Alerta sanitaria para la soja

El tizón morado amenaza con más agresividad a las plantaciones pampeanas

Alerta sanitaria para la soja

Un relevamiento de enfermedades realizado por la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) demostró que en la zona núcleo hay plantas que parecen afectadas por el hongo Septoria glycines pero que, en realidad, sufren los efectos de uno más peligroso: Cercospora spp.

La cátedra de Fitopatología de la FAUBA advirtió que en la presente campaña de soja aumentó la intensidad de algunas patologías en la región, observándose síntomas en los cultivos que generalmente se relacionan con la Mancha Marrón. Sin embargo, al analizarlos en detalle, resultaron ser generadas por Cercospora spp, causante del Tizón Morado.

Ambas son enfermedades de distribución global y de fin de ciclo de la soja (EFC), que pueden provocar pérdidas de rendimiento significativas en el cultivo. “Es un problema grave que viene creciendo año a año”, sostuvo Marcelo Carmona, profesor titular de la cátedra de Fitopatología de la FAUBA.

De acuerdo a los expertos, la incidencia y severidad de estas enfermedades en todas las áreas productoras del país está relacionado con el aumento de la siembra directa bajo monocultivo, el cambio climático, la siembra de genotipos susceptibles –sin introducción de resistencia genética– y con los cambios en la virulencia del patógeno. “En las últimas campañas agrícolas vimos que la intensidad del Tizón Morado se incrementó y continuó siendo extremadamente alta incluso después de la aplicación de fungicidas. Creemos que las poblaciones naturales de este hongo podrían estar perdiendo progresivamente sensibilidad y haciéndose resistentes a los fungicidas”, destacó Francisco Sautua, docente de la cátedra de Fitopatología de la FAUBA.

 

Diagnóstico y recomendaciones

Como punto saliente, uno de los desafíos que presentan las enfermedades causadas por Cercospora spp. es que, si bien infectan al cultivo de manera temprana, recién manifiestan sus síntomas en estadios avanzados, durante el llenado de granos.

La planta puede no mostrar síntomas durante noventa o más días después de ser infectada. Por este motivo, la evaluación de síntomas visuales por sí solos ya no garantiza la certeza del diagnóstico.

Los expertos recomiendan incubar el material vegetal en el laboratorio para tener mayor precisión en el diagnóstico, ya que de esa forma “se podría seleccionar un genotipo adecuado o decidir qué fungicida utilizar para controlar la enfermedad, y determinar si hay resistencia a fungicidas”, afirmó Carmona.

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