El bambú, mundialmente conocido como el alimento de los pandas, es un material que puede ser utilizado para la fabricación de variados productos; por ejemplo, en la Argentina, existen dos emprendimientos que desarrollan cepillos de dientes e indumentaria elaborados con la caña.
China tiene el 50% de la reserva mundial de bambú y, anualmente, se producen aproximadamente 40 mil millones de pares de palos chinos utilizados para la comida. No obstante, el bambú puede ser el insumo de muchos otros productos, como por ejemplo jugos, papelería y muebles, como demostró Martín Tam, experto en el tema, asentado en Hong Kong. Sostiene que es el cultivo que más rápido crece (un metro diario) y se puede cosechar antes de los diez años, lo cual significa un adelanto de la mitad de tiempo respecto de otras maderas. Asimismo, la caña es fuerte, aguanta la compresión, no necesita del riego ni de fertilizantes o herbicidas. Todos estos factores le brindan cierta ventaja competitiva que debería ser aprovechada.
Uno de los grandes disparadores que hacen visible el enorme potencial del bambú es el cuidado del medio ambiente, lo cual genera una búsqueda de alternativas eco-friendly para insumos no tan sustentables. El bambú libera mucho oxígeno al aire y, además, absorbe hasta cuatro veces más el dióxido de carbono, en comparación con otros árboles.
Peng Jian, de Taohuajiang, una compañía grande de la industria, cree que el bambú puede llegar a reemplazar al cero, la madera y el plástico; las desventajas que aún restan por resolver son las siguientes: el precio supera al del acero, el peso supera al de la madera y no tiene la flexibilidad del plástico.