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¿Por qué limitar la exportación de carnes nos perjudica a todos?

Voces referentes ofrecieron su punto de vista y contaron, en base a datos y estadísticas, por qué defienden el libre comercio

¿Por qué limitar la exportación de carnes nos perjudica a todos?
miércoles 02 de junio de 2021

La medida impulsada por el Gobierno Nacional de cerrar las exportaciones de carne vacuna por treinta días, generó un importante debate acerca de su objetivo final que, en primera instancia, sería bajar su precio para los consumidores del mercado interno. Sin embargo, hay muchas cuestiones que determinan el valor comercial de los cortes. No se trata de frenar la industria, sino de recuperar el poder adquisitivo de la población.

Según un trabajo de la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de la Argentina (FADA), en base a datos de 2018, la cadena originaba cerca de 422.306 puestos de trabajo, incluyendo sectores primarios, industriales, comerciales y de transporte. Dejando a un lado la comercialización, involucraba las labores de 344.707 personas. Por otra parte, en aquel entonces existían unos 224.257 establecimientos productivos y 398 frigoríficos a lo largo y ancho del país.

La cadena es considerada una actividad 100% federal, debido a que se ejecuta en todas las provincias en cualquier tipo de campos. De esta manera, no solo impulsa el desarrollo económico de la nación a través de la generación de empleos, sino que también fomenta el arraigo a nuestro territorio. Un informe de la Fundación Pensar enfocado en el agro sostiene que “donde hay una vaca, hay una población que ejerce numerosas prácticas productivas”.

Al revés de lo que plantean las autoridades nacionales, aquello que se produce y queda para el consumo local es muchísimo más que lo que se exporta. Según datos de la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes (CICCRA), el país generó 3.168.472 toneladas de res con hueso durante el año pasado. De ese total, apenas se exportaron 900.699, lo que se traduce en un 28,4%. Se trata de una actividad que estimula el ingreso al país de alrededor de US$3.000 millones, más allá de las fluctuaciones entorno a los precios de las últimas décadas.

En este punto, el cierre es lo opuesto a lo que se precisa para salir adelante, exhibiendo que el problema de la Argentina no radica en la producción de carnes, sino en la dificultad de pagar los cortes. Desde 2018, buena parte de la población padeció la pérdida de su poder adquisitivo, como resultado de la caída de la economía, la inflación y la devaluación.

En palabras del economista de la Fundación FADA, David Miazzo, el freno a las exportaciones de carne no bajará los niveles de inflación, ya que la misma no se origina como consecuencia de su precio, sino a partir de la emisión monetaria. Esto quiere decir que repercute en los valores de todos los productos de la industria alimenticia en sí.

“No tenemos un problema de precios, tenemos un problema de moneda. Cada vez se necesitan más pesos para comprar la misma cantidad de carne, nafta o tomates”, agrega. En un informe de la entidad que representa, dio a conocer que un 28% del precio de los cortes corresponde a impuestos.

Francisco Ravetti, analista ganadero de AZ-Group, reconoce que la mayor parte de la carne que se exporta es de una calidad inferior a la demandada por el consumidor argentino promedio. Un 75% de la misma se envía a China, donde la población la come en cubos o como ingrediente de sopas e infusiones.

El 25% restante corresponde a Israel, la Unión Europea (UE), Rusia y Chile, de los cuales solo la UE adquiere cortes de alta calidad, que representan no más del 8% de los embarcos. En nuestro país, los más consumidos son el asado de tira, el vacío, el matambre, la entraña, las achuras, la bola de lomo y la nalga, en ese orden.

El experto sugiere que de 2011 a 2016, con exportaciones mínimas, los precios del producto fueron superiores a los de años récord como 2019 y 2020. Por consiguiente, se puede concluir que la práctica no incide en el valor que pagan los consumidores.

El problema está en la caída del poder adquisitivo de los argentinos y la fuerte inflación, que aún no logra ser frenada. Se estima que por este motivo, el consumo interno de carnes se encuentra en su registro más bajo en cien años: en abril de 2021, se ubicó en los 48,2 kilos por habitante al año, según un estudio de CICCRA. Esto se traduce en una merma del 5,3% respecto a 2020.

