Tras más de un año de pandemia, la gastronomía argentina se reinventa. Restaurantes y bares de todo el país instalan almacenes en sus salones, reducen personal y sacan a la calle su propio delivery. Las estrategias de los que lograron sobrevivir.
Instinto de supervivencia. Lamentablemente, en lo que va del año se conocieron cierres definitivos de restaurantes, bodegones, heladerías y pubs en lugares emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires.
Una vez levantadas las restricciones, Biasatti abrió como un mercado de pastas elaboradas y resignó parte del salón para instalar un almacén de venta de productos.
Por su parte, el bar de vinos Wild incorporó un almacén especializado en alimentos orgánicos y de pequeños productores.
Por otro lado, el delivery propio evolucionó hacia modelos más eficientes con restaurantes que desarrollaron sus propios sistemas para pedidos en línea.
Otra de las claves de esta nueva escena gastronómica es la reducción de los costos fijos, los locales más pequeños, las cartas acotadas, el servicio simplificado y la menor cantidad de personal.
SushiClub aplica un formato con costos fijos bajos con exclusivos puntos de venta para delivery y take away, mientras que en PLTZ Street Pub optaron por evitar las estructuras costosas pero sin perder calidad.