Ecosistemas Agrícolas / Insumos Agrícolas

Camas biológicas: la tecnología para evitar riesgos a la hora de cargar la pulverizadora

Las biobeds son una alternativa sustentable al problema de los derrames de fitosanitarios que se producen durante el lavado de la pulverizadora o al momento de preparar la mezcla

Camas biológicas: la tecnología para evitar riesgos a la hora de cargar la pulverizadora
viernes 05 de junio de 2020

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i bien no es una tecnología nueva a nivel mundial, las camas biológicas o bio beds están teniendo un despegue reciente en Argentina. Actualmente, hay cuatro experiencias de implementación con excelentes resultados, en Buenos Aires, Córdoba y Mendoza, y es por eso que desde la Cámara de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes (CASAFE) están trabajando en proyectos para seguir promoviendo la aplicación de esta alternativa sustentable.

Muchas veces surge la inquietud sobre cuál sería el mejor lugar para realizar el lavado de la pulverizadora o para preparar la mezcla, ya que en ambas situaciones existe el riesgo que se produzcan derrames de volúmenes altos de producto. Una alternativa que se plantea para el manejo o mitigación de estos riesgos es la utilización de camas biológicas.

 

Camas biológicas: qué son

En términos simples, se podría decir que las camas biológicas son una estructura que permite “retener y degradar microbiológicamente los excedentes de productos fitosanitarios, evitando así riesgos de contaminación de suelos y napas. Esto es para los excedentes que tengamos al momento que pueda ocurrir un derrame durante la carga o durante el lavado de la máquina”. Así lo explicó Federico Elorza, coordinador técnico de CASAFE.

“Nosotros lo que vemos en el campo hoy es que en los lugares donde se hacen la carga de las pulverizadoras, al lado de un galpón de agroquímicos, en el borde de un tanque australiano o en el medio del campo, por estos derrames que suelen sucederse, hay un páramo, no crece nada alrededor de esos espacios y hay un riesgo muy grande de que esos productos percolen y vayan a las napas y podamos contaminarlas”, explicó el coordinador técnico.

Tal como explicó Elorza en una conferencia virtual a través de Zoom, las camas biológicas permiten solucionar este problema porque detienen los derrames, los productos que se puedan caer al piso, por parte de la pulverizadora, en un espacio donde permiten a su vez ser degradados.

 

Biomezclas

El ingeniero agrónomo explicó que frecuentemente lo que se hace es usar un piso impermeable, que derive a un tanque, de manera tal que, si cae producto de un derrame, al menos se encuentra contenido en un espacio: “El tema es qué se hace con ese producto. Lo que corresponde hacerse es contratar un transporte de residuos peligrosos, que saque ese líquido y lo lleve a un centro de disposición final, con el costo adicional que tiene todo eso, que es muy muy elevado”.

“Lo que nosotros planteamos es que en lugar de que venga un camión, tener una estructura que permita poder degradar los fitosanitarios dentro del campo. Esas estructuras contienen algo que se llama biomezcla. Es una mezcla de tierra (25 %), compost (25 %) y un 50 % de un material vegetal con alto contenido de lignina, material seco como aserrín, paja de trigo, de maíz. Eso se hace una mezcla bastante uniforme y se coloca dentro de la cama biológica, esa estructura que armamos como recipiente”, detalló Elorza.

Las camas biológicas duran entre 3 y 5 años, luego de ese tiempo se saca el contenido, se deja compostar un tiempo afuera, alrededor de 8 meses y después que se degradó todo el fitosanitario que hay en ese compuesto, este material se puede usar para abonar el campo o para hacer más camas biológicas. Hay distintos tipos de camas biológicas. Las directas, que pueden ser cerradas o abiertas, y las indirectas.

 

De Suecia a Argentina

Esta tecnología no es nueva, nació en el año ´93 en Suecia y rápidamente tuvo éxito, por lo que se fue expandiendo: “Un productor agropecuario sueco planteó el problema que tenía a una entidad agropecuaria, similar al INTA, y trabajaron en conjunto para crear este sistema. Tres años después del nacimiento de las camas biológicas hubo un impacto muy fuerte porque disminuyó de manera considerable, casi un 90 %, la contaminación de un lecho de un río que hay en Suecia y el gobierno sueco salió a financiar una gran cantidad de camas biológicas en los productores”, contó el coordinador técnico.

Actualmente hay más de 1500 camas biológicas funcionando en Suecia, más de 1000 en Francia. “Nosotros estamos empezando. En 2012 comenzamos la investigación, estamos haciendo ensayos para encontrar cuáles son las biomezclas adecuadas y las mejores degradaciones que se pueden conseguir. Hoy oficialmente hay 4 camas biológicas instaladas, una Pergamino, dos en Córdoba y una en Mendoza”, detalló Elorza.

“Lo que nosotros queremos promover es que se establezca un lugar específico en el campo donde se vaya a realizar la carga de los equipos, en esos lugares, instalar camas biológicas, para evitar este tipo de problemas. Eso habría que hacerlo estratégicamente en distintos puntos del campo y de esa manera logramos primero protocolizar la forma de trabajo, lo cual va a ordenar muchísimo la manera de trabajar, y también capacitar a los aplicadores en de qué manera usarla para que no se pierda, es muy fácil de degradarla”, agregó.

 

Ventajas de las camas biológicas

  • Son fáciles de implementar y cómodas de manejar.
  • Buena relación costo-beneficio
  • Permite una mejor organización de labores agrícolas.

“En su momento hicimos una norma IRAM, la 14.130 de buenas prácticas para labores agrícolas, donde específicamente nosotros recomendamos el uso de camas biológicas por parte de los aplicadores y los productores para evitar la contaminación de suelos y napas. Eso va a ayudar mucho en la logística del campo de dónde realizar la carga de los equipos y no andar por todos lados con la pulverizadora, el tanque, el camión de apoyo”, explicó el ingeniero.

 

Campo y ciudad: una cuestión de comunicación

Hace unos años hablar de Buenas Prácticas Agrícolas era un discurso que rozaba lo utópico, pero hoy está muy lejos de ser así. Tal como cuenta Elorza: “Cada vez son más los productores que se dan cuenta de que si no implementan buenas prácticas no van a poder seguir trabajando. La demanda social es muy fuerte y hacer una certificación para demostrar que se están implementando las buenas prácticas es una buena forma de comunicar que estamos haciendo las cosas bien”.

“Cuando se enojan con ambientalistas o políticos que hablan mal del sector, yo siempre les pregunto a los productores qué están haciendo ellos para mostrar que están haciendo las cosas bien. Ahí se empiezan a dar cuenta que no solo alcanza con hacerlo, hay que comunicar. El campo ha mantenido silencio con la sociedad durante muchos años. Hoy está mejorando, pero hay mucho más por hacer”.

 

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