Ambiente Sustentable / Agro Ecosistemas

Bioinsumos agropecuarios como herramientas para una producción sustentable

Día a día, la sociedad demanda una oferta mayor de alimentos con atributos de calidad específicos, más sanos y obtenidos de forma ambientalmente sustentable

Bioinsumos agropecuarios como herramientas para una producción sustentable
I

mpulsada por una creciente conciencia con su entorno, día a día la sociedad se vuelve más exigente con lo que consume, por lo que demanda una oferta mayor de alimentos con atributos de calidad específicos, más sanos y obtenidos de forma ambientalmente sustentable.

En la actividad agropecuaria también se observa una tendencia para satisfacer esta demanda del mercado a partir del complemento y/o sustitución de agroquímicos convencionales por insumos que al ser utilizados en toda la cadena productiva favorezcan la sustentabilidad tanto en términos económicos y socioculturales como ambientales, garantizando la sostenibilidad de las generaciones actuales y futuras. Dichos productos son conocidos como bioinsumos agropecuarios.

Si consideramos que, en mayor o menor medida, este tipo particular de insumos cuentan con un proceso de manufactura biotecnológica, debemos en primer lugar definir qué consideramos como biotecnología. La Convención sobre Diversidad Biológica define a la biotecnología como toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos, organismos vivos o sus derivados con el fin de obtener y/o modificar productos o procesos para usos o fines específicos. Con lo cual, los bioinsumos agropecuarios pueden considerarse herramientas biotecnológicas que se corresponden con servicios ecosistémicos, tales como la biopolinización, el ciclaje y disposición de nutrientes y el control natural de plagas, entre otros. Todo con el fin de ser utilizados como insumos sustentables a fin de salvaguardar el patrimonio zoofitosanitario y la calidad e inocuidad de los alimentos.

Por lo expuesto, podemos definir a los bioinsumos agropecuarios como todo aquel producto manufacturado que esté constituido por organismos vivos o sus derivados, tales como microorganismos (hongos, bacterias, virus, etc.), macroorganismos (ácaros e insectos benéficos), extractos de plantas y compuestos derivados de origen biológico o natural, que estén destinados a ser aplicados como insumos en la producción agropecuaria, agroalimentaria, agroindustrial e incluso agroenergética.

 

Bioinsumos

Del gran “universo” de insumos biológicos, podemos mencionar algunos casos exitosos en la nutrición y sanidad tanto vegetal como animal:

En lo que respecta a la nutrición vegetal, el mayor mercado de bioinsumos está representado principalmente por los “inoculantes” (en particular, para gramíneas y leguminosas) representados por especies de Rhizobium spp.; Bradyrhizobium spp.; Azospirillum spp.; Pseudomonas spp.; etc. Sin embargo, en la actualidad el mercado de los biofertilizantes crece al compás de productos en base a extractos vegetales, hidrolizados proteicos ricos en aminoácidos y otros microorganismos como es el caso de las micorrizas (Glomus spp., Gigaspora spp, Acaulospora spp., Scutellospora spp., etc.).

En el caso de la sanidad vegetal, los biofitosanitarios más representativos corresponden a las bacterias del género Bacillus spp., siendo B. thuringiensis de carácter insecticida y B. subtilis de carácter fungicida. Asimismo, cabe destacar el accionar biofungicida del hongo fitopatógeno Trichoderma spp. En la actualidad, la paleta de opciones se complementa con otros microorganismos (como hongos y virus entomopatógenos) así como numerosos extractos botánicos (cítricos, ajo, neem, etc.) y macroorganismos benéficos (insectos y ácaros, tanto predadores como parasitoides).

En lo que respecta a la nutrición animal, crece a paso sostenido la utilización de enzimas (como por ejemplo las proteasas, lipasas, amilasas, etc.) que enriquecen los piensos en todo tipo de sistemas ganaderos (en particular, para los aviares). Asimismo, ante la ausencia de antibióticos y antiparasitarios en los alimentos para animales (Resolución del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria –Senasa- 1119/2018), crece la utilización de probióticos (Lactobacillus spp., Enterococcus spp., Bacillus spp., Saccharomyces cerevisiae, Aspergillus oryzae, etc.) como de bioactivos fitogénicos (tales como aceites esenciales, saponinas, flavonoides, mucílagos y taninos).

Por último, en lo que concierne a la sanidad animal, ante la problemática de la resistencia microbiana a los antibióticos sintéticos, está creciendo en forma sostenida tanto la utilización de compuestos prebióticos y microorganismos probióticos como de extractos botánicos (tales como los aceites esenciales, taninos y saponinas).

 

Los bioinsumos en los sistemas productivos sustentables

Los bioinsumos agropecuarios complementan y fortalecen los procesos ecológicos necesarios para el funcionamiento y productividad de los agroecosistemas. Por lo tanto, tienen un papel destacado en el diseño y manejo de agroecosistemas sustentables, particularmente en el marco de las Buenas Prácticas Agropecuarias (BPA).

