La Fundación Flora y Fauna (FFA) está desarrollando un proyecto que busca restaurar los ecosistemas degradados con la recuperación de especies nativas. Dentro del programa, en el que se monitorean distintos animales, la figura más codiciada es la del puma: todos quieren saber más sobre el comportamiento de este felino en paisajes compartidos con el ser humano. Un ejemplo de este escenario es el parque Nacional Patagonia, ubicado en la provincia de Santa Cruz.
El Parque Nacional Patagonia, de 53.000 hectáreas, fue creado en 2014, extendiéndose al noroeste provincial, entre las localidades de Perito Moreno y Bajo Caracoles. Hacia fines de 2011, la Administración de Parques Nacionales se comprometió con el proyecto hasta que en 2013 se aprobó la ley de cesión de jurisdicción sobre las tierras de la provincia al Estado Nacional.
La meseta y sus alrededores exhiben, casi intactos, numerosos yacimientos arqueológicos de alto valor patrimonial. Hasta el momento, la FFA compró y donó alrededor de 34.000 hectáreas, que hoy forman parte del Parque Nacional Patagonia.
Según los expertos de la FFA, este solitario tramo de la ruta 40, por su biodiversidad, en un futuro podría convertirse en el mejor escenario para el desarrollo de un modelo productivo inexplorado en la zona: el turismo de avistaje de fauna, con el puma a la cabeza. “No tengo dudas de que eso va a ocurrir”, expresó Emiliano Donadío, que lleva varios años estudiando la situación del puma en la Argentina y que lidera desde la Fundación un trabajo de investigación sobre la restauración de fauna en el Portal Cañadón Pinturas, uno de los cuatro accesos al Parque.
El objetivo de máxima, según Donadío, es reconectar a los turistas con la naturaleza, seguir con la creación de áreas protegidas y la restauración de ambientes. “No se puede pensar en la conservación a largo plazo sin tener en cuenta algunas cuestiones. Por un lado, la necesidad de generar una actividad económica alternativa; esa actividad es el ecoturismo, basado en la observación de fauna. Además, para ser más eficientes en la conservación, hay que terminar con los conflictos”, señaló. El científico se refiere a la disputa latente con los productores ganaderos de la zona, que ven en el máximo predador de la cadena un enemigo para sus ovejas. Por eso, insiste, es tan importante este proyecto de investigación actual, que permitirá entender cómo estos mamíferos usan el espacio: cuáles son sus movimientos, por dónde se desplazan y cuáles son sus presas favoritas.
Para ello, se instalaron más de 30 cámaras trampa en distintos puntos y se capturaron seis pumas con la intención de monitorearlos en su hábitat, a los que se les colocaron collares que emiten señales de radio. En dos años, esos dispositivos se desprenderán solos y toda esa base de datos será clave para dar respuesta al conflicto.