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lo largo de la historia, muchos argentinos se interesaron por la botánica, dedicando su vida a esta ciencia, donde dejaron su huella a nivel internacional. Debido a su trabajo, numerosos jardines públicos, instituciones y especies vegetales llevan su nombre a modo de homenaje. Miguel Ignacio Lillo, Cristóbal María Hicken, Lorenzo Parodi, Arturo Burkart, Arturo Enrique Ragonese, Ángel Lulio Cabrera, Julián Cámara Hernández y Juan José Valla fueron algunos de ellos.
Nació en 1862 en Tucumán, en una casa que actualmente lleva su nombre y es sede de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional provincial. Desde pequeño estudió las formas de la naturaleza y se volvió fanático de la botánica.
Luego de terminar sus estudios secundarios viajó a Europa, donde descubrió el universo de la ciencia. A pesar de dedicarse al rubro mencionado en el párrafo anterior, también se desempeñó en química y zoología.
Su labor contribuyó al conocimiento de árboles en la Argentina, donde fundó el famoso Museo de Historia Natural de Tucumán.
Contemporáneo a Lillo, se crio en Buenos Aires, donde se especializó como agrimensor y doctor en Ciencias Naturales. A lo largo de sus estudios en la UBA, conoció al maestro naturalista Eduardo Ladislao Holmberg, a quien en 1903 le dedicó la descripción de la especie Hippeastrum holmbergii.
Además de escribir varias publicaciones sobre botánica y realizar expediciones por el país recolectando plantas, fue profesor de diversas materias en la Facultad de Agronomía y Ciencias Exactas y Naturales. Además, fundó el Instituto Darwinion previamente ubicado en San Martín, que actualmente funciona en San Isidro. La Escuela de Jardinería del Jardín Botánico Carlos Thays lleva su nombre en homenaje.
Formado por el biólogo, botánico y micólogo belga Lucien Hauman, el ingeniero agrónomo Lorenzo Parodi escribió uno de los textos vinculados más importantes de la bibliografía nacional: Enciclopedia Argentina de Agricultura y Jardinería. Se trata de un texto esencial para estudiantes de carreas vinculadas, ya que describe en forma de detallada y completa las características de más de 300 especies de plantas.
Discípulo de Parodi, se egresó de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA, donde se dedicó a estudiar el desarrollo de diversas leguminosas. Más adelante se desempeñó como docente, realizando una serie de viajes en busca de plantas. A lo largo de su recorrido, llegó a recolectar más de treinta mil especies.
En 1936 fue designado como director del Instituto de Botánica Darwinion, cargo que ocupó durante cuatro décadas. Numerosas especies fueron nombradas en su honor. Algunas de ellas son Prosopis burkartii, Bromus burkartii y Senecio burkartii.
Nacido en Buenos Aires, fue un ingeniero agrónomo colaborador en la cátedra de Parodi, quien trabajó durante varios años en el Instituto Forestal del Ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación. A lo largo de su carrera, organizó y dirigió el Instituto de Botánica Agrícola que más tarde se convirtió en el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).
En 1945 convocó a Ángel Cabrera, Milan Jorge Dimitri y Enrique Sívori para darle forma a la entidad que hoy rige las prácticas agropecuarias en el país. Además de desempeñarse como director del organismo, creó el jardín botánico que actualmente lleva su nombre.
Discípulo de Parodi y contemporáneo a Ragonese, es reconocido por sus obras sobre flora argentina. Le dedicó muchos años a sus trabajos sobre asteráceas. El profesional fundó la Sociedad Argentina de Botánica, donde se destacó por su profesionalismo, inteligencia y humildad.
También alumno de Parodi, se hizo conocido por su talento a la hora de dibujar. Fue especialista en maíces nativos y junto con docentes de la UBA creó el Jardín Botánico Virtual Lorenzo R. Parodi.
Fallecido en plena pandemia de coronavirus, se desempeñó como profesor por más de cincuenta años y dirigió el Jardín Botánico Lucien Hauman. Adorado por todos, estaba convencido de que los docentes debían inspirar a los alumnos y enseñar con el corazón.
Si bien no es argentino, ya que nació en Turín (Italia) en 1858, desempeñó un rol clave en el desarrollo de la ciencia argentina. Tras finalizar sus estudios y aprender varios idiomas, arribó a Buenos Aires, donde se incorporó al Gabinete de Historia Natural de la Facultad de Ciencias Físico-Naturales de la UBA.
Entre sus logros, trabajó como docente en numerosas cátedras sobre botánica, micrografía vegetal y química; creó el arboretum de la Facultad de Agronomía y en 1898 asumió como director de la sesión Botánica y Fitopatología del flamante Ministerio de Agricultura de la Nación.
