Microbiología agrícola: una nueva solución de fertilización

El responsable de la Línea Fertilizantes de Rizobacter, Fernando Sánchez, señaló que el encuentro de los insumos de la marca con la microbiología agrícola brinda un nuevo abordaje para la nutrición de los cultivos. A través de la inclusión de cepas bacterianas específicas, la tecnología demuestra que aparte de mejorar el suministro de las plantas, se producen cambios positivos en la salud del suelo.

Puntualmente, se comprobó una modificación en la microfibra y microfauna de la rizosfera (el área del suelo que se ubica alrededor de las raíces), donde se verificó un aumento de la población de microorganismos fundamentales para el funcionamiento del agrosistema.

Esta nueva dimensión tridimensional representa un gran avance, si se tiene en cuenta que el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), viene advirtiendo hace un tiempo que el 30% de los suelos nacionales se encuentran en proceso de degradación por la acción antrópica. Si bien el productor lo reconoce y responde a la problemática con el aumento de la fertilización química, aún estamos lejos de lograr los porcentajes que se requieren para balancear el sistema de forma sostenible.

Por otra parte, la fertilidad física y biológica del suelo también está llamada a ser parte de un esquema regenerativo a largo plazo para reparar las superficies afectadas. Esta nueva fuente de fertilización llega en forma de microgránulos que reúnen micro y macro nutrientes en mezcla química y la cobertura de una solución que contiene cepas específicas de bacterias del género Bacillus.

La acción principal se produce en las raíces que se ven favorecidas por la actuación de las bacterias, donde se establece una relación endófitica. Esto significa que las mismas viven dentro de las raíces, aunque entran y salen de ellas para entregar los nutrientes provistos por el fertilizante y aquellos presentes en el suelo.

Dicha disponibilidad de bionutrientes se logra a partir de los metabolitos que las bacterias liberan al medio, estimulando el crecimiento en simultáneo de las raíces. El proceso se completa con la respuesta de estas últimas, que comienzan a producir exudados orgánicos vitales para la estructuración física del suelo (porosidad) y el desarrollo de hongos y bacterias que actúan como bioestimulantes.

Estas raíces colonizadas por las bacterias y bien nutridas logran mayor volumen desde los comienzos de la germinación, aumentando la capacidad de explorar el perfil del suelo, mediante una captación del agua y el resto de los nutrientes esenciales para la vida de las plantas por demás efectiva.

El propósito de la fertilización químico-biológica es ganar o ganar, ya que beneficia no solo el rinde de los cultivos, sino también la performance del suelo y el productor, quien puede lograr mejores resultados usando una dosis justa menor a la tradicional.