l sector de la carne tuvo un comienzo de año preocupante a causa de la regulación estricta de China a las importaciones y del efecto del coronavirus en el negocio global de las carnes. La caída de los mercados internacionales y los problemas cambiarios se suman a los obstáculos que encuentran exportadores y ganaderos.
Según un informe publicado por la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), la Argentina arrastra un problema histórico de competitividad, debido a factores logísticos internos y de ubicación geográfica en el mundo, entre otras cuestiones que se suelen compensar con la calidad de la materia prima. A todo este grupo de barreras, hay que agregar las retenciones –reducen un 9% el tipo de cambio– y el contexto de la pandemia.
En la misma línea, la Asociación de Productores Exportadores Argentinos (APEA) también señala un panorama de pérdida de competitividad en el que el productor y el exportador reciben pesos a un tipo de cambio oficial. Por si fuera poco, todo esto es agravado por un escenario inflacionario con niveles superiores al 35%, y por un esquema de costos y variables económicas locales que impactan de lleno en la rentabilidad de un negocio cada vez más ajustado.