racias a la inmigración de venezolanos que comenzó en 2017, los porteños ya no solo almuerzan panchos, empanadas y milanesas al paso, sino que ya incorporaron a su dieta las arepas.
Se trata de un pan que los venezolanos comen en todas las comidas. La arepa está hecha de harina de maíz blanco precocida. A raíz del posicionamiento de la arepa, la harina P.A.N. –una marca específica de esta harina– comenzó a poblar dietéticas y luego llegó a otros rubros. Hoy, la harina se ofrece en verdulerías, fiambrerías y quioscos por igual y es comercializada por distintas marcas.
Sin embargo, en un principio solo llegaba al país la firma P.A.N. Cuentan que la primera vez que apareció un lote en Carrefour, la alerta fue furor en los chats de venezolanos. Hasta hace unos años, para conseguir este producto había que dar con una dietética específica o peregrinar hasta el Barrio Chino, el lugar donde se consigue casi cualquier sustancia alimenticia en esta ciudad.
“Antes era oro blanco. Eran años en que realmente tener harina se sentía un lujo”, explica Vicenzo Pensa Terán, presidente de Asoven, la mayor asociación de venezolanos en el país. Él llegó a Buenos Aires en 2003. Por entonces, le rogaba a quien viniera de Venezuela o Colombia que le trajera uno o dos paquetes de harina. “Hacíamos las arepas pequeñas, no tan grandes, porque no sabíamos quién podía aparecer nuevamente. ¿Invitar a comerlas? Seguramente a alguien a quien queríamos mucho o por una celebración muy especial”, relata.
“Hoy, paradójicamente, hay más harina pan en las alacenas de los venezolanos en Buenos Aires que en las de las familias de Venezuela”, se lamenta. Las arepas se comen solas o rellenas, dulces o saladas; lo que sí, a todas horas.
En Venezuela, la harina pan se consume tanto que está enriquecida por ley de la misma forma que lo está en la Argentina la de trigo, a la que se le agregan nutrientes necesarios para la población –en nuestro país viene adicionada con hierro y ácido fólico, entre otros componentes, para prevenir las anemias y las malformaciones en embarazos, además no contiene gluten–. Un venezolano que cocina habitualmente consume un kilo de harina por semana, que rinde para 20 arepas.
El kilo oscila entre los $150 y $200. Hay varias marcas que se pueden conseguir: la más conocida es la P.A.N., que se importa de Estados Unidos; Bellini y Doñarepa, provenientes de Colombia; la harina Juana, de origen italiano; y Morixe que es de origen nacional, así como Manuelita, un emprendimiento argentino-colombiano.
Wilmer Merón atiende el quiosco Fullday, situado sobre la avenida Pedro Goyena, en el barrio de Caballito. Como en muchos otros, ahí se venden alfajores y panchos, pero también ron cacique, golosinas venezolanas y harina para arepas. Este último producto también está a la venta en la fiambrería de al lado.
“Los panas andan olfateando por dónde la encuentran”, cuenta. Y ya no solo ellos. “Le expliqué a una señora de aquí cómo cocinarla. Muchos porteños la van conociendo: hoy es difícil conseguir un argentino que no tenga un amigo venezolano”, concluye.