Desarrollo Económico & Social / Políticas Públicas

Políticas públicas: cómo influir correctamente en la agroindustria

En el Congreso Maizar 2021, varios especialistas hablaron del rol de los organismos internacionales, el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo en la implementación de políticas públicas favorables

Políticas públicas: cómo influir correctamente en la agroindustria
jueves 27 de mayo de 2021

La influencia en la formación de las políticas públicas es un tema clave sobre el que la agroindustria tiene mucho que aprender. Para echar luz sobre ese desafío, el Congreso Maizar 2021 convocó a tres expertos que se enfocaron en distintos ámbitos de influencia: los organismos internacionales, que abordó Martín Piñeiro, director del Comité de Agricultura del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI); el Poder Legislativo, tratado por Julián Obiglio, exdiputado y director ejecutivo de la Fundación Nuevas Generaciones; y el Poder Ejecutivo, que desarrolló Luis Scasso, director en la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), en un panel moderado por el politólogo y consultor Hernán Maurette.

 

La influencia en los organismos internacionales

Para Martín Piñeiro, la definición de política pública en el caso de los organismos internacionales hay que tomarla de una manera muy amplia, porque más bien se habla del marco normativo y regulatorio: leyes y decretos del gobierno nacional y de los gobiernos locales. “Pero también existe una maraña de acuerdos y regulaciones internacionales que afectan a la producción agroindustrial, que tal vez influyen más que las políticas del gobierno nacional”, resaltó.

Por otro lado, distinguió dos roles muy distintos de los organismos internacionales: “Por un lado, son el ámbito en el que se hacen los acuerdos y se establecen regulaciones internacionales; por otro, asesoran a los gobiernos en cómo formulan sus propias políticas nacionales, o más locales”, indicó. Así, Piñeiro se refirió primero al papel de los organismos internacionales como el lugar donde se establece el marco de regulaciones internacionales; luego a cómo actúan en su trabajo con los gobiernos nacionales, y, por último, a qué podemos hacer nosotros para influir verdaderamente.

El especialista resaltó que las normativas de los organismos internacionales son “tremendamente importantes”, y ejemplificó con el Mercosur, que establece una serie de normas que regulan cómo puede hacerse la producción agroindustrial, los aranceles, si los países pueden trabajar de forma independiente, etc., y la OMC, “que no solo regula la protección arancelaria sino lo relativo a la sanidad, inocuidad y ahora calidad, y esto también regula profundamente la producción agroindustrial”. Además, Piñeiro recordó que “ahora se van a empezar a regular standards ambientales por el cambio climático, y esto tiene una importancia fundamental, porque a fin de año se va a discutir todo esto en la Cumbre de Sistemas Alimentarios, que podría obligar a los países a cumplir ciertas regulaciones con los alimentos”, subrayó. En esta esfera, el especialista opinó que lo que el sector privado puede hacer es poco, “pero como es un club en que los socios mandantes son los países, importa mucho la posición que el país lleva. A nivel parlamentario hay que hacer un acuerdo, pero el que supervisa y trabaja con los organismos es el Ejecutivo, y dentro de él, la Cancillería, que es quien se sienta en los consejos directivos de los organismos internacionales, y es con quien hay que aprender a trabajar”, subrayó Piñeiro.

En cuanto a cómo influencian a los gobiernos nacionales y provinciales, a nivel parlamentario y del Ejecutivo, Piñeiro dijo que los organismos internacionales tienen una enorme acumulación de conocimiento, de experiencias exitosas y fracasos de los países, por lo tanto, sirve tomar la experiencia cuando se piensa en definir una nueva política pública. En este rol de los organismos, dijo el experto, “es más fácil trabajar y más posible influir, porque el sector privado puede establecer lazos de comunicación y diálogo, aportar información e incidir sobre lo que el organismo puede estar pensando. Hay que trabajar con ellos, conocer a las personas, identificar qué están pensando, cuáles son las voces contrarias a las nuestras, y ahí tratar de formular una propuesta concreta”.

Para que una propuesta sea convincente, dijo Piñeiro, tiene que tener ciertos atributos: 1) ser clara, que analice opciones y que explique por qué la opción que recomienda es mejor que otras; 2) estar basada en el bien común, no particular, porque los organismos internacionales tienen el mandato de pensar en el bien común, y el gobierno también, con lo que va a ser más permeable; 3) hay que hacer un buen mapa: identificar con claridad cuál es el interés y el mandato del organismo internacional, para ver con cuál trabajar en cada caso, tener claros sus objetivos, qué personas tienen responsabilidad en el tema y con quiénes trabajan en el sector público; 4) hay que tener poder político: “El sector agroindustrial tiene que tener en claro que necesita una representatividad que le dé poder político”, señaló. “El Consejo Agroindustrial Argentino reúne una enorme cantidad de entidades agropecuarias, tiene una dirigencia bastante iluminada y por eso tiene un considerable éxito en lo que se va decidiendo”, ilustró el experto. “Si reunimos esas condiciones, es posible que tengamos éxito en influir en los organismos internacionales, que tienen influencia en los gobiernos”, concluyó.

