omo alimento, material para construcción, cosmético o saneante de aguas y suelos, el bambú llegó para quedarse. Emiliano Huergo, especialista en bioeconomía, identifica las cadenas de valor que permiten generar productos de exportación y empleo en las economías regionales. Un recorrido por el potencial de este material, toda una oportunidad para el desarrollo sostenible.
A nivel global, emplea 12 millones de personas, mueve un mercado de US$70 mil millones con 30 millones de hectáreas plantadas y más de 1.600 especies distribuidas en el planeta. El bambú puede plantarse en tierras marginales, tolera las consecuencias del cambio climático y secuestra una gran cantidad de carbono. Se trata de un arbusto que, en tan solo seis meses, puede alcanzar una altura máxima de treinta metros y llegar a vivir hasta cincuenta años.
El 30% del bambú se encuentra en América. A continuación, algunos ejemplos de las múltiples aplicaciones y usos que puede tener el arbusto en diferentes países de la región:
- En Brasil, varias empresas multinacionales han incursionado en la plantación de bambú. JBS, el principal productor mundial de carne, lo utiliza con fines energéticos gracias a su elevado poder calórico. El primer corte lo realizan a los tres años y luego cada dos, pudiendo extraer noventa metros cúbicos de biomasa por corte.
- En México, el bambú se ha convertido en un sustento para la agricultura familiar. Los brotes tiernos se emplean como ingredientes en la cocina tradicional para el preparado de sopas y ensaladas. Combinados con harina de trigo y de maíz, también se preparan panificados y productos de repostería. La oferta gastronómica se amplía con infusiones de té y cerveza elaborada a partir de la hoja del bambú y se completa con el emprendimiento de ecoturismo “La Ruta del Bambú”.
- La planta de bambú es un gran fijador de carbono en el suelo, contribuyendo a mitigar el cambio climático. Además, sus profundas raíces permiten protegerlo de la erosión hídrica y eólica. Esta tolerancia a contaminantes permite que sea utilizada en la remediación de aguas contaminadas, ya sea en cursos naturales plantando arbustos al lado del cauce, o bien en sistemas de tratamientos de fitorremediación. En un tambo uruguayo, el bambú absorbe los efluentes líquidos del biodigestor.
- La fibra de bambú se utiliza para la producción de papel y la industria textil en forma semi-artesanal. A través de la aplicación de técnicas de nanotecnología, la Argentina ensaya el uso de estas fibras para elaborar films plásticos biodegradables y compostables en aplicaciones de packaging en fertilizantes y alimentos.
- La Universidad Nacional de La Plata estudia la aptitud del bambú para la producción de forraje. El material posee una cantidad de proteína bruta del 23%, similar a la alfalfa, y una digestibilidad por encima del 60%, pudiendo convertirse en un insumo importante para la ganadería del NEA.
- La gran resistencia, flexibilidad y estética del bambú lo convierten en un aliado ideal para estructuras livianas. El arquitecto Santiago Caprio creó un proyecto de viviendas modulares de cincuenta metros cuadrados de menos de U$S7.000. Las construcciones elaboradas con cañas de bambú le valieron un premio del Banco Mundial y de la ONU.
- El bambú también encuentra numerosas aplicaciones en la construcción de otros artículos, como muebles, utensilios de cocina, bicicletas y carros, entre otros.