Pandemia y estudios: hacia un nuevo modelo universitario

En el mes del ingeniero agrónomo, Agroempresario.com te cuenta cómo es estudiar carreras agrarias hoy en día. Las voces de tres protagonistas

Pandemia y estudios: hacia un nuevo modelo universitario
lunes 09 de agosto de 2021

Por Brenda Lucente

 

La llegada del COVID-19 a nuestro país en marzo del año pasado, supuso un cambio de 360 grados en la cotidianidad de todos los argentinos. Las rutinas de cada uno de nosotros se vieron alteradas para hacerle frente a esta pandemia que puso en vilo al mundo entero.

El Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), implicó que muchas de las actividades que realizábamos a diario tuvieran que ser reformuladas, para disminuir la circulación de personas y evitar el contagio de la enfermedad. Así fue como en las oficinas se empezó a implementar el home office, mientras que en la mayoría de las instituciones educativas (primarias, secundarias y universitarias) se fomentaron los estudios virtuales, a través de aplicaciones como Zoom.

Las Facultades de Ciencias Agrarias no fueron la excepción. En diálogo con Agroempresario.com, tres referentes de prestigiosas universidades nos contaron su experiencia, haciendo hincapié en algunos puntos esenciales como las nuevas modalidades de exámenes, la performance de los alumnos y las prácticas que llegaron para quedarse.

 

Fernando Villela - Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA)

“En marzo del año pasado había comenzado a dictar de forma presencial un curso de fin de carrera relacionado con los mercados agropecuarios. En la segunda clase sobrevino el cierre. De aquel momento hasta hoy, la FAUBA permanece cerrada. No se habilitó el ingreso, salvo para cuestiones peculiares. Más adelante pudimos hacer salidas a campo con protocolos, pero clases no hubo”, narró el docente y exdecano de la Facultad.

En lo que respecta a la adaptación, Vilella señaló que debido a que en sus años como decano, la Facultad había creado su propio Centro de Educación a Distancia, la reconversión se llevó adelante de manera rápida y eficiente. “Nunca dejamos de dar clase, tanto docentes como alumnos fuimos aprendiendo sobre la marcha. En verano pudimos desarrollar las prácticas de campo con protocolos específicos. Hemos logrado generar exámenes parciales y finales en formato virtual. De todas maneras, creo que la presencialidad tiene un plus que todos extrañamos, pero en este tiempo hemos aprendido y hay determinados asuntos que ya no volverán a ser como antes”, indicó.

Sobre este último punto, sostuvo que los contenidos teóricos que actualmente quedan a disposición de los alumnos en “la nube”, continuarán presentándose de tal manera. Lo que se hace hoy por hoy en la FAUBA, es presentar dicho material antes de cada clase, a través de videos de no más de 20 minutos donde se trata el tema en cuestión. Además, se envía distinta bibliografía en PDF.

En el momento de la clase, el docente realiza un repaso de los conceptos principales y después encabeza una discusión donde se hacen preguntas y esclarecen dudas. Es un formato muy ágil. Sin embargo, dictar la parte teórica de forma 100% virtual puede ser muy pesado, ya que muchos pierden la capacidad de atención cuando están demasiado tiempo frente a la pantalla. Creo que para adelante la fuente va a seguir siendo por medio de estos videos, que cada alumno puede mirar cuando le plazca. El encuentro presencial va a ser más de intercambio y ejercitación, siendo menos expositivo”, declaró.

Al momento de evaluar las cursadas, describió que se realizan parciales online con preguntas de verdadero o falso, multiple choice y temas a desarrollar. “Todo en tiempos acotados. Además, las evaluaciones son individuales, cada alumno tiene una distinta. De esta manera, evitamos las copias. No obstante, tuvimos problemas. Uno trata de darle la vuelta. Lo peor hubiera sido que los alumnos perdieran un año y medio de clases”, advirtió.

Si bien Vilella aseguró que como consecuencia de la nueva normalidad tuvo más trabajo que antes, está feliz de haber logrado el objetivo de que sus alumnos puedan aprender sin perder tiempo. “Hemos realizado una encuesta al final de los cursos y la respuesta fue muy positiva. El conjunto de los docentes fuimos aprendiendo de estas nuevas cuestiones, perfeccionándonos en el día a día”, sostuvo.

