as malezas compitiendo con los cultivos para tomar los beneficios de la luz, el agua y los nutrientes fue la principal complicación sanitaria en la provincia de Córdoba durante la campaña 2019/20. La resistencia a los productos clásicos lleva a la necesidad de diversificar cada vez más los mecanismos de control, que incluyen variedad de principios activos, cultivos de servicio e incluso control mecánico en zonas puntuales, destaca el informe elaborado por el Departamento de Información Económica (DIA) de la Bolsa de Cereales de Córdoba.
“Esta situación se agrava por la aparición de malezas de difícil control o resistentes no solo al glifosato, sino a otros grupos químicos, lo que lleva a la necesidad de realizar una gestión con mecanismos cada vez más diversos”, indicaron. Tal como publicaron en enero del año pasado, el yuyo colorado (Amaranthus sp.), rama negra (Conyza bonariensis), sorgo de Alepo (Sorghum halepense) y Eleusine (Eleusine sp.) son las principales malezas que afectan la soja y el maíz en los campos cordobeses.
“Para efectuar un buen control químico fueron necesarias, en promedio, cuatro aplicaciones en soja y tres aplicaciones en maíz”, explicaron los especialistas de la Bolsa, a la par que agregaron que en todos los casos se utilizaron herbicidas preemergentes y posteriormente otras aplicaciones con el cultivo en pie. Una de las técnicas más usadas fue la de ´doble golpe, combinando el uso de un herbicida hormonal seguido por un herbicida de contacto.
Otros mecanismos usados fueron la siembra de cultivos de servicio (que se siembran no para cosechar, sino para una función específica, como por ejemplo, proteger el suelo en invierno) y en algunos casos se requirió realizar control mecánico (extracción).
“Los grupos más utilizados para el control de malezas en soja fueron los inhibidores de aminoácidos EPSPS (principalmente glifosato), los inhibidores de la división celular (Metolaclor, Acetoclor) y los inhibidores de clorofila PPO (Fomesafem, Flumioxazin, Sulfentrazone), de aminoácidos ALS (Imazetapir, Metsulfuron, Clorimuron, Nicosulfuron, Diclosulam) y los inhibidores de ácidos grasos ACCasa (Cletodim, Haloxifop). El motivo de esta variedad es la resistencia creciente de las principales malezas, que lleva a la necesidad de diversificar cada vez más los mecanismos de control”, indican en el informe.
En el caso del maíz la variación es menor debido a las características fisiológicas del cereal. Al ser un cultivo de hoja angosta permite un control más fácil de las malezas de hoja ancha. Se destacan principalmente los reguladores de crecimiento (2,4 D, Dicamba, Picloram), los inhibidores de aminoácidos EPSPS y los inhibidores de la división celular (Metolaclor, Acetoclor).
En base a la red de referentes ubicados en todo el territorio provincial, el informe da cuenta de que en lo que hace a plagas “se reportaron ataques de orugas cortadoras, defoliadoras, chinches, Megascelis y tucuras en distinta intensidad”.
Los mecanismos de control fueron fundamentalmente el control químico y la siembra de variedades resistentes. Se hizo, en promedio, una aplicación por hectárea.
La incidencia de los ataques fue entre baja y media, permitiendo realizar un buen control con una o dos aplicaciones por hectárea en algunos casos puntuales. El maíz se vio afectado principalmente por ataques de la oruga cogollera (Spodoptera frugiperda) mientras que la soja sufrió ataques de oruga medidora (Rachiplusia nu), oruga bolillera (Helicoverpa gelotopoeon), langostas (orden Orthoptera) y Megascelis sp.
Los principales patógenos que afectaron a los cultivos este año fueron los hongos, aunque no significaron un problema de importancia debido a que la falta de humedad ambiental contribuyó a detener el desarrollo de enfermedades. Por este motivo, a nivel provincial se realizó como máximo una aplicación por hectárea.
En soja se reportaron las clásicas enfermedades foliares de fin de ciclo: mancha ojo de rana (Cercospora sojina), tizón (Cercospora kikuchii) y Mancha marrón (Septoria sp.), principalmente en la zona este de la provincia. El maíz, por otra parte, se vio afectado fundamentalmente por la roya anaranjada (Puccinia sorghi) y el tizón tardío (Exserohilum turcicum). Al igual que en el caso de la soja, las mayores complicaciones se registraron en la zona este y sudeste. Los métodos de control fueron básicamente químicos y los grupos elegidos fueron fundamentalmente la mezcla de estrobirulinas y triazoles, con una menor participación de carboxiamidas.
El Diario CBA