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Agroindustria: un cierre de año diferente

Las cuatro principales cadenas del agro realizaron su tradicional balance junto al consultor internacional Ivo Sarjanovic. Este año, por la pandemia de COVID-19, el evento se transmitió vía streaming

Agroindustria: un cierre de año diferente
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os representantes de las cadenas de girasol, maíz, trigo y soja ofrecieron su histórico balance de fin de año de un modo distinto. Debido a la pandemia de coronavirus, por primera vez en diez años, el tradicional encuentro se celebró de manera virtual y contó con la presencia del especialista Ivo Sarjanovic. Los principales aportes del economista rosarino.

El evento inició con la exposición de Ivo Sarjanovic, un reconocido experto en mercados agroindustriales, quien se sumó por primera vez al clásico encuentro con el fin de enriquecer el debate. Durante su presentación, Sarjanovic brindó su mirada sobre las oportunidades de la agroindustria nacional en el actual marco de pandemia, y enumeró las razones por las que cree que el 2020 puede convertirse en un nuevo ciclo para la Argentina.

Previo a algunas reflexiones generales, el consultor enfatizó en los tres eventos o “cisnes negros” de la última década, que comenzaron a condicionar la economía mundial y al sector agroindustrial local: la guerra comercial entre Estados Unidos y China, la gripe porcina africana, y la aparición del COVID-19. No obstante, según el especialista, China tuvo una rápida recuperación económica. “Nos encontramos en el 2020 con China comprando cien millones de toneladas de soja”, resaltó.

Cabe recordar que el país asiático enfrenta problemas en el sector maicero, con un desequilibrio en su producción y stocks locales erosionados; este fenómeno hace que las proyecciones de compra del grano aumenten alrededor de 25 millones de toneladas, al tiempo que las estimaciones de sorgo y cebada registran un incremento de diez millones de toneladas. “En estas condiciones, el sorgo abre una puerta muy importante del área de sorgo de la Argentina; creo que es una gran oportunidad”, expresó Alberto Morelli, presidente de Maizar.

En la misma línea, Sarjanovic agregó que “comienza a recuperarse la demanda de energías que había afectado principalmente al maíz y también marginalmente a los aceites con el tema del biodiésel”.

 

2020: ¿excepción o nuevo ciclo?

Para el economista invitado, si bien el nuevo ciclo no será igual de próspero que el período 2000-2010, sí será más atractivo que la etapa 2010-2020. En este sentido, impuls externos como la demanda genuina de china; el crecimiento de la población; procesos de urbanización; producciones globales con menos desperdicios; una mayor demanda de biocombustibles en Estados Unidos similar a la de comienzo de siglo; y nuevas políticas de mandatos en aceites de palma en Asia, que le pueden dar efervescencia a los mercados de aceites (girasol, colza y soja), son algunos de los “ingredientes” que pueden derivar en una situación atractiva para la Argentina.

Con un futuro promisorio, desde la Asociación Argentina de Girasol (Asagir) se muestran optimistas respecto al ingreso del sector a otros mercados en el corto plazo. “En el aceite de girasol hemos tenido, en términos de demanda, un tractor en los últimos años que ha sido India. Todavía nos falta China y el sudeste asiático”, afirmó Juan Martín Salas, presidente de la entidad.

En este marco, el gigante asiático se presenta como una gran oportunidad, ya que importa US$145.000 millones anuales de alimentos por año. Dentro de las diez naciones que abastecen el 70% de las necesidades de este país, la Argentina ocupa el séptimo lugar de la lista. “Exportamos a China US$6.500 millones, es decir, el 10% del total de las exportaciones. Mi impresión es que es muy poco. El 70/80% de todo lo que Argentina le exporta a China son dos productos: poroto de soja y carne de vaca”, detalló el consultor.

Lo cierto es que, por distintas cuestiones fitosanitarias y de política comercial, el país asiático no compra los principales productos que exporta nuestro país: harina de soja y maíz. Al respecto, tanto Luis Zubizarreta, presidente de Acsoja, como Morelli manifestaron su preocupación por la vuelta de cierto “proteccionismo”.

“El tema maíz es algo que tenemos que resolver porque es un mercado más que atrayente para la Argentina; es un tema que se resuelve de estado a estado, con negociaciones entre el Senasa y los organismos sanitarios chinos para tener la posibilidad de llegar con fuerza”, explicó Morelli.

Por otro lado, la exportación de carne de cerdo al mismo destino también constituye una gran oportunidad. La Argentina cuenta con trescientas mil cerdas madres y puede incorporar otras 300 mil en los próximos cinco años, pudiendo exportar un millón de toneladas de carne, lo que además le permitiría consumir un millón de toneladas de maíz y quinientas mil toneladas de harina de soja para criar cerdos.

“Creo que la presencia y el surgimiento de China como potencia mundial es una muy buena noticia. Da la impresión de que ahora empezamos un ciclo donde nuevamente va a ser una potencia mundial una economía que es altamente complementaria con la argentina. Pero hay que aprovechar esa complementariedad incrementando las exportaciones y también teniendo cuidado acerca de los tipos de acuerdos comerciales que se hacen”, expresó.

 

Un escenario distinto

Por otro lado, la pandemia obliga a pensar una economía diferente. Para muchos expertos, el COVID-19 conducirá hacia una economía menos globalizada, con stocks de seguridad en algunos países, una cierta vuelta al proteccionismo, cadenas de valor “resilientes” en lugar de eficientes, y un just in time reemplazado por el hecho de que “las cosas estén”, independientemente de la eficiencia de la gestión.

Para Sarjanovic, estas “nubes” en el horizonte son compensadas por el buen momentum que atraviesa el sector agroindustrial. Ante estas perspectivas promisorias, la cuestión radicará en la capacidad de la Argentina para capturar estas oportunidades de acuerdo a las políticas públicas que aplique y del trabajo conjunto del sector público y privado para canalizar los recursos necesarios a nivel local. En este aspecto, Miguel Cané, presidente de Argentrigo, enfatizó en la necesidad de generar políticas de estado para que “el sector deje de ser algo que fluctúa con cada gobernante”.

Llegando al final, el economista realizó una última reflexión sobre la problemática del gasto público y su relación con el retraso cambiario, y sobre la falsa congruencia entre un supuesto “equilibrio social” con el equilibrio macroeconómico real. “Tenemos la necesidad de encontrar una solución –a nivel opinión pública– para que la Argentina pueda capturar a nivel exportaciones estas oportunidades que describí anteriormente”, concluyó.

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