Además, estas herramientas en base biológica no están asociadas a patogenicidad humana ni generan impactos negativos al ambiente, por lo tanto no implican riesgos para la salud del ambiente ni de las personas. En consecuencia, permiten obtener productos agroalimentarios inocuos y de calidad, ya sea tanto para producciones convencionales como para las que presentan atributos de calidad específicos, como es el caso de la producción orgánica.

Asimismo, es importante destacar que los bioinsumos permiten reconciliar intereses dentro de los diferentes esquemas de producción (ya sean convencionales como agroecológicos), ofreciendo una solución holística para mantener e incrementar el acceso a los mercados, particularmente a nivel internacional.

Sin embargo, para asegurar la efectividad y un manejo adecuado de los bioinsumos se requiere conocer sus características, precauciones en cuanto al uso y modos de acción. Con lo cual, la capacitación y acompañamiento al sector productivo es fundamental. Por ende, a los fines de asegurar la inocuidad, calidad y eficacia de los productos comerciales en base a bioinsumos agropecuarios, éstos deben estar registrados en el Senasa.

   

En síntesis, de las principales ventajas en el uso de los bioinsumos podemos mencionar

Favorecen el complemento y fortalecimiento de los servicios ecosistémicos necesarios para mejorar la eficiencia agropecuaria y los rendimientos de forma sustentable, tanto en producciones intensivas como extensivas. Por ejemplo, la utilización de un agente de biocontrol o un biofitosanitario complementa el control biológico natural de las plagas.

Mayor especificidad, por lo que se minimiza el impacto a los organismos benéficos y asimismo se reduce la generación de resistencia génica en las plagas.

Son insumos biodegradables que no dejan residuos tóxicos en el ambiente y su utilización no implica riesgos para la salud de los productores ni de los consumidores. Tal como se destaca en el Reglamento (UE) 1432/2017.

Colaboran en el fortalecimiento de las economías regionales y su arraigo sociocultural, al facilitar la generación de productos agroalimentarios sustentables. Por lo tanto, favorecen el agregado de valor en origen, tal como ocurre con la diversidad de producciones orgánicas de nuestro país.

Contribuyen tanto al mantenimiento e inserción de las producciones en los mercados (particularmente los internacionales) como al beneplácito de los consumidores, ante la demanda de alimentos obtenidos de forma ambientalmente sustentable.

 

El Senasa a favor de los bioinsumos

A fin de promover el desarrollo y adopción exitosa de los bioinsumos agropecuarios, el Senasa tiene una activa participación en el Comité Asesor en Bioinsumos de Uso Agropecuario (CABUA), órgano asesor intersectorial que se desempeña en el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación.

El Senasa junto con el CABUA contribuye al desarrollo de una serie de acciones, entre las que se destacan:

La promoción de políticas de fomento, tanto en términos económicos como en Investigación, Desarrollo, e Innovación (I+D+i), a fin de impulsar el crecimiento del sector. Como ejemplos se pueden mencionar el “Programa de Fomento del uso de Bioinsumos Agropecuarios” (PROFOBIO) y el “Fondo de Regulación de Productos Biotecnológicos” (FONREBIO).

Adecuación del marco regulatorio, particularmente en lo que respecta a la producción vegetal, tales como el arancel diferenciado para el registro de bioinsumos (Resolución 189/2018) y el Proyecto de Ley para equiparar en fertilizantes orgánicos y biológicos el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en un 10,5 %.

Asimismo, el Senasa, junto con el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) y la Cámara Argentina de Bioinsumos (CABIO), se encuentra colaborando en los espacios de capacitación y divulgación a fin de acercar la temática al sector productivo. Como ejemplos podemos mencionar la activa participación del organismo en las Jornadas Nacionales de Bioinsumos, las cuales se han dado cita con gran representatividad federal (Córdoba, Tucumán, Corrientes, Catamarca, etc.).

Santa María, Catamarca. Monitoreo de una trampa que forma parte de la red de monitoreo y están distribuidas a lo largo de las zonas productoras de vid de nuestro país y georeferenciadas, para prevenir la plaga de lobesia botrana o polilla de la vid.

 

Conclusiones

Aunque se han logrado avances importantes, aún resta mucho trabajo por hacer. En correspondencia, el desarrollo y consolidación del sector de los bioinsumos agropecuarios en Argentina requiere del acompañamiento y trabajo sinérgico por parte de todos los actores involucrados, a fin de constituir un marco de institucionalidad que articule las necesidades del sector con una regulación eficiente y el desarrollo de políticas de estado.

Por lo expuesto, se puede concluir sin lugar a dudas que los bioinsumos agropecuarios constituyen herramientas en base biológica que por sus prestaciones tienen un papel destacado en el marco de las Buenas Prácticas Agropecuarias, contribuyendo a la salvaguarda del patrimonio zoofitosanitario y la calidad e inocuidad de los alimentos en un marco productivo, socioeconómico y ambientalmente sustentable.

 

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