Ambiente Sustentable / Cultura y Ambiente

El hip-hop se alía con el medio ambiente

En Estados Unidos, cada vez más artistas urbanos, grandes y pequeños, centran su atención en problemas ambientales con un solo objetivo en mente: acercar el ambientalismo a los jóvenes

El hip-hop se alía con el medio ambiente
lunes 14 de septiembre de 2020
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l hip-hop ha sido siempre una música con un profundo carácter social. Durante décadas, ha sido un vehículo para hacer comentarios sociales y un catalizador para el cambio. Esta simbiosis se remonta a los orígenes del género en el Bronx de finales de los 70: desde el principio, los raperos han hablado de los problemas en sus comunidades y de los desafíos a los que hacían frente los afroamericanos en Estados Unidos, creadores de este género de música. Sin salirnos de esos orígenes, encontramos un primer gran ejemplo, en The Message, un himno fundacional donde Grandmaster Flash abordaba la pobreza y la violencia a la que hacían frente las minorías étnicas en el Nueva York de 1982.

Esta filosofía sigue siendo importante actualmente. Artistas de hip-hop de talla mundial como Kendrick Lamar o Jay Z utilizan su enorme presencia mediática para llamar la atención sobre la discriminación que sufren las minorías en Estados Unidos y lanzar consignas sobre empoderamiento o justicia social. Y, aunque sin duda los problemas sociales de la comunidad afroamericana en Estados Unidos están lejos de desaparecer, también empiezan a existir voces que centran sus reivindicaciones en problemas ambientales de largo alcance como el cambio climático.

 

Y eso que, a pesar de la importante subida de la preocupación por el cambio climático, no solo a nivel mundial sino también en Estados Unidos, los grandes problemas ambientales siguen pareciendo complicaciones lejanas para muchos jóvenes afroamericanos, latinos o indígenas. Algo normal si se tiene en cuenta que para ellos es más urgente solucionar sus retos más inmediatos, como la espectacular discriminación policial y judicial que sufren: negros e hispanos tienen más del triple de probabilidades de ir a prisión que los blancos en EEUU. También tienen más del doble de probabilidades de vivir en la pobreza y una tasa de mortalidad infantil 2,3 veces superior.

La brecha también existe en la protección del medio ambiente. Aunque su mayor pobreza hace que estas minorías se enfrenten a enormes riesgos derivados de daños ambientales, como la contaminación del aire, los desechos peligrosos y las inundaciones, sus voces son minoritarias en las discusiones importantes sobre la política ambiental y, en muchos casos, simplemente no están en la mesa.

Una encuesta realizada en 2014 a ONG, fundaciones y agencias gubernamentales estadounidenses, realizada por la Universidad de Michigan, encontró que si bien las personas de color representan el 36% de la población estadounidense, apenas constituyen el 16% de la fuerza laboral de cualquier organización ambiental.

 

Cerrando la brecha

Afortunadamente, hay un número creciente de ambientalistas de diversos orígenes que rechazan esta brecha racial dentro del ambientalismo en Estados Unidos. Hay nuevas organizaciones como Outdoor Afro, activistas como Teresa Baker y académicos como Dorceta Taylor que buscan pulverizar esta narrativa del “ambientalismo blanco”. Y, poco a poco, los artistas de hip-hop van también acercándose a este movimiento, utilizando sus plataformas mediáticas para mostrar que la lucha por el medio ambiente también puede ser un movimiento donde las voces negras sean tan poderosas como necesarias.

Pocas organizaciones representan tan bien esa compenetración como el ya veterano Hip Hop Caucus, que trabaja desde hace décadas para cerrar la brecha entre las comunidades de color y la defensa del medio ambiente. La ONG tiene desde comienzos de siglo un proyecto llamado People’s Climate Music, con el que llegó a lanzar un álbum colaborativo inspirado en el clima en 2014. “Queremos romper los silos”, asegura su presidente, el reverendo Lennox Yearwood Jr. “A veces las personas sienten que tienen que ser invitadas al movimiento o invitadas a la conversación. Estamos tratando de crear ideas nuevas en las que las minorías puedan verse a sí mismas“, explica.

En este sentido, algunos raperos populares llevan ya mucho tiempo dedicándose a la concienciación ambiental, a veces a través de las propias letras de sus temas. El ejemplo más claro es el del MC de Brooklyn Mos Def, que desde su conversión al Islam en 2011 se hace llamar Yasiin Bey y colabora frecuentemente con organizaciones ambientales y de derechos civiles.

Pero su preocupación por el medio ambiente se remonta muy atrás. En su tema de 1999 New World Water, visualiza la escasez de agua potable como una problema mundial que refleja la experiencia de los estadounidenses negros de haber sido usurpados, corrompidos y envenenados. De hecho, Mos Def incluso hace paralelismos entre la falta de agua y la injusticia en el reparto provocada por la desigualdad. En otras canciones, Mos Def también ha hablado sobre la polución que afecta a las grandes ciudades o la contaminación que llena los océanos de plástico.

