Ambiente Sustentable / Manejo de Faunas

El biguá, ¿culpable o inocente?

La población de pejerrey en las lagunas de Junín sigue siendo escasa para atraer al turismo y algunos pescadores mencionan la proliferación de estas aves como responsables de la carencia

El biguá, ¿culpable o inocente?
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l pejerrey es el pez que, desde el punto de vista económico, posee mayor importancia respecto de las restantes especies que pueblan las aguas continentales de la provincia de Buenos Aires. Históricamente, constituye un recurso que fue explotado mediante pesca deportiva y comercial y para Junín ha sido el motor del miniturismo lacustre que ha dado a la economía regional un empuje de relevancia hace ya algunas décadas, pero junto al despoblamiento también se fueron las ventajas comparativas para su explotación racional.

Hace aproximadamente 30 años, muchos productores fueron abandonando la práctica de la pesca comercial para destinar los márgenes de las lagunas exclusivamente a la pesca deportiva.

Hay algunos ahora que siguen ofreciendo el servicio, pero particularmente para quienes intentan las capturas desde embarcaciones, lo cual ni se compara con el aluvión de turistas que promueve la pesca de costa y precisamente esa es la que desapareció en la región.

De todos modos y si se compara con otras épocas, la población de pejerrey actual dista mucho de aquellos tiempos.

Es indudable que la calidad del agua se ha visto afectada para el normal desenvolvimiento de la especie y hay trabajos que indican que la presencia de agroquímicos ha afectado la reproducción de la especie.

Sin embargo, hoy los pescadores le apuntan al Biguá, un ave que se la puede observar por millares en las encadenadas de Junín y que por sus características alimentarias podría estar promoviendo esta falta en cuanto a cantidad de peces que, de resultar de otra manera, ubicaría a nuestro distrito como destino número uno en miniturismo.

Se ahondó sobre los trabajos relacionados con los hábitos alimentarios de las aves y accedió a algunos informes de larga data, pero ninguno referido a nuestros espejos de agua, aunque igualmente pueden aportar algunos datos al respecto.

 

¿Cuánto comen?

Durante su paso por el instituto de Limnología “Raúl Ringuelet”, el Dr. Oscar Padín realizó en la década del ’90 un estudio de la ecología energética de las poblaciones de aves en la Argentina, que ya habían experimentado un notable incremento desde hacía 10 años.

Sin embargo, el especialista consideraba que “estos trabajos por sí solos no permiten cuantificar el impacto de las aves sobre las poblaciones de sus presas”, ya que para ello era necesario conocer la numerosidad de la especie dentro de su área de actividad y la tasa de renovación del alimento o dieta diaria individual.

El trabajo de Padín constituyó un ensayo de evaluación del impacto de las aves ictiófagas sobre la mortalidad de las poblaciones de peces de una laguna pampásica, a partir de la numerosidad de dichas aves y mediante la aplicación de un modelo de consumo energético.

En ese trabajo, el especialista tomó como base las estimaciones de numerosidad realizadas durante el año 1982 en la laguna Chascomús, para tres especies de régimen esencialmente ictiófago, como el biguá (Phalacrocorax olivaceus olivaceus), el macá grande (Podiceps major) y el gaviotín corona blanca (Sterna trudeaui).

A partir de los ensayos se determinaron los valores de consumo de pescado en función de la densidad de aves existentes en el espejo de agua.

Se determinó entonces que la población de Biguá en la laguna de Chascomús consumía anualmente 19.062 kg de pescado, con un máximo en el mes de marzo (6.346 kg) y un mínimo en junio (230 kg), en tanto la dieta diaria individual oscilaba entre 201 g en diciembre y 258 g en junio.

En el caso del Macá grande el consumo anual era de 2.671 kg de pescado, con un máximo en el mes de julio (1.112 kg) y un mínimo en agosto (28 kg). La dieta diaria individual oscilaba entre 178 g en diciembre y 230 g en junio.

Para el gaviotín, el consumo durante los meses en que fue detectado en la laguna, fue de 50 kg de pescado, con un máximo en el mes de octubre (12 kg) y un mínimo en abril y diciembre (5 kg). La dieta diaria individual fue estimada entre 49 g en diciembre y 63 g en octubre.

Sumando los valores para las tres especies se obtenía un total de 21.873 kg de pescado. Esta cifra representa 7,26 kg por hectárea extraídos anualmente de la laguna por estas aves, correspondiendo al Biguá el 87,15%.

Según estos estudios, cada biguá como, al año casi 7 kilos de pescado. Pero no sólo pejerrey.´

 

Siempre polémico

El Biguá ha sido puesto en el banquillo de los acusados desde que existe la pesca deportiva en las lagunas bonaerenses. Carlos Marelli, que investigaba desde la década del ’20 a las especies ícticas, al estudiar la situación del pejerrey en la laguna Alsina en 1945, analiza la dieta del biguá y considera que estas aves no constituyen una plaga para esta especie. La dieta del biguá es principalmente ictiófaga y puede incorporar a su dieta distintas especies de crustáceos (cangrejos y camarones), moluscos y anfibios. En el Río de la Plata su alimentación está compuesta por camarones (Palemónidos) y peces como el pejerrey, pero además sabalitos, mojarras y hasta algunos bagres.

Debido a este régimen alimentario, el biguá había sido declarado plaga en algunas zonas de nuestro país, especialmente en las lagunas donde se practicaba la piscicultura del pejerrey.

Sin embargo, hasta el momento no pudimos hallar un estudio completo sobre su ecología alimentaria que compruebe este supuesto impacto negativo sobre la fauna íctica, dado que, si bien se alimenta de pejerreyes, también ingiere otros peces que compiten con esta especie por el alimento.

Si bien estudios puntuales sobre el contenido estomacal del biguá confirman la presencia de restos de pejerrey, decididamente éstos no compondrían su ítem alimenticio principal. Un trabajo llevado a cabo en 1946 al estudiar la dieta de 13 biguás encuentra restos de pejerrey en sólo uno y Arámburu y Mogilner, en otra investigación de fines de los ‘60 apuntan a que sólo el 17% de la población de biguá presente en la laguna de Chascomús poseía restos de pejerrey en su estómago.

Otras especies de aves, también se alimentan de los alevinos y juveniles de pejerrey, incidiendo en su población final.

Finalmente, entre los peces que tienen al pejerrey como presa, figuran el bagre sapo, que se alimenta de sus huevos, como así también la Tararira y el Dientudo, junto a varias especies de “mojarras” que se alimentan de alevinos y ejemplares de talla pequeña.

 

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