De desechos agrícolas a colorantes naturales

El Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) acaba de patentar una nueva técnica referida que se acopla a una tendencia mundial: la extracción y purificación de colorantes a partir de residuos agroindustriales.

La invención nacional se enmarca dentro de una tendencia mundial a partir de la cual los colorantes sintéticos son desplazados por los problemas de toxicidad y/o alergenicidad que provocan. Las empresas que confeccionan prendas con colorantes naturales están siendo  altamente valoradas.

El proceso

Los residuos agroindustriales son utilizados como materia prima para la generación de productos con valor agregado. “Nuestra intención es la de darle valor agregado a esos desechos y que se transformen en algo productivo”, indicó Ricardo Dománico, bioquímico del proyecto. Este original procedimiento permite la extracción directa del pigmento y su conservación en polvo. Los colorantes se obtienen a partir de hojas de mistol, yerba, guayacán, cáscara de cebolla, maní, pericarpio de nuez, fresno otoñal, resina de algarrobo, hojas y frutos de aguaribay, pata y eucaliptus a través de un sencillo proceso económico y sustentable.

Uno de los avances más destacados de este desarrollo es que la tinción se realiza sin el uso de mordientes químicos, algunos de los cuales son tóxicos.

El producto final es un colorante en polvo, estable, soluble en agua, que posee una solidez al lavado comparable a los sintéticos y que, además, para su obtención –por ser un proceso más simple– se utiliza menos agua y energía. Son biodegradables y no generan efluentes tóxicos, entre otras ventajas respecto al teñido artesanal. De esta manera, con propiedades antioxidantes y antimicrobianas se logra  la tinción y un producto de alta calidad, ya que es más sólido y no depende de la estacionalidad.

El producto resultante tiene una variada gama de aplicaciones industriales en diferentes sectores como el textil, alimenticio, cosmético, farmacéutico, pinturas, caucho, cueros, plásticos, madera y papel. La invención del INTI llegó a Europa de la mano de un artista que, informado de los nuevos colorantes, viajó personalmente para probarlos.

El proyecto estuvo a cargo de los investigadores Ricardo Dománico, Susana Del Val, Laura Reñones, Cristina Zunino, Laura Martínez, Mariela Zampatti, Valeria Bartoloni, Mariana Murano y Marisa Martínez. El INTI tiene patentado este procedimiento en seis países, lo que es un importante logro dado las particularidades que se requieren para la obtención de la misma. “Haber obtenido la patente, ratifica la capacidad de innovación de la que dispone el organismo, lo que nos llena de orgullo es saber que contamos con profesionales que siguen generando valor para la industria nacional”, expresó Pablo Gramajo, responsable del área de Propiedad Industrial del INTI.

Las expectativas son muchas, ya que el desarrollo de la técnica puede plasmarse en un hecho comercial, lo que significaría la instalación de una planta, más trabajo para la industria nacional y, al mismo tiempo, un aporte para la disminución del impacto ambiental en territorio argentino.