Ganó un concurso por su proyecto de granjas urbanas renovables para producir biogás. Juan Pablo Las Heras tiene 39 años y es licenciado en Administración de Empresas. Su camino profesional hasta el 2017 era el mundo de las finanzas. Se había mudado de Córdoba a Montevideo para trabajar en la agroindustria, y su curiosidad lo llevó a ocupar su tiempo libre en lo que después sería su futuro: la hidroponia.
“Soy muy inquieto y necesito hacer cosas. Siempre me gustó el tema de las plantas y las manualidades. Por eso tomé un curso de hidroponia en Montevideo y ahí empecé a experimentar. Agarré un pequeño invernadero, empecé a producir y empezó a tomar forma. Tenía un emprendimiento grande, hacía trueque con las ferias del barrio”, comenzó diciendo Juan Pablo.
Luego de dos años de experimentar, se dio cuenta que podía vivir de eso. Por eso decidió volverse a Córdoba y crear Poniio: “Lo primero que hice cuando volví fue crear invernadero chiquito dentro de la ciudad, de 32 m2, pero con mucha productividad”, contó el emprendedor.
Juan Pablo empezó a vender en verdulerías de la zona y como el invernadero estaba muy bien ubicado dentro de la ciudad, la gente comenzó a acercarse para consultar por cursos de hidroponia. Así surgió la Escuela de hidroponía y Sustentabilidad donde enseñan hace tres años.
“Nuestra escuela es la única que educa y produce. Hay muchas escuelas de hidroponia pero que no producen y hay muchos productores que no comparten el conocimiento”, contó Juan Pablo
Hoy en día, al ser online, tienen alumnos de todo el país y ya pasaron más de 1200 alumnos. “Queremos hacer todo lo opuesto a lo que se viene haciendo que es producir, educar, difundir y desarrollar emprendimientos. De hecho, hay muchos proyectos que nacieron en nuestra escuela y hoy tienen producciones medianas. Eso es lo que difundimos en la escuela, el autoempleo y hacer crecer la hidroponia”, agregó.
En 2018 Juan Pablo se presentó al concurso “Misión Israel”, organizado por la Agencia de Desarrollo Económico y la Municipalidad de Córdoba y quedó seleccionado como emprendedor, lo cual le abrió muchas puertas.
“Estuve dos semanas en Israel conociendo el ecosistema emprendedor, visitando empresas. Cuando volví del viaje hice un convenio con la Sociedad Rural de Córdoba, busqué socios, nos presentamos a un programa de la Agencia Innovar y Emprender y recibimos una inversión de 4 millones de pesos, la mitad de capital privado y la otra mitad de capital público. El proyecto aumentó mucho de escala y pasamos de 32 m2 a 1200 m2”.
Actualmente en el invernadero producen hortalizas: lechuga de distintos tipos, verdes y rojas, albahacas, kale, morado y verde, rúcula, tomillo y microgreens, que son mini vegetales que tienen un poder nutricional altísimo y ciclos de productivos muy cortos.
La escala de producción que tienen es de 20 mil unidades por mes, y solo se enfocan en el mercado local. Son el segundo productor de hidroponias en Córdoba y le proveen verduras al hipermercado Libertad y restaurantes.
“Nosotros a lo que apostamos no es hacer algo a escala porque sería contradictorio. Todas las cosas buenas que tiene la hidroponia en relación a la sustentabilidad se pierde si las condiciones de traslado no son las ideales”.
“Lo que ofrecemos nosotros es un modelo de “franquicias”, de invernaderos llave en mano, entonces en vez de tener un invernadero grande tenemos muchas producciones pequeñas o escalas medias distribuidas por todos lados. Hoy en día estamos en proceso de consultoría con varias personas interesadas”, contó Juan Pablo.