Para los cursos de postgrado como el que doy, esto representó una ventaja. Nosotros teníamos previsto el año pasado hacer una diplomatura en Tandil llamada “Bionegocios sostenibles”, con alumnos ya inscriptos, a través de un convenio con el Centro Empresario de dicha localidad y la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID). Como no se pudo hacer por razones obvias, lo reconvertimos a distancia en agosto. En lugar de 25 asistentes, tuvimos 80. Desde la Patagonia, hasta Colombia”, mencionó.

En 2021, el curso se repitió, con alumnos de toda Sudamérica e incluso Europa. “Este tipo de formatos tiene esa ventaja: amplifica la posibilidad de capturar interesados de distintas partes del mundo”, reconoció.

 

Carlos Rossi - Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ)

El año pasado, el primer cuatrimestre fue bastante duro por las restricciones que no permitían la presencialidad y el traslado en transporte público. De a poco fuimos retomando con protocolos las prácticas presenciales en grupos reducidos, sobre todo en las materias de final de carrera, pero todavía queda mucho por hacer porque no todo el cuerpo estudiantil, docente y no docente está vacunado”, pronunció el decano de la Facultad.

Al igual que en la FAUBA, la mayoría de las actividades en la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNLZ se desarrolló de forma virtual desde marzo de 2020 hasta ahora, a pesar de que hubo ciertas flexibilizaciones. Por este motivo, Rossi observó varios problemas relacionados con la falta de conectividad.

Algunos alumnos cursaban sus clases en estaciones de servicio porque en sus domicilios no tenían internet. De hecho, hubo quienes hicieron su defensa final de grado y se recibieron en esas condiciones. Pasamos por situaciones muy complejas, donde pudimos ver el esfuerzo de cada uno de los que forman parte de la institución. Dentro de la facultad, tratamos de asistir a todos dentro de lo posible. Si alguien no podía acceder a la clase virtual en vivo, le dábamos la opción de ingresar en la versión grabada y realizábamos consultorías desde las cátedras de manera online”, aclaró.

En el primer cuatrimestre de este año, la UNLZ avanzó un poco más en las salidas a campo, desarrollando ciertos viajes a establecimientos agropecuarios para hacer prácticas. En palabras de Rossi, es sumamente básico para un ingeniero agrónomo o zootecnista poder entrar en contacto con los sistemas de producción y visualizar sus problemáticas reales.

Creo que la presencialidad va a ser relativa y voluntaria, porque tampoco podemos obligar a todos a que la cumplan. Lo que sí, queremos implementarla en exámenes finales a través de turnos y con horarios acotados, así como en los trabajos prácticos de algunas materias”, declaró.

Desde su rol de educador, aseguró que trata de dar su mayor esfuerzo para salir de la situación de la mejor manera posible, ya que, en sus palabras, los profesionales del rubro tienen que sí o sí entrar en contacto con los sistemas productivos y la realidad agropecuaria.

“Una de las materias que doy es Forraje y Cultura. Allí, reconocemos especies a campo, tactando diferentes estructuras y percibiendo diversos aromas. Hay plantas que uno identifica por su sabor u olor. En Agrarias utilizamos mucho los sentidos en la enseñanza. La parte virtual ayuda, pero no nos da la dimensión real de lo que estamos observando”, pronunció Rossi.

Según él, también es fundamental tener en cuenta que la mayoría de los alumnos provienen de ámbitos urbanos y desconocen ciertas nociones asociadas a la ruralidad. “Uno puede resumir en palabras lo que está viendo, pero si no lo toca o huele, es imposible incorporarlo a la memoria. Esos sentidos que uno desarrolla en las prácticas no pueden ser reemplazados con la virtualidad. Quienes trabajamos en educación tenemos que apoyar a los estudiantes para salir adelante de la mejor manera”, señaló.

Para Rossi, cada crisis abre una nueva oportunidad, permitiendo percibir el contexto de una manera que antes hubiera sido imposible. En este sentido, planteó que, como consecuencia de la pandemia, la virtualidad va a seguir en los sistemas educativos, a partir de una modalidad dual, donde determinadas actividades se ejecutarán de forma presencial.

Hay mucha gente que fue alumna de la Facultad y tuvo que abandonar por distintas razones. Gracias a la nueva normalidad, puede asistir a las clases virtuales y retomar la carrera. Es un plus que obtuvimos. Quizás algunos estudiantes viajan dos horas para cursar una clase y tienen mucho tiempo muerto por esto, sumado al gasto en transporte”, indicó.

