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i deseas un césped de película desde hace tiempo, de esos que todos tus amigos se queden boquiabiertos cuando lo pisen, este es tu momento. No es tarea fácil, requiere de esfuerzo y horas. Pero el resultado bien vale la pena.
La preparación para la siembra de un césped es una tarea importante, ya que se desarrollan labores que solo se pueden hacer en este momento. Además, de ellas va a depender en buena medida el éxito en la implantación del césped. También su vida futura se puede ver condicionada por las buenas o malas prácticas en la fase inicial. Pero… ¿por dónde empiezo?
La preparación del terreno es primordial. La tierra en la que siembres el césped no puede tener escollos (piedras o guijarros) que puedan entorpecer su desarrollo. Por eso es importante ir roturando la tierra, a una profundidad de unos 15 o 20 centímetros, con una azada o una pala.
Además, debes tener en cuenta que a la hora de la siembra la tierra debe estar compactada para impedir irregularidades en el perfilado de la superficie, que nos produciría encharcamientos indeseados en zonas deprimidas e irregularidades del terreno que complicarían su siega.
Un pase de rulo tras el laboreo superficial nos va a dejar el suelo en condiciones de recibir la semilla. Pero antes deberemos rastrillar superficialmente el terreno (a unos 2 o 3 cm) y abonar a fondo.
A la hora de sembrar césped, Es recomendable la utilización de máquinas sembradoras, pero si se hace a mano debes asegurarte de repartir las semillas del modo más regular posible. Además, debes respetar la dosis del fabricante, que suelen oscilar entre 35-40 gr/m2.
El siguiente paso es tapar ligeramente la semilla. Lo ideal sería que quedara a una profundidad de medio centímetro, aunque no toda va a quedar así. Para tapar la semilla puedes utilizar un cubresiembras, que hay que esparcir sobre el terreno de forma muy regular. También se puede incorporar la semilla con rastrillado, pero siempre procurando no desplazarla horizontalmente. Después debes volver a pasar un rulo con el objetivo que la siembra esté en el mayor contacto posible con la tierra.
A partir de este momento no debe faltar el riego, garantizando una humedad continua en la parte superficial del terreno hasta que todas las semillas hayan nacido.
La primera siega no debe hacerse hasta que alcance los 10 o 12 cm de altura, y debe ser muy somera, prácticamente un despunte. De forma progresiva deberás ir bajando la altura de siega hasta dejarla en unos 4 cm.
Brotalia