 

It’s the new world water, and every drop counts / You can laugh and take it as a joke if you wanna / But it don’t rain for four weeks some summers / And it’s about to get real wild in the half / You be buying Evian just to take a f___in’ bath.

(Es la nueva agua mundial, y cada gota cuenta / Puedes reirte y tomártelo a broma si quieres / Pero algunos veranos no llueve durante cuatro semanas / Y la situación puede volverse muy salvaje / Vas a comprar Evian solo para poder tomarte un p__o baño)

Pero también hay cada vez más raperos jóvenes que hacen suya la causa ambiental. Jaden Smith, hijo de los actores Will y Jada Pinkett Smith, se ha labrado en los últimos años un nombre como artista de hip-hop que intenta utilizar para concienciar. De hecho, incluso ha participado en algunas de las manifestaciones que el pasado otoño llenaron las calles de muchas ciudades del planeta para pedir una actuación rápida y decidida contra el cambio climático.

Smith también aparece junto a Matt Damon en el documental de larga duración Brave Blue World, que examina cómo la tecnología puede abordar la creciente escasez de agua a través de herramientas como una mejor gestión de residuos. “El agua lo es todo”, aseguraba en la presentación del filme. “Es un recurso tan especial, tenemos que tomarnos en serio su protección o el futuro puede ser oscuro”.

 

El caso de Thomas Easley

Pero, lejos de los focos, también hay raperos trabajando para acercar el mundo de la lucha ambiental a los jóvenes afroamericanos. El ejemplo de Thomas Easley, un asistente en la Universidad de Yale que también rapea bajo el nombre de RaShad Eas, es especialmente paradigmático. En una tribuna para YaleEnvironment360, el artista explica que, cuando era director de diversidad en la Universidad Estatal de Carolina del Norte, parte de su trabajo consistía en reclutar jóvenes, a menudo de comunidades de color, para ayudar a diversificar la Facultad de Recursos Naturales.

“Aquello era una auténtica lucha”, relata. “Eran niños talentosos y creativos, pero a menudo no veían cómo los problemas ambientales o de sostenibilidad eran relevantes para sus vidas”. Easley pronto descubrió que la mejor forma de llegar a ellos era a través del hip-hop. Compuso varias letras y se lanzó al ruedo: en sus próximas visitas a comunidades afroamericanas, en vez de optar por el típico discurso ambiental, decidió declamarlo en forma de rap. Muy pronto, los futuros estudiantes comenzaron a establecer conexiones entre el acceso a los recursos naturales y la salud comunitaria, entre la representación política y la justicia ambiental, lo que aumentó su interés y ayudó a diversificar muy rápido la Facultad de Recursos Naturales

“No se trataba solo de ir a la universidad”, explica Easley. “Les dije: se trataba de tener una voz, de hacer algo con respecto a estas injusticias, como el agua no potable y la contaminación por plomo. Y lo pillaron”. Pronto, el rapero daba conciertos ante audiencias de jóvenes rurales que antes no habían mostrado ninguna preocupación por el medio ambiente. “Quiero que los niños piensen en el medio ambiente, escriban sobre el medio ambiente, rapeen sobre el medio ambiente. No solo porque fortalecerá su arte, e incluso puede crear algunos poetas nuevos, sino porque aumentará su conciencia sobre la injusticia ambiental”, concluye Easley.

 

No está solo en esta empresa. El rapero DJ Cavem Moetavation también lleva años paseando por todo Estados Unidos su peculiar estilo, al que directamente llama Eco-hip-hop. En una entrevista con la popular cadena de televisión NBC, asegura que su trabajo busca “cambiar la mentalidad” de los jóvenes afroamericanos. “Se ha llegado al punto de que la práctica de la sostenibilidad está asociada casi exclusivamente con los blancos”, lamenta. Por eso, además de rapear sobre el medio ambiente, a menudo con vídeos en los fondos de los jardines, el artista se prodiga en tours y conciertos que llegaron incluso a la Casa Blanca cuando Barack Obama era presidente.

Otro importante representante de este movimiento de hip-hop ambiental es Malik Yusef, que ha ganado múltiples Grammy como compositor para otros grandes artistas como Kanye West, Beyoncé y Ty Dolla Sign. Este prolífico poeta proveniente del sur de Chicago ha encontrado la manera de ser al mismo tiempo una figura reconocida en el mundo del hip-hop y un ecologista. De hecho, tiene temas en los que rapea junto a Common sobre la necesidad de alcanzar un mundo en el que haya cero emisiones de carbono o sobre la importancia del cambio climático en grandes desastres naturales como el huracán Katrina.

Las comunidades afroamericanas estadounidenses siguen alejadas por el momento en su gran mayoría de los grandes temas ambientales, pero los esfuerzos de los artistas de hip-hop, tanto grandes estrellas como raperos a pie de calle, hace pensar que esa brecha está cerrándose poco a poco. Como decía el gran Mos Def en su tema Respiration: “My eagle talons stay sharpened / For trees to grow in Brooklyn, seeds need to be planted’’ (Mis garras de águila se mantienen afiladas / Para que los árboles crezcan en Brooklyn, las semillas deben plantarse).

 

El Agora Diario

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