Con este enunciado, subrayó que es casi imposible que en el futuro se retome la presencialidad al 100%, debido a que la crisis generó una oportunidad única a la hora de reformular la visión de las cursadas. “Quedó demostrado que no es necesario que el alumno tenga una asistencia del 80% para aprobar la materia. Uno puede participar de las clases teórico-prácticas de manera online en el horario que desee y reservarse la presencialidad para cuestiones que sí o sí son imprescindibles. Esto marca un ahorro económico y de tiempo muy importante para los estudiantes”, argumentó.

En la UNLZ lo que normalmente se realiza después de cada clase, es enviar un cuestionario con preguntas para que los alumnos respondan. Mientras “hagan la tarea”, se les da la “presencialidad” de forma asincrónica.

Lo importante es que el alumno vea y comprenda la clase, que consulte si tiene dudas. Queremos facilitar la cursada. Hablamos de un sistema híbrido-mixto, con lecciones grabadas que los estudiantes pueden ver cuantas veces quieran”, explicó el decano.

Respecto a la modalidad de exámenes, destacó que se toman por Zoom en grupos reducidos. “Le damos a los alumnos una pregunta que deben resolver en determinado tiempo. Una vez que corre, se envía otro cuestionario para responder de manera escrita en un papel. Tienen que sacarle una foto a esa hoja con el celular y reenviarla al grupo de docentes”, contó.

De esta manera, el documento escrito queda guardado como una imagen fotográfica, que luego se corrige. Terminado el tiempo, se envía otra pregunta a todo el grupo. Al que no entrega en el lapso acordado se le da el cuestionario como inválido.

Además, los docentes de la UNLZ implementaron formularios electrónicos por medio de Google-Forms, con preguntas del tipo multiple choice o verdadero o falso; y realizan exámenes orales similares a los que tomarían de manera presencial, pero de forma virtual.

La vinculación entre alumnos y docentes se complicó, porque ya no pasamos tanto tiempo con ellos. Uno cuando sale al campo estrecha los lazos, ahora la relación es media rara, pero es lo que nos tocó”, afirmó Rossi. No obstante, el profesional recalcó que, gracias a la nueva normalidad, hubo estudiantes que desarrollaron la cursada desde distintas partes del mundo, sin importar los kilómetros de distancia.

Particularmente, en la UNLZ hubo uno que cursó desde Inglaterra y aprobó con excelentes notas. Haciendo alarde de esto, el representante de la Facultad de Agrarias manifestó que la pandemia permitió ampliar el panorama, a pesar de que a nivel nacional todavía hay que trabajar mucho para garantizar el acceso a la conectividad en todas las regiones del país.

Lo importante es que los alumnos aprendan. Estamos viendo que en nuestras carreras de postgrado se anotan muchas personas que vienen de distintas áreas para participar de maestrías, doctorados o especializaciones. Es un elemento muy positivo que nos ha dado la pandemia. La presencialidad es importante, pero la virtualidad libera la franja horaria del día. Eso es buenísimo porque amplía la capacidad de cursar. La contracara es la necesidad de vincularse estrechamente con los estudiantes. Las prácticas a campo también las defendemos como súper necesarias”, concluyó.

 

Leonardo Galaburri - Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad de Belgrano (UB)

“En la UB, hace más de 56 años dictamos clases de forma presencial. De golpe llegó el aislamiento y distanciamiento por COVID y eso nos condujo a una readaptación, no solo tecnológica, sino también didáctica y pedagógica. Eso supuso un esfuerzo enorme”, recordó el decano.

En palabras de Galaburri, la docencia posee un aspecto muy personal, marcado por el hecho de que no todos transmiten de la misma manera, ni comparten sus aptitudes a la hora de dirigirse hacia los estudiantes. “Desde hace cientos de años que las aulas son iguales. Esto seguro que requiere de una revisión, por eso estamos en proceso de reacomodamiento”, explicó.

En 15 días, la UB se tuvo que amoldar a un nuevo formato, compuesto de aulas y campus virtuales. El trabajo fue más sencillo comparado con otros establecimientos educativos, porque desde 1989 la Facultad cuenta con su propio Centro de Educación a Distancia. “Nos montamos sobre la experiencia y tecnología de la Universidad en este aspecto. Así, logramos adaptar todos nuestros cursos a la modalidad virtual sin mayores inconvenientes”, agregó el decano.

Las prácticas típicas de la carrera se desarrollaron muy bien, gracias a la creatividad de los docentes. Galaburri comentó que muchas de las mismas se reemplazaron con videos generados por el staff de la Facultad, creando un sistema de inteligencia colectiva.

