Enfermedades en el cultivo de la vid

Las principales enfermedades que atacan al cultivo y pueden deteriorar la calidad del vino son podredumbres, mildiu y oídio

Enfermedades en el cultivo de la vid
miércoles 04 de diciembre de 2019

Los vinos producidos en la Argentina, son mundialmente reconocidos por su calidad. Mendoza y San Juan concentran la mayor parte de superficie implantada, con 70% y 22%, respectivamente. El cultivo de uva permitió aprovechar la aridez de la zona y transformarla en extensos y verdes oasis. Las condiciones climáticas que se desarrollan en la región andina, así como las propiedades del suelo, permiten generar viñedos de alta calidad, siempre y cuando el cuidado del mismo se realice de la manera adecuada.

Las principales enfermedades que atacan al cultivo y pueden deteriorar la calidad del vino así como impedir la utilización de la uva son podredumbres, mildiu y oídio.

En la Argentina se conocen varias variedades de las primeras, como podredumbre gris, podredumbre de los racimos y podredumbre ácida, entre otras. La primera ataca sarmientos, hojas, frutos y flores, provocando el secado de las mismas, afectando la generación de frutos. La segunda, como su nombre lo indica, afecta principalmente los racimos y puede detectarse, al observar la fructificación del hongo sobre los mismos. Por último, la podredumbre ácida, es una de las que produce mayores pérdidas, ya que su afectación a los frutos  -que se observan blandos y con pérdida de líquido-, genera un sabor ácido a la uva limitando su uso para la elaboración de vinos de calidad.

En general los tratamientos sanitarios claves para el tratamiento de las podredumbres se identifican al inicio de floración, preferentemente con un producto sistémico, aplicado mediante atomizadores o nebulizadores; y de acuerdo a la dosis que indique la etiqueta del producto a utilizar, recomendado por un profesional idóneo. Posteriormente, durante el envero (5-10% de los frutos cambiando de color), se recomienda reforzar el tratamiento, y por último un régimen precosecha. Es importante recordar que el control deberá realizarse siempre y cuando se observen las condiciones predisponentes, caso contrario no hará falta realizar ningún tipo de aplicación.

En cuanto al mildiu, si bien es una enfermedad que genera importantes daños, no todos los años aparece, ya que no siempre se observan las condiciones predisponentes para que suceda. El momento de floración y cuaje de los frutos constituye el más crítico para estar atentos, no solo a la presencia de la enfermedad, sino también a las condiciones predisponentes para que la misma se desarrolle. En general, en períodos de lluvia (veinte milímetros), con temperaturas altas a moderadas (veinte grados) y con estás condiciones manteniéndose por 24 horas, la aparición del mildiu es prácticamente inevitable.

Por lo cual, cuando se observen estás condiciones, aún sin observar síntomas, se recomienda realizar una aplicación con fungicidas de manera preventiva. Los productos utilizados para el control del mildiu son tres. Se recomienda utilizar fungicidas sistémicos, desde el inicio de la época predisponente, en los primeros estadios del viñedo para proteger su desarrollo. Posteriormente, durante los meses de verano, se recomienda emplear productos penetrantes, desde el grano tamaño guisante hasta el inicio del envero. Por último, desde el inicio de envero hasta la recolección, se deberán utilizar productos de contacto. Teniendo siempre en cuenta el período de carencia que se deberá respetar desde la última aplicación hasta el momento de cosecha, el cual se encuentra indicado en la etiqueta del producto a utilizar.

Por último, el Oídio, es un hongo que ataca todos los tejidos verdes del cultivo, provocando una disminución en el cuajado de los frutos y una considerable pérdida de rendimiento. Asimismo, puede generar heridas que faciliten la entrada posterior de otras enfermedades como la podredumbre. La temperatura ideal para el desarrollo de este hongo es de 20 a 27ºC. Si bien las condiciones de humedad son predisponentes para el desarrollo de la misma, períodos lluviosos excesivos pueden afectar su crecimiento ya que eliminan la estructura del hongo. Está enfermedad es identificable debido al micelio blanco que se desarrolla y cubre en los tejidos.

No solo puede generar pérdidas de rendimiento al momento de observarse, sino que el viñedo, ante ataques excesivos puede quedar debilitado, limitando la producción de años posteriores. Además, es importante estar atentos a las infecciones intensas, ya que las estructuras del hongo pueden permanecer en latencia y presentarse en la campaña siguiente.

En cuanto a los tratamientos, se recomiendan, al igual que con las anteriores, tratamientos preventivos, que pueden asociarse con los tratamientos realizados para el control del mildiu.

Para el control de enfermedades fúngicas es indispensable estar atento a las condiciones predisponentes. Solo cuando estas se observen, se deberá realizar una aplicación. El producto a utilizar deberá ser seleccionado bajo la recomendación de un profesional idóneo y la aplicación del mismo deberá ser realizada con la maquinaria correctamente calibrada, siguiendo las recomendaciones de la etiqueta del producto.

A fin de realizar un control eficaz que permita seguir utilizando las tecnologías disponibles, se recomienda no realizar más de tres tratamientos al año con productos sistémicos e ir modificando las familias químicas (modos de acción, los cuales se indican en las etiquetas de los productos) utilizadas a fin de evitar la generación de resistencias.

 

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