sta iniciativa otorga grandes beneficios a los productores ya que permite disminuir los costos de mano de obra y aumentar el valor de sus productos.
La “máquina peladora” fue fabricada en Mendoza con un costo de 3 millones de pesos, con recursos de la Unidad para el Cambio Rural (UCAR).
La misma fue instalada cerca de Viedma en terrenos cedidos por el Instituto para el Desarrollo del Valle Inferior (Idevi), un organismo del Estado rionegrino que administra 24 mil hectáreas bajo riego aledañas a la capital de la provincia.
En esta zona hace varios años productores se inclinaron por la producción de frutos secos.
El pionero fue Juan Rolca, un técnico jubilado del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) que se formó en Italia y trajo desde allí las primeras variedades.
Rolca mismo implantó en 1983 las primeras 10 hectáreas de avellanas que existieron en la Patagonia, y ahora existen en la región más de 170 establecimientos dedicados a los frutos secos, que ocupan cerca de 900 hectáreas en toda la provincia.
El productor asegura que la tarea mas complicada era el procesamiento de la fruta. En su caso el descascarado de los frutos seguía realizándose de modo manual, con un alto costo de mano de obra, que además es difícil de encontrar en la zona.”Hasta el año pasado nosotros usábamos la tablita y el martillo”, grafica Rolca. y ahora se ilusiona con mecanizar al menos parte de esa actividad.
Sucede que a pocos kilómetros de Viedma y dentro del territorio del Idevi, se ha levantado una sala social para el descascarado de las avellanas producidas en la región (hay unas 500 hectáreas de avellanas más 400 hectáreas con nogales y algunos almendros).
La idea de esa instalación es brindar en la cosecha que (comienza en marzo) el servicio de “pelado” de los frutos, para que los productores que lo deseen puedan vender su mercadería a un mayor valor.
El beneficio no sería menor. Para quitar la cáscara de 100 kilos de frutos secos, esta nueva maquinaria fabricada en Mendoza puede demorar una hora, cuando antes esa tarea de modo manual llevaba de tres a siete días de trabajo.
José María García Lago, que trabajó en la implementación de esta primera “peladora de nueces” de la Patagonia, explicó que la nuez pelada sin cascara puede venderse cuatro veces más que la nueza con cascara.
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