La hidroponia consiste en plantas que se cultivan en invernaderos sin tierra, con las raíces sumergidas en el agua, sin embargo, la demanda de agua es menor a la de un cultivo convencional: “Funciona con circuitos cerrados, circulantes, en donde la solución nutritiva es una mezcla de agua y fertilizantes y baja su nivel por dos factores, uno es el proceso de transpiración de las plantas y el otro es la evaporación por ambiente. La cantidad de agua que nosotros necesitamos es muy poca, puede llegar a ser un 90 % menos que un cultivo tradicional y el agua tiene que ser de muy buena calidad”.
En los invernaderos recolectan agua de lluvia y las almacenan en unas represas que mantienen el agua con plantas acuáticas y peces: “Tratamos de que ese 10 % de agua que utilizamos sea agua de lluvia para que el proyecto sea lo más sustentable posible”, contó Juan Pablo.
A nivel de control de plagas y enfermedades no utilizan agroquímicos, sino que es todo control biológico. Los insumos que utilizan actualmente son las soluciones nutritivas, fertilizantes que tienen un proceso de sintetización: nitrato, sulfato y fosfatos.
Consultado acerca de si cualquiera puede hacer hidroponia “en casa”, el emprendedor explicó que es más compleja que las huertas porque demanda ciertos aprendizajes previos: “La hidroponia requiere un manejo de la solución nutritiva, tiene un tecnicismo. Yo creo que es una actividad muy linda, pero requiere más atención que si pusieses una huerta, porque te resuelve todo con la tierra”.
Y continuó: “Tenés que trabajar en las temperaturas, en el PH y si bien podés tener más productividad por metro cuadrado y tenés cultivos que son de muy buena calidad tenés la contra de que no cualquiera puede hacerlo. Hay toda una curva de aprendizaje que la gente tiene que transitar, es para alguien que sea metódico y que le pueda dedicar tiempo principalmente los primeros tres meses”.
Consultado acerca de cómo se posiciona Argentina en esta actividad, Juan Pablo explicó que está atrasada respecto al resto de Latinoamérica. “Hay muchos emprendimientos chiquitos de mucha gente que está arrancando. En otros países esto está super desarrollado, es algo normal no se discute. En Israel, por ejemplo, vas al super y es todo hidropónico”.
Respecto a las ventajas de volcarse a esta técnica, el emprendedor contó que “es una técnica que con el tiempo va a ser más común por las ventajas que tiene, sobre todo la productividad, se puede producir más por metro cuadrado, requiere poco uso del agua, es posible controlar las variables, se puede hacer en cualquier lado, en un galpón en el medio de la ciudad o en el campo, se puede prescindir de agroquímicos e integrar bioinsumos. Lo que tiene en contra es que tenés que invertir mucha plata al principio”.
Juan Pablo no se queda quieto, y ya tiene en puerta varios proyectos: por un lado, empezaron desarrollar insumos para producción, todo lo que son soluciones nutritivas y también tienen una marca nueva que es solución nutritiva para cannabis medicinal, algo que promete un mercado fuerte.
Pero el proyecto que viene avanzando es el de granjas urbanas renovables, donde se integra la producción de biogás con hidroponia, esto es, transformar basura orgánica en alimentos.
“Hace un mes ganaron el concurso “Córdoba Resiliente”, de la Municipalidad de Córdoba, para llevar a cabo una planta de biogás con basura orgánica que se alimenta con tres tipos de componentes: lixiviado, que es una solución nutritiva, otro es energía eléctrica para las bombas de agua y el otro es dióxido de carbono que lo inyectamos en el invernadero y aumenta la productividad, entre un 20 y un 30 %”, contó el emprendedor.
Este año recibieron 1.200.000 pesos para hacer las pruebas de concepto de las granjas urbanas: “A mediados de 2021 queremos armar una ronda de inversión para desarrollar ese proyecto de granjas urbanas renovables integrando hidroponia y biogás, y desarrollar la venta de insumos”, adelantó.
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