El coordinador afirmó que “un buen uso de las hojas secas puede ser usado como cobertor del suelo”. Y aseguró: “Luego de trabajar la tierra para la siembra de otoño-invierno es importante cubrir el suelo recién laboreado; nunca hay que dejar la tierra sin protección ya que la lluvia puede deteriorar el suelo desnudo”.
“Para esto es recomendable cubrirlo con materia orgánica (“mulch”). Las hojas secas del otoño son una buena alternativa: permiten cubrir el suelo, dejan pasar la lluvia y en un par de meses se degradan. Se puede sembrar y luego cubrir, a las plantas recién emergidas no les hace nada”, detalla Pescio.
Otro posible uso de las hojas secas es para mejorar la abonera: “El abono es un elemento fundamental para lograr un suelo saludable y repleto de nutrientes. Generalmente los residuos más comunes son aquellos que llamamos verdes o energéticos: restos de cosecha, cascaras o verduras desechadas. Sin embargo, para lograr un buen abono es necesario agregar residuos más leñosos o secos”, indica el Coordinador.
“En las ciudades –agrega Francisco Pescio– conseguir este tipo de materiales puede ser un buen desafío. El otoño brinda este valioso material en cada vereda: las hojas secas constituyen un complemento ideal para la abonera ya que aportan residuos secos o marrones.”
Sobre qué tipos de hojas sirven, Pescio asintió que sirven casi todas. No obstante el especialista en huerta aconseja que se debe evitar utilizar las agujas de las coníferas y casuarinas, y hojas de eucaliptus ya que “estas hojas tienen resinas y otras sustancias que acidifican el suelo y dificultan el normal crecimiento del resto de plantas; con lo cual, es preferible evitarlas”.
Al mismo tiempo recomendó que no hay que quemarlas. Una de las opciones más frecuentes es hacer montoncitos de hojas y quemarlas. Sin embargo “esta práctica es muy poco recomendable, por varias razones: por un lado, puede ser peligroso (porque generamos focos con fuego), molestamos con el humo y, además, desaprovechamos un recurso muy valioso para nuestra huerta”, agrega Pescio.
El Cordillerano