En Argentina, el mejoramiento genético de muchísimas especies de importancia para las economías regionales está en manos de científicos del Estado Nacional y las universidades. Un caso es el del ajo, cultivo en que el INTA comenzó a trabajar a fines del 80. Hoy hay 18 variedades INTA que adoptadas entre los productores de Cuyo, porque les permitió, por ejemplo, aumentar su ventana de cosecha de 14 a 50 días.
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