Si bien muchos supersticiosos le confieren a las hortensias un poder negativo (la llaman la “planta de las solteronas”), su belleza le aporta a los espacios un toque delicado que derriba cualquier tipo mal augurio. En vísperas a agregarle mayor atractivo al jardín, la ingeniera agrónoma Gabriela Benito, detalla qué clase de mantenimiento necesitan para desarrollarse y describe cómo propagarlas de manera sencilla desde la comodidad del hogar.
Las hortensias domésticas pertenecen al género Hydrangea. Generalmente se trata de arbustos o subarbustos de hoja caduca que florecen a fines de la primavera y durante todo el verano. Las más difundidas son las de la especie Hydrangea macrophylla, que al igual que la mayoría de las variedades para patios y jardines es originaria de Japón.
Las plantas suelen alcanzar una altura de entre 60 centímetros y dos metros. Florecen de octubre a marzo con tonalidades que abarcan diferentes matices de azul, violeta, celeste, lila, rosa o blanco. Son ejemplares de clima templado que toleran bien el frío, aunque no parecen resistir heladas. Se comportan como especies de exterior a media sombra debido a que no soportan el sol directo de los días de verano.
Durante el invierno y a fin de iniciar la floración, lo mejor es ubicarlas en espacios donde reciban la luz solar de la mañana. En este sentido, se recomienda plantarlas en suelos húmedos, pero bien drenados, ya que sus cabezuelas florales deben sostenerse erguidas en las épocas más cálidas del año.
Las hortensias son plantas sensibles a la cal en el suelo y se cultivan a un pH de 5. Muy a menudo, presentan síntomas de clorosis férrica, una deficiencia de hierro que se manifiesta a través de un tono amarillento en sus hojas. Ante esta clase de escenarios, es conveniente utilizar sustratos que incluyan mantillo de hoja o pinocha en miras a reducir el pH.
Si la especie se cultiva en macetas, se aconseja cambiar el sustrato cada dos años. De todas formas, periódicamente será necesario agregar abonos orgánicos, compost, estiércol bien descompuesto o pinocha con humus de lombriz, para alcanzar un máximo rendimiento. En caso de querer mejorar la floración, se sugiere usar un abonado rico en fósforo y potasio.
Ya que las plantas son muy exigentes en cuanto a la humedad, deberán cultivarse en tierras húmedas que se regarán con agua de lluvia para evitar que el sustrato se torne alcalino. En variedades de flores azuladas, es posible potenciar su color a partir de un pH ácido de entre 4,5 y 5. Con este propósito, se recomienda regar un par de veces por semana con una solución de diez gramos de sulfato de aluminio o veinte gramos de sulfato ferroso en cinco litros de agua, respectivamente.
A la salida del invierno, la especie precisa sí o sí de una poda. La actividad se desarrolla de la siguiente manera:
- Las ramas raquíticas y mal orientadas deben cortarse desde bien abajo a fin de provocar la brotación desde el centro.
- Las ramas que hayan florecido se cortarán dos nudos por arriba del suelo. De allí brotarán otras que durante el año no darán flor, aunque formarán las yemas florales de la temporada siguiente.
- Las ramas que no hayan florecido la temporada anterior serán aquellas que se desarrollen en la actual. Apenas serán tocadas para darle una forma más armónica, cortándolas por encima de las yemas de flor.
- Se cortarán las inflorescencias tan pronto como se marchiten.
Es posible aprovechar el material de los cortes para hacer esquejes de madera y obtener nuevos ejemplares. Estos deberán ser plantados untando los últimos dos o tres centímetros de su base en hormonas enraizantes. Más adelante, se enterrarán en una mezcla de arena de río y sustrato universal en la proporción de 1-4 en volumen.
Se mantendrán a una temperatura de 20 grados en un ambiente de mucha luz, que estimulará el desarrollo de las raíces pasados los sesenta días. Cabe destacar que las hortensias también se reproducen pordivisión de mata, que consiste en separar el cepellón en dos mitades para luego plantar cada parte en el sustrato acondicionado.