La industria vitivinícola se convirtió en el gran ganador de la pandemia. Las claves del buen 2020 para el vino argentino.
La industria del vino supo sortear la crisis de consumo que tocó a otros sectores y cerró el 2020 con una suba del 6,5% en sus ventas en el mercado interno. En un contexto de pandemia, el fenómeno fue posible gracias a los cambios en los hábitos domésticos de los consumidores, que terminaron siendo muy favorables para la bebida.
En este marco, tanto las bodegas como las vinotecas y los restaurantes supieron amoldarse al nuevo escenario, con ventas online, delivery y canales tradicionales.
En comparación con otros sectores de la economía local, la industria del vino continúa atrayendo inversiones del exterior. Según empresarios y representantes de la industria, esto es posible gracias a la imagen que el mundo tiene de la bebida argentina, considerada como un negocio con un gran potencial.
Otra sorpresa fue el volumen de exportaciones. En este sentido, el 2020 cerró con un incremento en el volumen de vinos exportados del 26,7% respecto al 2019. Además, cabe destacar que la Argentina –junto a Italia, Nueva Zelanda y Portugal– forma parte del selecto grupo de países productores que logró crecimientos de volumen durante la pandemia.
Luego de treinta años de mala racha, el consumo de vino protagoniza un repunte y sale a competir con la cerveza. En este sentido, la industria vitivinícola sale a la conquista del público joven.
El efecto de la pandemia en la industria del enoturismo obligó al rubro a reinventarse. Con este objetivo, el Gobierno Nacional y las autoridades provinciales trabajaron activamente junto a las bodegas para repensar los circuitos internos, apuntando al turismo de cercanía.
En esta línea, las bodegas armaron menús flexibles, accesibles y desestructurados, generando propuestas para todos los segmentos, actividades y programas al aire libre.