Pulgones, plaga clave en el cultivo de trigo

El cultivo de trigo, desde el momento de su implantación, puede ser afectado por diferentes plagas. Sin embargo, la que mayores daños genera en el cultivo son los pulgones. Si no son detectados y controlados a tiempo, estos pequeños insectos pueden ocasionar importantes pérdidas en el rendimiento, ya que el trigo es un cultivo muy sensible a su avance. Los áfidos o pulgones producen daños directos e indirectos: directamente originan daños donde han succionado las hojas, debido a que su saliva posee efectos fitotóxicos; mientras que indirectamente, son transmisores de importantes enfermedades virósicas.

A la hora de monitorear la presencia de esta plaga, se debe poner énfasis en los años secos con temperaturas templadas. Vale señalar que durante años lluviosos se desprenden de las plantas, disminuyendo sus daños; mientras que temperaturas superiores a 30ºC impiden su propagación. Con lo cual, de acuerdo a la temperatura, se generarán mayores daños durante la primavera, coincidiendo con el período de macollaje del cultivo, pudiéndose extender hasta la fase de espigazón y llenado de granos.

Uno de los biotipos que más afecta el cultivo desde el inicio es el “pulgón verde de los cereales” (Schizaphis graminum), que –como su nombre indica– puede distinguirse por su color verde manzana brillante. Los individuos adultos son alados, por lo que, en época de multiplicación –rodeando la primavera– pueden movilizarse, afectando diferentes partes del lote. El mayor daño que producen es debido a su saliva tóxica. Las hojas afectadas se amarillean, disminuyendo la superficie fotosintética.

Si el ataque es muy intenso, las manchas cloróticas pueden terminar uniéndose, generando que la planta se seque totalmente. En general, se mantienen en el cultivo desde la emergencia hasta la encañazón. Cuando la planta comienza a tornarse más dura y resistente, abandonan el cultivo. En este sentido, se deberá prestar atención durante la implantación, ya que la planta es más pequeña y puede resecarse fácilmente. Para disminuir los ataques iniciales, se recomienda el uso de semillas tratadas con insecticidas sistémicos.

Otro de los biotipos que también genera molestias es el “pulgón amarillo de los cereales” (Metopolophium dirhodum). Éste coincide con el pulgón verde, desde el macollaje hasta la espigazón, formando colonias en el envés de las hojas. El ataque comienza desde las hojas inferiores hacia las superiores. Al igual que el pulgón verde, genera manchas cloróticas al introducir su saliva en la planta.

Ambos biotipos son transmisores del “virus del enanismo de los cereales”, una razón más para hacer hincapié en el control temprano de los pulgones. El virus del enanismo genera que la planta disminuya su crecimiento, tanto vegetativo como radicular; originando plantas pequeñas y amarillas, que producirán granos chicos y de mala calidad. Por esto, es importante controlar la presencia de estos pulgones en el inicio del cultivo, donde el virus puede causar mayores daños; sumado a los daños directos causados por la plaga.

Por último, el “pulgón ruso del trigo” (Diuraphis noxia), puede atacar durante todo el ciclo del cultivo, desde el macollaje hasta antes de la cosecha. Se ubica con preferencia en la parte superior de las plantas, atacando tanto hojas como espigas y tallos. Al afectar las espigas, éstas disminuyen su crecimiento y se retuercen, reduciendo el rendimiento y la calidad de los granos. Al detectar la presencia de la plaga, se observa que las hojas adquieren un aspecto similar a un tubo donde los individuos se ubican en su interior. En este contexto, se deberá controlar la hoja bandera (última hoja antes de la espiga). Luego del estado de grano pastoso, el pulgón se retira.

Además de estos especímenes, existen otros biotipos que generan daños al cultivo, por lo que monitorear la presencia de las plagas es de gran importancia si queremos lograr buenos rendimientos. También es esencial controlar las malezas presentes en el lote, así como en los caminos linderos o zonas cercanas a los alambrados, ya que estas funcionan como hospedadoras.

El manejo de plagas deberá basarse en el control de malezas hospederas, con un monitoreo regular, haciéndolo más frecuentemente en momentos secos y templados. La decisión de realizar un control con insecticidas deberá evaluarse de acuerdo a los umbrales recomendados y el estado fenológico del trigo, teniendo en cuenta los momentos más susceptibles para el cultivo. También se deberá prestar atención a la presencia de enemigos naturales, que pueden ayudar a disminuir la presencia de la plaga, como vaquitas de San Antonio, crisopas y avispas.

Cuando se decida realizar un control químico, la decisión deberá estar acompañada por la recomendación de un profesional idóneo, junto con la receta fitosanitaria, que asesore al respecto del momento y producto para realizar la aplicación. En todos los casos, la aplicación deberá realizarse de manera responsable, respetando las condiciones climáticas para llevarla a cabo, utilizando el equipo de protección personal adecuado y siguiendo las indicaciones que indique la etiqueta del producto a utilizar a fin de poder realizar un control eficaz y seguro.

CASAFE