Para obtener buenos resultados con la fertilización de la soja, la planificación de la campaña es sumamente relevante. Es importante tener en cuenta que este cultivo demanda mucho nitrógeno, ya que requiere cerca de 75 kilogramos por hectárea para producir una tonelada por hectárea de grano. Además, se debe realizar una correcta inoculación para poder cubrir la mayor parte de esta demanda.
Hay que cerciorarse de que el proceso de inoculación se esté desarrollando con normalidad y que el inoculante a emplear tenga la carga microbiana correspondiente. Esto se puede corroborar arrancando una planta y observando la cantidad de nódulos. Hay que prestarle atención al lugar de la raíz donde están ubicados. Usualmente, los nódulos que se forman por las bacterias que provienen del inoculante se verán en la raíz principal, mientras que los nódulos conformados por bacterias naturalizadas en ese suelo se ubicarán en las raíces secundarias.
También hay que tener en cuenta que la fertilización es valiosa a niveles por debajo de 13 o 14 partes por millón (ppm) de fósforo. La respuesta va a depender del nivel de esta sustancia en el suelo. La saturación para niveles de fósforo entre 8-15 ppm se haya aplicado entre 60 a 40 kilogramos de óxido de fósforo por hectárea.
Otro elemento a valorar es el azufre, que es un nutriente primordial en el cultivo de soja, debido a que es un aliado de la fijación biológica del nitrógeno. Sus faltas pueden afectar el rendimiento, de todas formas se ha determinado que en suelos con menos de 10 ppm de azufre hay respuesta a la fertilización.
Con respecto a los micronutrientes, todavía no se observaron respuestas significativas, aunque si algunas tendencias. Por ejemplo, al boro. Si bien no son claros los umbrales, se cree que están cerca del 1-2 ppm. Además, se percibe una mejor respuesta cuando se aplica en el período de floración.
Asimismo, las semillas de soja son permeables a los efectos salinos y fitotóxicos de los fertilizantes aplicados en contacto directo. Pueden verse afectadas por el tipo de fertilizante, la dosis y el nivel hídrico que tiene el suelo al momento de fertilizar. Hay máquinas sembradoras que colocan el fertilizante tres centímetros por debajo o al costado de la línea de siembra, con las que no se deberían tener inconvenientes.