 

La influencia en el Parlamento

Julián Obiglio hizo hincapié en que hay que participar en el proceso de formación de políticas públicas, y para ello saber cuándo y cómo intervenir, porque “la peor hipótesis es quedar afectado por la regulación de una política pública en la que no se participó”. En su mayoría, dijo, el proceso de formación de políticas públicas comienza en el Legislativo, por lo que recomendó poner el foco en algunos puntos: qué proyectos se presentan; el tratamiento por parte de los asesores de los legisladores, para ver hacia dónde va esa política pública e influir a ese nivel; el paso a las reuniones de diputados o senadores. En cuanto a la sesión legislativa, en realidad “es más bien la puesta en escena que un momento para intervenir, porque los votos ya están decididos, salvo casos extraordinarios, como la Resolución 125 de 2008”. El mismo proceso se da en las dos Cámaras, de modo que se replican las instancias de posible intervención, pero “Diputados es más permeable para intervenir”, opinó.

“Es importante intervenir de manera legal, transparente y correcta: no llegar a una reunión solo con la persona que tiene la lapicera para decidir”, recalcó. “Hay que ir siempre ir por caminos institucionales, para no incomodar al interlocutor ni quedar comprometido en una situación compleja”.

Para ello, dijo Obiglio, hay múltiples herramientas: pedir reuniones por nota desde las cámaras institucionales; mandar información procesada, en materiales muy didácticos de no más de diez páginas, que ayuden al legislador; llamar a cada legislador o a su equipo para avisar lo que se envió y mostrar interés en una devolución de su parte. “Hay que ser muy proactivo: dejar 20 cajas con libros para que se distribuyan no tiene impacto, hay que ir sobre los legisladores o sus equipos. Y para eso hay que definir bien un mapa de actores, sobre quién se quiere influir, sea para informar, instalar, frenar o impulsar un tema. En este sentido, Obiglio subrayó que se debe entender que “muchas veces ese legislador está ahí representando a alguien, un político o una entidad, entonces el camino empieza por quien impulsó al legislador que está ahí”, dijo. “Los diputados y senadores vienen de provincias y municipios muchas veces, hay que trabajar ahí, empezar a tener interacción con esas personas antes, porque ahí se forman los legisladores”.

Por último, señaló que es importante “elegir bien a las personas que se envían a interactuar con el sector, que conozcan el mundo político”, y sobre todo, “hay que tener una estrategia de intervención: la peor de las decisiones es no tener una estrategia”, dijo Obiglio, para quien los medios no intervienen en este proceso, porque “el microclima legislativo es un mundo aparte”.

 

La influencia en el Ejecutivo

Tras advertir que sus reflexiones no son sobre la Argentina sino genéricas, y más bien de carácter práctico, Luis Scasso dijo que lo primero para considerar es que el proceso de toma de decisiones respecto del Ejecutivo, que en América Latina es unipersonal, conlleva básicamente negociación.

“El proceso de toma de decisiones está profusamente estudiado por la Ciencia Política y se sigue estudiando, es dinámico, tienen mucho que ver los contextos y las coyunturas. Depende de muchos factores intrínsecos (factores de interés, de presión, de poder, la cultura política) y extrínsecos (la coyuntura económica, las condiciones sociales, su inserción internacional, etc.)”, señaló.

Con relación al contexto en el que se desarrolla la negociación, Scasso dijo que hay que tener en cuenta que el Poder Ejecutivo debe pensar en el bien común y coincidió en que el planteo no debe limitarse a una agenda sectorial desconectada del resto; “pero, en ese marco, hay que acotar los temas del diálogo, lo cual desgasta”, señaló. Coincidió en que hay que conocer a los actores que intervienen, a qué intereses responden; qué organizaciones formales o no tienen interés en el tema; estudiar la normativa existente; y conocer “la política, que es negociación, no intransigencia”. Por otra parte, planteó la cuestión del costo del proceso de negociación y decisión: esfuerzo, tiempo, energía, flexibilidad. Y dijo que es importante identificar la relevancia política de los hechos y actitudes. “En política no hay hechos irrelevantes a priori. Nuestras actitudes, los modos de la democracia también son importantes, hay que prestar atención a la relevancia política”. Finalmente, aconsejó “entender que vivimos en un mundo de redes sociales”, que generan ruido en los procesos de negociación.

Scasso dijo también que es preciso “despejar la X”: tener en claro los objetivos propios; comprender las motivaciones y limitaciones ajenas, lo mejor posible, así como entender que la realidad es dinámica, que lo que funcionó puede no hacerlo de nuevo; hay que eliminar los prejuicios, y en ese sentido remarcó que “las redes generan burbujas de sentido en las que nos retroalimentamos con los que piensan igual que nosotros, lo que dificulta el diálogo en una negociación”; ampliar la mesa de trabajo “dentro de lo razonable”, pues “una multitud de aliados nos impide tomar decisiones. El límite entre si somos muchos o pocos es subjetivo: tienen que estar los que tienen que estar”.

Por último, dijo Scasso, despejar la X permite “no buscar algo que no podemos conseguir, quitar el ruido ambiente, crear las mejores condiciones para la negociación, coordinar la acción con los aliados, desapasionarse, ser flexibles en el proceso y determinados en el fin, y alcanzar las mejores condiciones para ejercer la persuasión”.

 

MAIZAR

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