Respecto a los exámenes, primó la visión de cada docente. “La Universidad tiene por función garantizar ante el Ministerio de Educación una forma de registro. Hace 56 años se toman parciales y finales así. La pedagogía actual requiere que la evaluación sea diferente. Ya no se garantiza que preparemos pruebas, sino vamos a generar alumnos expertos en eso y lo que queremos es que desarrollen competencias”, reconoció el ingeniero agrónomo.

En este sentido, declaró que la UB viene desarrollando desde hace unos años cursos gratuitos de pedagogía para el diseño de cursos basados no en el cumplimiento de un programa, sino en la creación de competencias. Así, al finalizar la cursada, los alumnos pueden realizar ciertas tareas que hacen a la actividad profesional. La misión es encontrar los mejores resultados de aprendizaje.

En nuestro campus virtual, los alumnos tienen todos los materiales a disposición: videos, biografias, charlas con los docentes, etcétera. Los pueden visualizar en el momento que sea. Nosotros, a la presencialidad le cambiamos el medio. Lo que garantizamos es que todas las semanas, los estudiantes tengan en el mismo horario que hubiesen tenido una clase de forma presencial, un curso virtual. A pesar de que cada uno está en su casa, la relación con el staff de la Facultad es constante, mediante distintos planes de trabajo”, manifestó Galaburri. Sobre este punto, expresó que los docentes tuvieron que adaptarse a un gran cambio.

Del lado de los alumnos, el decano observó un entusiasmo mayor, relacionado con el hecho de adaptarse a algo que ya formaba parte -hace rato- de su cotidianeidad, por medio de la tecnología. A través de encuestas, el staff educativo de la UB pudo conocer que el feedback fue positivo.

Hoy en día, nuestros alumnos tienen una forma que les resulta más eficiente al momento de acceder a los conocimientos. El cambio que buscamos en pedagogía se conoce como ‘aprendizaje activo’; es decir, que los estudiantes ingresen en un proceso de aprender haciendo, asignando trabajos académicos que permitan completar esas competencias”, explicó Galaburri.

Para ello, la Universidad invirtió en la adaptación de sus aulas a nuevos sistemas híbridos, considerando cambios en sus métodos de enseñanza. Por este motivo, el decano se animó a decir que varias de las prácticas que comenzaron a implementarse como consecuencia del coronavirus se mantendrán en el futuro.

De acá en adelante seguirá este diseño de cursos. Estamos muy acostumbrados a tener programas y seguirlos, aunque creo que hoy tenemos que trabajar en función de competencias. Para desarrollarlas, hay que aplicar ciertos resultados de aprendizaje”, pronunció.

Según Galaburri, también se mantendrá el uso de tecnología para darle mayor flexibilidad a las aulas. Si bien manifestó que es muy positivo que docentes y alumnos dispongan de un espacio donde puedan entablar un vínculo directo, el sistema educativo tiene que brindar posibilidades para que dicha relación se ejecute de forma satisfactoria en escenarios como el actual.

En menos de cuatro meses, la UB ofreció gratuitamente a docentes una diplomatura para el desarrollo de cursos en sistemas virtuales. Cada uno de nosotros hizo sus esfuerzos, entendiendo el rol que ocupa en el sistema educativo. La pedagogía ayuda a la formación y capacitación profesional”, aseguró.

En particular, en este último tiempo, la Facultad de Agrarias duplicó su matrícula en carreras de grado y cursos de ingreso. Para Galaburri, la respuesta de los alumnos en pandemia fue muy buena.

“El balance es positivo. Tenemos que seguir en la senda del cambio. Esto implica no correr tras el cumplimiento de programas, sino de competencias que queremos que desarrollen nuestros estudiantes. Yo soy ingeniero agrónomo, la pedagogía es algo que incorporé con el tiempo, al estar al frente de esta institución. Lo que planteo es crucial para que los alumnos se sientan comprendidos y se fidelicen en la profesión sin frustrarse a mitad de camino”, sostuvo.

En sus palabras, es aburrido seguir un programa por el simple hecho de hacerlo. “Si uno quiere aprender ciertos asuntos para ganar capacidades, es más fácil lograr un compromiso. Cuando los alumnos ven un proyecto donde pueden participar y crecer, toman adhesión, se apasionan y exhiben sus mejores resultados”, cerró.

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