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studiantes de la carrera de Arquitectura, que se dicta en la Facultad de Tecnología y Ciencias Aplicadas de la Universidad Nacional de Catamarca(UNCA), recibieron la tercera mención especial de la región NOA (Noroeste Argentino) en el concurso nacional “Hábitats Emergentes”.
El certamen, que organizaron el Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación y el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, congregó a 521 grupos de estudiantes, graduados, docentes e investigadores universitarios de todo el país. Con financiamiento del Fondo Global para el Medio Ambiente del BID, repartió casi $6 millones en premios.
El miércoles 26 de agosto la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat de la Nación, María Eugenia Bielsa, encabezó la videoconferencia mediante la cual dio a conocer los resultados finales del concurso.
El equipo de Catamarca estuvo integrado por los estudiantes Verónica Bracamonte, Pierina Cirillo, Omar González y Sebastián Tomé, el estudiante avanzado Ernesto Bracamonte (colaborador) y los docentes, arquitectos Carlos Maturano y Javier Villagra. La idea de participar en el concurso nacional surgió a través de la iniciativa del docente titular de la cátedra de Morfología III, arquitecto Daniel Contrera, como un desafío para encarar un trabajo práctico.
El objetivo de “Hábitats Emergentes” era presentar propuestas de viviendas con eficiencia ambiental que pudieran construirse en situaciones de emergencia, así como proponer nuevas ideas y soluciones a problemas vinculados con poblaciones que deben enfrentar el colapso habitacional.
Al momento de elegir, los jurados tuvieron en cuenta la originalidad y pertinencia de la propuesta, la aplicabilidad para el contexto de uso en la vivienda para la emergencia, el lenguaje, materialidad y modos de habitar adaptados a las regiones y la incorporación de criterios de sostenibilidad ambiental.
“Recibimos la noticia de la mención especial con sorpresa y emoción”, cuentan entusiastas alumnos y docentes. La importancia y significado de la distinción recibida -analizan- radica en “el respaldo que da a la carrera de solo dos años y medio de vida, una carrera joven ya galardonada habiendo competido contra universidades de larga trayectoria como la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba, entre otras”.
Al dar detalles del proyecto presentado, explican que “ante el desafío y con el propósito de dar respuesta concreta al estado sanitario actual o de catástrofe, sea cual fuere su naturaleza, el presente trabajo se cierne en la investigación acerca de la problemática de asentamientos espontáneos en el departamento Valle Viejo. Visitamos y entablamos diálogo con los habitantes del asentamiento conocido como La Costanera, afincado sobre la vera del Río del Valle”.
Allí comprobaron la alta posibilidad de exposición al contagio ante una enfermedad infecciosa como COVID-19. “La situación -dicen-, deviene de la condición habitacional vulnerable y precaria de familias muy numerosas, que conlleva a escenarios complejos en lo social, natural y sanitario”.
Los integrantes del equipo cuentan que “conocer la realidad nos permitió reconocer las necesidades puntuales y definir las premisas del proyecto. Consideramos como equipo a las unidades de hábitats a partir de una caja individual al modo "Toolbox", con el propósito de responder a las premisas de flexibilidad funcional para generar sincronía entre espacio y función, versatilidad en la materialidad, movilidad y concepto de la cuna a la cuna”.
En el armado emplearon materiales reutilizables del tipo Tetra Pak para las envolventes y materiales de la zona como la caña de castilla, para respetar el arraigo cultural y tradiciones locales.
Pusieron de relieve que esta propuesta aspira a “concientizar a la comunidad en la importancia del reciclado y tratamiento de la basura como materia prima, y generar con estas acciones un mayor respeto al suelo y trazabilidad social”.
Para el diseño eligieron utilizar una geometría sencilla que “nos permitía concentrar el núcleo húmedo y la columna estructural del conjunto; la configuración espacial se traduce en paneles con equipamientos incorporados como camas y paneles móviles para otorgar versatilidad y promover nuevas actividades. Se optó, también, por colocar cañizos como celosías que abren o cierran para otorgar privacidad, tamizar los rayos de sol y brindar una cadencia dinámica y texturizada que acompañe la luz natural”.
Involucrarse en un certamen nacional de esa categoría significa para estudiantes y docentes en general un desafío grande. “Las expectativas de participación fue un gran compromiso personal, grupal y profesional ya que nos pareció una excelente oportunidad para aportar nuestro conocimiento a problemáticas emergentes que abrazan a diferentes situaciones sociales”, relatan.
Y ponen énfasis al señalar que “desde nuestro rol como estudiantes y ciudadanos comprometidos, en sintonía con los docentes asesores, se logra este reconocimiento al esfuerzo, compromiso ante más de 500 propuestas presentadas en el concurso”.
Nadie duda en los claustros universitarios que la mención especial es una referencia motivadora para el proceso general que se desarrolla desde la carrera de Arquitectura. Al respecto, el equipo premiado coincide en que “ante todo es un estímulo para todos los actores de la carrera, estudiantes, docentes y directivos que día a día construyen una escuela de pensamiento que creemos marcará una diferencia como agentes transformadores de nuestro ambiente y paisaje catamarqueño”.
El Ancasti
