Objetivo cero neto: ¿es posible llevarlo a cabo?

n el último tiempo, varias empresas de todo el mundo se han fijado objetivos de desarrollo sostenible con el propósito de llegar a un total de cero emisiones en los próximos años. Según la comunidad científica, la sociedad debería alcanzar –a más tardar– la meta a mediados de siglo, en miras a evitar los peores impactos del cambio climático. Sin embargo, algunos fines y estrategias son más creíbles que otros.

Nestlé, una de las firmas de alimentos más importantes del planeta, planea alcanzar emisiones cero netas de acá a 2050. En una misma línea, Unilever aspira a llegar al mismo número una década antes. Incluso, petroleras como BP y multinacionales como Amazon y Microsoft tienen objetivos similares.

Angel Hsu, fundador de Envirolab, el laboratorio de datos de la Universidad de Yale, asegura que todos los objetivos son distintos, ya que parte del problema radica en que no existe una definición clara acerca de lo que significa llegar a “emisiones cero netas”. Según el especialista, una empresa puede establecerse un propósito, aunque una vez llevado a la práctica es muy difícil de concretar. Esto se debe a que no es sencillo cambiar los hábitos de consumo de la población.

La performance de la compañía energética estadounidense Duke Energy es un excelente ejemplo, ya que pese a realizar diferentes estrategias en función al fin común, fue desaprobada por su labor en el informe más reciente del Sierra Club. De acuerdo a la entidad evaluadora, la firma no tiene planes para retirar la mayoría de sus plantas de carbón ni prevé construir nuevos depósitos de gas. Dichas acciones son incompatibles con la meta de limitar el calentamiento del mundo a 1,5°C, para evitar futuras catástrofes a largo plazo.

En palabras de Steven Clarke, director de Liderazgo Corporativo de Energía Limpia de la organización sin fines de lucro Ceres, lo mejor que pueden hacer las empresas es comprometerse a pleno con sus metas; es decir, que realmente estén tomando medidas para impulsar el cambio.

Muchas de las transiciones masivas toman tiempo: si no se establecen objetivos intermedios claros, existe el riesgo de no poder llevar adelante las propuestas con rapidez. Asimismo, a medida que cambian las comisiones directivas de las empresas, los propósitos se tornan cada vez más difíciles.

Por otra parte, es preciso aclarar que el mundo necesita reducir las emisiones mucho antes que en 2050. Según un trabajo realizado en 2018 por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la meta debería alcanzarse en 2030. Para muchas empresas, este objetivo tiene sentido; sin embargo, ya que algunas industrias pueden moverse más rápido que otras, el plan tendría que ser bastante más agresivo para garantizar que la sociedad en su conjunto lo siga a la par.

John Romankiewicz, analista senior de Beyond Coal Campaign (Sierra Club), expresa que el uso de energía solar y eólica podría ser vital en el proceso, aunque no todos estén dispuestos a adoptar este tipo de estrategias. El hombre explica que la población tiene herramientas a mano para impulsar nuevos hábitos, pero no siempre las usa. Así, explica la baja calificación obtenida por Duke Energy en el reporte de su compañía.

Para otras empresas como Microsoft, llegar al objetivo de formar rápida tiene más sentido. Su director medioambiental, Lucas Joppa, subraya que saben cómo llegar al resultado final aspirado, aunque todavía reste mucho por hacer. No obstante, cree que el momento de actuar es ahora.

Microsoft trabaja en eliminar virtualmente todas las emisiones que se encuentran bajo control directo en miras a impulsar el uso de energías 100% renovables a partir de generadores de respaldo en sus centros de datos. También busca adoptar vehículos eléctricos en la flota empresarial.

En este contexto, vale remarcar que no todas las compañías se manejan con el mismo lenguaje. Microsoft, por ejemplo, habla de convertirse en “carbono negativa”; otras usan términos como “emisiones climáticas positivas” o “emisiones netas negativas”. En resumen, el fin es el mismo: eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera que la firma es responsable de emitir.

Si bien unos dicen “cero neto”, otros emplean la frase “carbono neutral” a la hora de indicar las emisiones restantes de la empresa que serán compensadas con proyectos que aspiran a eliminar el elemento. Las organizaciones sin fines de lucro que trabajan con privados para medir su huella ambiental se refieren a la acción usando el término “climáticamente neutral”, “cero carbono” o “libre de carbono”.

Esta combinación de frases puede resultar confusa para los consumidores, de modo que el desafío es aún mayor. Cuando las empresas se refieren a su objetivo como “cero neto”, quiere decir que las emisiones provienen directamente de sus operaciones. Algunas petroleras, por ejemplo, se plantean llegar a dicho fin en sus pozos sin incluir lo que sus clientes queman con el combustible.