El presidente de la cámara, Miguel Schiariti, afirma que la disminución de la demanda local y la mayor solicitud de carnes alternativas se debe a la enorme retracción del poder adquisitivo de las familias y al alto nivel de desocupación de los últimos tres años. Si se realiza un paralelismo con la cantidad de cortes que es posible comprar con un salario promedio, hoy se pueden adquirir muchos menos que en 2006 (180 a 250 kilos).

Al margen de esto, la historia demuestra que las medidas impulsadas en la actualidad no fueron positivas en el pasado. Ezequiel de Freijo, economista jefe de la Sociedad Rural Argentina (SRA), detalla que entre 2006 y 2015 se implementaron planes como el de ahora, que fracasaron de manera elocuente y llevaron a que se perdiera el stock bovino de aproximadamente 10 millones de cabezas. Hoy por hoy, el país cuenta con un rodeo de 54,4 millones de animales.

“En diez años, con el proceso de liquidación de vientres, la Argentina perdió activos ganaderos por un valor de US$30.700 millones. Además, desaparecieron 27.000 productores, más de 100 frigoríficos y 18.000 empleados directos que abandonaron la actividad”, acota.

Por esto, los referentes del sector remarcan la necesidad de no seguir metiendo piedras en el camino de una cadena tan federal, que genera tanto empleo como divisas. El exministro de Agricultura e integrante de la Fundación Pensar, Luis Miguel Etchevehere, subraya que la carne involucra el trabajo de hombres y mujeres en todas las provincias, impulsando el arraigo y la economía en cualquier rincón del país.

“Es producto de una cadena formada por diversos actores que, con gran profesionalismo y eficiencia día a día, aportan su talento para satisfacer a los consumidores más exigentes. Tenemos que ser proveedores confiables”, resalta.

No obstante, a comienzos de este año el Gobierno definió políticas por demás cuestionables, empezando con las retenciones al maíz, siguiendo con los fideicomisos al aceite, el mercado de trigo, los precios máximos a la leche y el reciente cierre a la exportación de carnes. Son medidas que en palabras de los expertos– generan transferencias entre los distintos eslabones de las cadenas, perjudicando a los más débiles, que en este caso serían los productores y consumidores.

 

¿Cómo se formula el precio de la carne?

- Cría: 30%

- Impuestos: 28%

- Feedlot: 27%

- Carnicería: 9%

- Frigorífico: 6%

 

Stock total (en millones de cabezas de ganado vacuno)

- 2008: 58,8

- 2009: 55,4

- 2010: 49,8

- 2011: 48,9

- 2012: 50,7

- 2013: 52,2

- 2014: 52,4

- 2015: 52,2

- 2016: 53,1

- 2017: 54,2

- 2018: 55

- 2019: 55

- 2020: 54,5

 

Propuesta superadora

En las últimas horas del cese de comercialización de carnes impulsado por las autoridades que integran la Mesa de Enlace, el Gobierno analizó una propuesta que recibió el lunes por parte de algunos de los principales referentes en exportaciones del sector.

La idea es ofrecer un total de 16 mil de toneladas de cortes populares de carne bovina a precios accesibles, de los cuales unos 12 mil correrían por parte del Consorcio ABC, y el resto provendrían de una serie de organizaciones que integran la industria frigorífica.

Según las fuentes, el propósito es revertir lo antes posible la suspensión temporaria que impuso el presidente Alberto Fernández, ya que en breve los productores deberán afrontar reclamos debido al incumplimiento de los contratos firmados con los compradores del exterior fuera de las cuotas Hilton y 481.

El plan es inyectar una gran cantidad de carne en los próximos meses, en miras a contribuir con la reducción de la inflación en el rubro alimenticio. Si bien el proyecto podría funcionar en el corto plazo, será necesario analizar otras variables vinculadas al carente desarrollo del stock ganadero en las últimas cuatro décadas, en caso de querer hallar soluciones más superadoras.

Para impulsar este aspecto, se propuso que el Ministerio de Producción convoque al resto de los integrantes de la cadena de la carne. Aunque la medida no implicaría el levantamiento de las restricciones, se trata de un buen acuerdo para sellar puntos en común de cara al futuro.

 

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