Economía Agraria / Finanzas Agropecuarias

Empresas agropecuarias: un año para recalcular varias veces y ser flexibles

Es la recomendación de la consultora Zorraquin+Meneses para un período que estará marcado por la inestabilidad económica, de precios y por las medidas políticas en un año electoral

Empresas agropecuarias: un año para recalcular varias veces y ser flexibles
jueves 25 de febrero de 2021
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n verano “caliente”. Así definió la consultora Zorraquin+Meneses lo que fue el inicio de año para las empresas agropecuarias argentinas. Y fue una suerte de presagio de lo que puede venir para el resto del ejercicio: situaciones cambiantes, presiones políticas y vaivenes económicos y de precios que obligan a los productores a proyectar un año de decisiones “flexibles”, en un contexto que será muy dinámico.

“Lo más caliente viene del lado de la política y la economía, con el gobierno probando recetas que generan nuevos problemas en lugar de solucionar los existentes. Todo en el marco de la pandemia por Covid19, que se mueve entre la realidad de un virus agresivo y el uso político o de coartada para errores utilizada por ciertos gobernantes, gremialistas y hasta empresarios de nuestro país”, remarca el análisis de Teo Zorraquin y Alejandro Meneses.

Según los consultores, 2021 estará plagado de interrogantes que son los que habrá que contestar día a día, sin poder proyectar en el mediano o largo plazo.

“¿Los precios de los granos se mantendrán en estos valores (efecto mercado y/o gobierno)? Los insumos suben, ¿Anticipar las compras? Las entregas de maquinaria están retrasadas, ¿Igual hay que intentar comprar? Se viene un año electoral donde el gobierno hará todos los esfuerzos posibles para que no se le escape la economía, ¿Financiarse en pesos o dólares? ¿Cómo afectará a la carne y a la leche el intento de desacople de precios? ¿Habrá crédito bancario a tasas razonables o conviene incrementar el crédito comercial? ¿Qué año climático se presenta?”, son algunas de las preguntas que enumera Zorraquin+Meneses.

La dificultad de responderlas es lo que obliga a pensar que “será un año en el que el ‘recalculando’ estará en la mesa de decisiones varias veces”, contesta la consultora.

 

Idas y vueltas

Para Zorraquin+Meneses, Argentina vive una nueva edición del “cambalache” histórico que dificulta atraer inversiones a un país en el que, por ejemplo, una funcionaria llegó a decir que es una “maldición” exportar alimentos.

Pero “en este cambalache las empresas deberán seguir produciendo, esforzándose por ser rentables, tratando de saber bailar con esta música. Para lo cual deberán ser flexibles y perdonarse a sí mismas errores que serán evidentes con el diario del lunes, sacándose de la mente  viejos paradigmas o recetas que funcionaron en otra época. No es año para decisiones absolutas o de ‘one shot’ (un tiro)”, añade el informe.

La inflación es otro aspecto a tener en cuenta: se sigue disparando pese a que las tarifas siguen pisadas y rige el esquema de precios máximos, uno de los factores que explica el desabastecimiento incipiente.

“La reacción política natural es buscar culpables y en general se apunta a las empresas productoras, a los supermercados, al precio de los commodities o a algún otro eslabón de la cadena. En un año de elecciones en el que tanto gobierno como oposición saben que hay una fuerte relación entre la forma de votar y el bolsillo, veremos medidas y declaraciones que apuntarán más a ganar el voto que a generar soluciones reales sostenibles. Otra vez”, destaca la consultora.

 

Financiamiento

Por último, el análisis se centra también en un aspecto clave para las compañías del agro: cómo financiarse.

Según Zorraquin+Meneses, existen “dos mundos paralelos”: las pymes que no tienen más de cinco por ciento de la soja o trigo que produjeron, pueden acceder a tasas “baratas”, de entre 30 por ciento y 35 por ciento. Las que no son pymes o todavía tienen muchos granos en stock, el interés trepa al 50 por ciento.

Mientras tanto, las tarjetas agro siguen activas pero con tasas cuyo costo no baja del 40 por ciento; las empresas que comercializan insumos tienen su propia financiación, en general con entrega de cheque electrónico diferido a plazo variable que permiten pesificar la compra con una tasa del orden del 50 por ciento; y hay exportadores adelantando dinero a clientes contra el compromiso de entrega de mercadería con tasas del orden 12 por ciento en dólares.

En definitiva, “no se ve nada disponible o atractivo para financiamiento a largo plazo para inversiones o para reperfilamiento de pasivos, salvo en empresas muy grandes”, concluye la consultora.

 

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