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Calidad de agua y resistencia bacteriana, las preocupaciones de científicos argentinos por la producción cárnica

Investigadores de la Uba, Senasa y CONICET analizaron el escenario actual y los perjuicios que podrían traer algunas prácticas de manejo actuales sobre los efluentes y el uso de antibióticos

Calidad de agua y resistencia bacteriana, las preocupaciones de científicos argentinos por la producción cárnica
E

n el marco de las negociaciones por la puesta de granjas industriales de cerdos en distintos puntos del país, se activó un intenso debate acerca de los costos ambientales y sanitarios que estas producciones podrían traer.

En un artículo, la Agencia CTyS-UNLaM enfatizó sobre el entramado ambiental y sanitario actual detrás de la producción cárnica y la problemática del control de residuos y su relación con el ecosistema y la salud, en diálogo con biólogos, ingenieros y veterinarios.

 

El destino de los residuos

En primer lugar, los efluentes de los sistemas intensivos de cría generan exceso de nutrientes (nitrato y fósforo) y también bacterias que se filtran a las napas subterráneas o que incluso pueden llegar a los cuerpos de agua, como lagos, arroyos y ríos.

“Si el nivel de las napas es superficial en la zona en la que se construyen los corrales de engorde, y si el suelo presenta una textura arenosa, es posible que se favorezca la lixiviación de elementos contaminantes, los cuales pueden modificar drásticamente las calidad físico-química del agua subterránea”, explicó el investigador John Márquez Molina a la agencia.

El ingeniero agregó que un exceso de nutrientes “favorece el proceso de eutrofización, aumenta el crecimiento de algas y materia orgánica, al tiempo que disminuye la cantidad de oxígeno en los sectores profundos del cuerpo de agua, afectando el desarrollo de la biota y limitando de forma significativa los distintos usos que se pueden hacer del recurso, entre los que se cuenta el consumo humano”.

En ese sentido, remarcó: “Estos problemas se presentan principalmente cuando no existe un óptimo diseño de los corrales, especialmente con una serie de estructuras tendientes a la contención y manejo de los efluentes, en particular del estiércol. Por lo tanto, las operaciones de manejo de los mismos son un factor fundamental”.

 

Los microorganismos

Las bacterias y otros patógenos, por el traslado a través de los cuerpos de agua, pueden arribar a zonas urbanas y desencadenar problemas sanitarios.

A este evento se adhiere al mal uso de antibióticos en estos modelos productivos, que producen resistencia en las bacterias e impide la cura de infecciones, tanto en humanos como en animales.

Según el Consejo de Defensa de Recursos Naturales de Estados Unidos (NRDC por sus siglas en inglés), el 65 por ciento de los antibióticos producidos anualmente se destina a la cría de animales como método preventivo de infecciones y como promotor del crecimiento.

“El problema es que las bacterias más resistentes que crezcan en esos ecosistemas donde estén los cerdos, los pollos y las vacas con alta concentración de antibióticos van a empezar a seleccionarse. Aunque no comamos esos animales, esos microorganismos van a migrar del campo a la ciudad, y después aparecen en las aguas, en los residuos industriales, en los hospitales”, explicó a la agencia el investigador Superior de CONICET, Alejandro Vila.

Ante un exceso de utilización de antibióticos, el investigador afirma que: “Las bacterias van mutando rápidamente: el tiempo de duplicación es de 20 minutos. Esto implica que, en una hora, podemos tener tres generaciones de bacterias, lo que a escala humana demoraría un siglo”.

En este sentido, explica que las resistentes generan respuestas para su supervivencia, sobreviven y aumentan su proporción y luego lo comparten con otras a través del intercambio genético.

 

La resistencia a antibióticos

Si se utilizan de forma incorrecta los antibióticos, el sector sanitario puede quedarse sin herramientas para tratar infecciones. Se estima que para el año 2050, puede ser la causa de muerte de 10 millones de personas anualmente.

En el caso argentino, el Laboratorio Nacional de Referencia en Resistencia a los Antimicrobianos (LNR) releva la presencia de bacterias resistentes en hospitales y, según un estudio publicado en 2015 en la revista Panamericana de Salud Pública, para ese año llegó a detectar algunos tipos de enterobacterias con resistencia en más de 300 hospitales argentinos.

“En el 2015, empezamos a tomar muestras en frigoríficos de cerdos, de pollos y de bovinos, que son las tres producciones más importantes para el sistema alimentario argentino, y también en materia fecal de estos animales para ver si encontrábamos resistencia a distintos antibióticos. El resultado fue una elevada presencia de bacterias resistentes, producto de años y años del uso inadecuado de antimicrobianos”, informó el veterinario Federico Luna, del SENASA.

En esa línea, el veterinario resaltó que, en muchas ocasiones, “el antibiótico es utilizado para tapar malas prácticas agropecuarias en las que el animal no tiene suficiente espacio y luz, carece de una buena alimentación y de condiciones de higiene adecuadas” y agregó: “si el animal goza de buena salud no se enferma, y si no se enferma no tenemos que administrar antibióticos”.

 

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