productivo (genética, alimentación, manejo, sanidad, costo/beneficio, región geográfica de producción, requerimientos del mercado, capacitación del personal, características de la infraestructura, etc.); diferentes instrumentos, procedimientos o recursos aplicados en cada paso de la producción, en cada sector productivo, en el momento y la forma adecuados, colaborarán en el acercamiento a la expresión total del potencial de la línea genética utilizada.
En cada eslabón de la cadena productiva debemos elegir la tecnología adecuada y aplicarla correctamente.
Los paquetes tecnológicos utilizados deben amalgamar todas las etapas de producción. Si bien “La Cabaña” entrega un producto a ”Reproductoras” y este sector hace lo propio con “Parrilleros”, es fundamental la interacción en la toma de decisiones a la hora de la elección. Contemplando también eslabones como incubación, faena y molinos; con el objeto de sostener la “operatividad” del paquete adquirido. Será más probable y frecuente en empresas que realicen todas las etapas.
La comunicación entre los sectores productivos, sus interacciones y el trabajo en equipo son esenciales a la hora de lograr eficiencia de producción y sostener la competitividad en un mercado particular, como lo es el del pollo en nuestro país. El uso de tecnologías modernas e innovadoras, procedimientos y prácticas adecuadas; colaborarán, sin duda, a alcanzar esa eficiencia productiva necesaria. La realidad de nuestro país muestra a una producción de sectores muy tecnificados y de otros casi vacíos de tecnologías aplicadas propias. Son disparidades encontradas dentro de una misma empresa. Es común ver en el país frigoríficos de “punta” y granjas de parrilleros desprovistas de insumos e instalaciones acordes. Asímismo, la diferencia de uso de tecnologías aplicadas entre empresas es también significativa. Estas diferencias se verán también en el producto final y consecuentemente se genera una desuniformidad de productos en el país.
La aplicación de tecnologías adecuadas, en tiempo y forma, como pueden ser la utilización de sistemas de calefacción y ventilación para lograr un ambiente controlado y aislar al ave de los cambios climáticos, logrando así mantener al animal cerca de su zona de bienestar y confort y todo lo que ello conlleva, tomar la decisión de aplicar la eficiente vacuna in ovo, invertir en la capacitación del personal para maximizar las ventajas de las tecnologías adquiridas o próximas a adquirir; etc. Todas estas prácticas colaborarán, sin duda alguna, a obtener más eficientemente el producto buscado.
El uso de tecnologías debe seguir un orden, el fijar prioridades es fundamental. De allí la importancia de recursos humanos competentes y capacitados. La aplicación de tecnologías eficientes, en la producción de carne de pollo, nos permite homogeneizar el producto a grandes escalas. Nos hace el trabajo más operativo.
El uso de tecnologías apropiadas nos facilita el trabajo y colabora con la eficiencia productiva, fundamental en cualquier empresa, máxime cuando los márgenes son tan estrechos como lo son en la avicultura de hoy en nuestro país. Y por sobre todo facilita el abastecimiento de proteína animal de calidad, pronta y constante a un mundo ávido de ella.
CPIA