Las emisiones que le escapan al control de una empresa se llaman de “Alcance 3”. Si las firmas no analizan el impacto total de sus productos, incluyendo estas difusiones, el mundo no podrá hacerle frente al cambio climático. Andrew Poreda, analista de Investigación de la compañía de gestión de inversiones Sage Advisory, indica que es preciso observar el panorama completo, desde la cadena de suministro hasta el usuario final si la meta es alcanzar dichos objetivos como sociedad.

En este aspecto, señala que si las empresas se fijan un propósito sin integrar el Alcance 3, es imposible sortear el calentamiento global y alcanzar los propósitos de carbono cero. El mayor desafío sigue siendo reducir drásticamente las emisiones.

Por lo general, el primer paso consiste en optar por fuentes energéticas renovables. Sin embargo, algunos obtienen mejores resultados que otros. Google, por ejemplo, fue uno de los primeros compradores corporativos de esta clase de bienes. Con el tiempo, se volcó a su producción, financiando proyectos eólicos y solares.

En la actualidad, trabaja en función de asegurarse que todas sus operaciones funcionen con energías renovables de redes eléctricas locales. De acá a diez años, espera operar el negocio con fuentes libres de carbono las 24 horas los siete días de la semana.

El plan es verdaderamente desafiante, debido a que tanto fuentes eólicas como solares no se encuentran disponibles de manera continua y deben combinarse con una infraestructura de almacenamiento energética que todavía no está implementada por completo. En este sentido, Google busca reducir las emisiones de todo aquello que está bajo su control, desde transportes hasta termostatos.

Reducir las emisiones puede ser más difícil para ciertas compañías. Entre las de tecnología, la huella de carbono depende principalmente del uso de electricidad, de modo que el cambio a fuentes de energía renovable implica un gran impacto.

Otras firmas tienen emisiones más difíciles de eliminar, como la industria del cemento, que en su conjunto transmite muchísimos Gases de Efecto Invernadero (GEI). Los contaminantes provienen tanto de la quema de combustible como de su proceso químico de fabricación. Sin embargo, se espera que en breva haya soluciones disponibles.

En este contexto, las nuevas tecnologías están ayudando a ejecutar procesos industriales pesados con energía renovable por primera vez. Lo generado por las plantas de cemento puede capturarse y secuestrarse en el propio compuesto.

Para todas las empresas, planificar el cero neto implica comprender las tecnologías y soluciones sistémicas a disposición en pos de un futuro más sostenible. Así, Hsu sostiene que las inversiones deben ser acompañadas con conocimiento de causa, ya que las metas imposibles no sirven: los compromisos tienen que poder ser llevados a la práctica.

Cuando desde el vamos se hace imposible eliminar ciertas emisiones, algunas compañías recurren a compensaciones de carbono para contabilizarlas. De esta manera, se apoyan en proyectos de reforestación o agricultura sustentable a fin de captar mayores niveles del elemento del suelo. No obstante, estas actividades no son sencillas.

Los programas de compensación donde se plantan árboles, por ejemplo, pueden ser muy difíciles de rastrear, mientras que existe el riesgo de que los ejemplares se pierdan con el tiempo debido a la tala o incendios forestales. Otro factor que interviene en el proceso es el escaso rendimiento de dichas prácticas.

Cuando las empresas no tienen planes claros para alcanzar el cero neto, los objetivos empiezan a carecer de credibilidad. En este contexto, el banco HSBC anunció que reduciría sus “emisiones financiadas”, es decir, la de las compañías donde invierte, en conformidad con el Acuerdo de París. No obstante, no aseguró cómo eliminaría gradualmente sus aportes a las industrias de petróleo, gas y carbón.

En aquel momento, los activistas se burlaron del anuncio, diciendo que era como “afirmar que alguien va a dejar de fumar en 2050, pero seguirá comprando un paquete de atados por semana o incluso fumará más”.

Muy pocas empresas con promesas netas cero compartieron los detalles de sus planes debido a los impedimentos que entran en juego para llevarlos a cabo. Hsu trabaja con CDP, una organización sin fines de lucro, con quien plantea las preguntas a desarrollar antes de emprender el camino sustentable. Estos interrogantes marcan el paso a seguir para comprender lo que es verdaderamente el objetivo.

Si las firmas empiezan a compartir su información, pueden ayudar a que el movimiento se ejecute más rápido. El año pasado, Microsoft se asoció con Nike y Starbucks a fin de lanzar la entidad “Transform to Next Zero”, con la que planea construir hojas de ruta para impulsar el cambio a escala global.