La bajante del río Paraná podría provocar una falta importante en el suministro de agua para consumo humano en determinadas ciudades del noroeste del país, encareciendo en unos US$250 millones los costos logísticos de las exportaciones agropecuarias que salen de Rosario. También complicaría el abastecimiento de energía.
En este marco, el embajador argentino en Brasil, Daniel Scioli, se reunió el martes con el ministro de Minas y Energía de aquel país, Bento Albuquerque, a fin de intercambiar información sobre la “situación crítica” de los recursos hídricos en la cuenca del Paraná.
Como consecuencia de la peor sequía de los últimos 90 años, Brasil comenzó a regular sus embarques. De todos modos, la idea de la Argentina es que el país vecino abra las compuertas de sus represas en los ríos Paraná a Iguazú.
En este sentido, fuentes oficiales detallaron que se trabaja en conjunto con Defensa Civil, Agricultura, Energía, Electricidad y Obras Públicas, en miras a mitigar la situación. Desde el campo, explicaron que los barcos en Rosario se cargan con 7.000/8.000 toneladas menos de granos, lo que se traduce en una reducción del 20% sobre los niveles habituales de 40.000 toneladas. “Esto eleva los costos unitarios de los fletes. El año pasado, con una situación similar, los valores rozaron los US$240 millones”, manifestaron.
El impacto mayor se da sobre la central hidroeléctrica Yacyretá, que opera con niveles mínimos. Ayer, su potencia generada era de apenas 83 megavatios, frente a su potencial máximo de 3.000. Cabe destacar que esta clase de energía funciona como base y es la más económica del sistema.
Frente a la ola polar que está atravesando el país, muchos usuarios residenciales aumentaron considerablemente sus consumos de gas y electricidad. En este marco, el sistema energético está operando con combustibles líquidos como gasoil y fuel oil, que son bastante más caros que los tradicionales (salen entre US$14,5 y US$15,50 por millón de BTU).